La vieja Inglaterra por la que lucharon nuestros padres se ha reducido a rincones aislados entre las autopistas. La granja familiar, que mantenía la producción diversificada de pequeña escala que fue en gran parte responsable de la forma y apariencia de Inglaterra, se halla hoy al borde de la extinción. Los pueblos han perdido sus centros, que están tapiados y destrozados; y las ciudades han sido casi arrasadas por vastas estructuras de acero que de noche permanecen vacías entre restos de hormigón iluminados. Ya no se ve el cielo nocturno, que en todas partes está cubierto de un pálido resplandor anaranjado, e Inglaterra se está convirtiendo en una tierra de nadie, un «lugar otro» gestionado por ejecutivos que solo fugazmente visitan los puestos de avanzada, alojándose en hoteles multinacionales en los límites de alumbrados páramos.
De Scruton, ensayista inglés pro Brexit
En: Anne Applebaum, “el ocaso de la Democracia, la seducción del autoritarismo”
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