"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

martes, 14 de febrero de 2023

Carlos Saura, dep

Es difícil encontrar en España una opinión sincera de alguien que acaba de morir. Lo hemos visto con Carlos Saura, de oficio sus películas. 

Cuando Carlos Saura “triunfaba”, nosotros éramos unos pipiolos de izquierdas que creíamos tener todo bien aclarado. La dialéctica marxista te explicaba todo, hasta lo más intrincado. Algunos, de casualidad, nos acercamos a una nueva moda, que en cine eran las nuevas hornadas de la “Nouvelle Vague”. 

Este movimiento nos dio un criterio sólido para disfrutar del cine. Nos liberó de cadenas asfixiantes. Aprendimos que el cine no es bueno porque sea de izquierdas. Lo es si disfrutas viéndolo. El más gozoso no es el plúmbeo cine intelectual europeo, sino el cine comercial americano, infravalorado por una crítica trufada de ideología. 

Fue un estallido liberador fecundo. Aprendimos a gozar de películas claras, diáfanas, mucho menos crípticas que las de “Arte y ensayo”, generalmente incomprensibles. Podías estar toda la semana intentando descifrar una de esas, que sólo conseguías una migraña y un cabreo supremo con tu pareja. 

Para nosotros, los liberados, Saura era simplemente un mixtificador. Recuerdo “Pipermín Frapé” o “Ana y los lobos”, “Sor Angélica”, etc. Comparaba ese tormento fraudulento, con la emoción producida por, es un ejemplo, “Esplendor en la hierba”, o “Centauros de desierto”, o “Con la muerte en los talones”, o “Vacaciones en Roma”, o, o, o.... 

¿Por qué esas películas se disfrutan todavía hoy? Porque contenían emociones perennes. Si eran cómics hacían gracia, si eran dramáticas te creías el drama.

Mientras, Saura seguía a su bola, impertérrito en su torre de marfil. “Los perros ladran, la caravana sigue su camino...”. 

Se decía que era anti franquista. Puede. No se podía demostrar. No tuvo problemas en eso, ni en lo contrario. Se vivía bien tras el brumoso enigma.

Nadie me lo ha descifrado todavía.

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