"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

domingo, 4 de diciembre de 2022

El corcho flotante

El corcho flotante
Soy un lector empedernido, contumaz, vicio del que no me vanaglorio. Los pocos amigos que me quedan los conocí en el colegio. (De la universidad me queda uno.) ninguno me acompaña en este vicio. Es más, uno de ellos, con el que me divertí mucho en los años jóvenes, presume de no haber leído un libro en su vida. Pese a ello, seguimos viéndonos. 
Mi vicio fue de origen impreciso, sin fecha cifrada. Tuve todas las enfermedades infantiles conocidas y desconocidas (Fui un pionero en eso). Pasé muchos meses encamado. Mi madre empezó, no se que día, ni el año, a traerme libros. Debió de pensar, “ya que no va al colegio, que se forme en algo”. El primero fue “Robinson Crusoe “, supongo que una versión infantil. Lueg,llegaron otros. Ahí nació mi vicio. Mi madre, gran lectora, tenía algo para enorgullecerse del zote de su hijo.
Aunque en el colegio sólo me gustaban las matemáticas. Hice bachiller en ciencias, preuniversitario, dos años de ingeniero, finalmente económicas. Durante un largo periodo me aficioné al deporte y dejé la lectura sin darme cuenta. Me olvidé de ella, aunque del colegio me había quedado una semilla: me hicieron conocer la literatura española. El contacto con una antología de la generación del noventayocho fue un “chip” que luego se convirtió en cálido hogar en mi errabunda vida. Errabunda en el sentido de ser un corcho flotante en el oleaje. 
El corcho pasó unos buenos años jóvenes, años de amores y desamores, dejándose llevar por la marea. La marea eran mis amigos. Estábamos, sin saberlo, pasando los últimos años de felicidad inconsciente. Luego viene la fría inconsciencia..
La transición hacia el futuro también fue inconsciente. Ninguno estaba ansioso por llegar...
Nos esperaba el brusco desgarrón del velo por el que veíamos imprecisamente el mundo alrededor. Fue una caída del caballo. 
Dije adiós a la benigna inconsciencia. Del naufragio guardé lo que pude. El vicio recuperado de la lectura, por ejemplo. Gracias a él y otros restos del naufragio no me ahogué. También gracias a mi familia bendita.
Siempre he seguido estrechamente el verso de JL Borges: “No me jacto de las páginas escritas, sino de las que he leído”. 

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