La inversión por encima de nuestras posibilidades financieras es el origen de nuestra deuda (privada y pública). En la gráfica, la inversión bruta total por PIB. Es claro que España (azul) siempre ha estado por encima de Alemania (rosa) y Francia (verde).
(En volumen absoluto nos ganarían al tener un PIB más alto que el nuestro.)
Los ajustes en España se notan por la caída de la INV/PIB, como en 1980-84 y 1990-96, periodos de ajuste a los excesos en los que hubo aumento del paro.
El gran salto de la inversión, de 1996 a 2008, del 21% al 31% del PIB (que contiene la burbuja inmobiliaria) -esa gran campana-, fue tremendo. Se creó gran crecimiento y empleo, pero a costa de un endeudamiento exterior enorme. La gran mentira de que, como estábamos en el euro, no importaba, anestesió a la gente sobre lo que estaba pasando.
En 1980 y en 1992, hubo grandes reajustes de tipo de cambio de la peseta, que contribuyeron a que el ajuste fuera más suave: el riesgo cambiario es un freno a la inversión como lo es el tipo de interés. Pero en la última crisis, el efecto anestesia del euro, junto con los bajos tipos de interés que fomentó, produjeron esa gran bolsa que nos encegueció. Siempre que se produce un exceso financiero seguido de una crisis, siempre, hay un hipnotismo producido por un tipo de cambio fijo que da confianza a los inversores, hasta cambia la percepción del riesgo.
Ahora, pese a la desinversión tras la crisis, seguimos en unos niveles por encima de Alemania y Francia, lo que indica que no hemos tocando fondo. No lo hemos tocado, pues seguimos en niveles de inversión por encima del ahorro, lo que hace que recurramos a endeudarnos todavía en el exterior: tenemos todavía un déficit de BP cercano al 5% del PIB. La campana sigue doblando.
El alto nivel de gasto en inversión se suele justificar en que España es un país que necesita capital, lo cual puede ser verdad. Pero el sistema de financiación ha sido erróneo. Las consecuencias van a ser que vamos a tener que reducir la INV/PIB por debajo del 20%, lo cual requiere un esfuerzo de coordinación privado y público que no sé si es posible en el contexto institucional en el que nos hemos metido.
Quiero decir que el sector privado tiene ya demasiados incentivos a no invertir, mientras que el sector público corre desbocado a despilfarrar y endeudarse más y más. Este dinamismo imparable no es impuesto por el centrifuguismo cada vez más desatado. Cuanto más perdure esta condición, más bruscos, traumáticos y duraderos serán los ajustes.
Resumiendo: el euro ha propiciado una confianza ficticia, y unos costes financieros ficticios, lo que ha generado esa inmensa ola inversionista especulativa, que se ha replegado, pero no del todo; todavía ha de seguir haciéndolo.
Vimos ayer aquí, en /inversion-y-empleo, que sin inversión no hay empleo. Hemos visto que tenemos todavía una desinversión por delante. deduzcan Uds...

PS: justo acabo este post, y me encuentro con este bonito artículo en el FT que viene al pelo:
(En volumen absoluto nos ganarían al tener un PIB más alto que el nuestro.)
Los ajustes en España se notan por la caída de la INV/PIB, como en 1980-84 y 1990-96, periodos de ajuste a los excesos en los que hubo aumento del paro.
El gran salto de la inversión, de 1996 a 2008, del 21% al 31% del PIB (que contiene la burbuja inmobiliaria) -esa gran campana-, fue tremendo. Se creó gran crecimiento y empleo, pero a costa de un endeudamiento exterior enorme. La gran mentira de que, como estábamos en el euro, no importaba, anestesió a la gente sobre lo que estaba pasando.
En 1980 y en 1992, hubo grandes reajustes de tipo de cambio de la peseta, que contribuyeron a que el ajuste fuera más suave: el riesgo cambiario es un freno a la inversión como lo es el tipo de interés. Pero en la última crisis, el efecto anestesia del euro, junto con los bajos tipos de interés que fomentó, produjeron esa gran bolsa que nos encegueció. Siempre que se produce un exceso financiero seguido de una crisis, siempre, hay un hipnotismo producido por un tipo de cambio fijo que da confianza a los inversores, hasta cambia la percepción del riesgo.
Ahora, pese a la desinversión tras la crisis, seguimos en unos niveles por encima de Alemania y Francia, lo que indica que no hemos tocando fondo. No lo hemos tocado, pues seguimos en niveles de inversión por encima del ahorro, lo que hace que recurramos a endeudarnos todavía en el exterior: tenemos todavía un déficit de BP cercano al 5% del PIB. La campana sigue doblando.
El alto nivel de gasto en inversión se suele justificar en que España es un país que necesita capital, lo cual puede ser verdad. Pero el sistema de financiación ha sido erróneo. Las consecuencias van a ser que vamos a tener que reducir la INV/PIB por debajo del 20%, lo cual requiere un esfuerzo de coordinación privado y público que no sé si es posible en el contexto institucional en el que nos hemos metido.
Quiero decir que el sector privado tiene ya demasiados incentivos a no invertir, mientras que el sector público corre desbocado a despilfarrar y endeudarse más y más. Este dinamismo imparable no es impuesto por el centrifuguismo cada vez más desatado. Cuanto más perdure esta condición, más bruscos, traumáticos y duraderos serán los ajustes.
Resumiendo: el euro ha propiciado una confianza ficticia, y unos costes financieros ficticios, lo que ha generado esa inmensa ola inversionista especulativa, que se ha replegado, pero no del todo; todavía ha de seguir haciéndolo.
Vimos ayer aquí, en /inversion-y-empleo, que sin inversión no hay empleo. Hemos visto que tenemos todavía una desinversión por delante. deduzcan Uds...
PS: justo acabo este post, y me encuentro con este bonito artículo en el FT que viene al pelo:
Los sueños de España de desalinización en seco
Por Victor Mallet en Torrevieja y Barr Caelainn en Londres. Publicado: 26 de abril 2011 17:59 | Última actualización: 26 de abril 2011 17:59
Los ingenieros y los funcionarios decían que era una maravilla moderna, una "planta maravillosa", en palabras de un gerente de construcción, "bello", dice un fabricante de equipos.
El galardonado proyecto de desaladora en Torrevieja en la España árida de la costa sur-este, es el mayor centro de Europa para convertir agua salada en dulce, y la segunda más grande del mundo.
Ya ven a qué me refiero. Rivalidad en gasto, no en ahorro, despilfarro, inversiones improductivas, o excesivas, Todo esa pesadilla que parece no terminar nunca.Terminó el año pasado, pero la planta está parada, y es probable que siga siendo así por lo menos otros 18 meses. Ni las tuberías hasta el mar, ni la instalación eléctrica de las líneas de transmisión han sido aprobados o construidos. Incluso si se empieza a procesar el agua de mar, el producto puede ser tan caro que nadie quiere comprar.
Financiado con dinero de los contribuyentes españoles y € 55m de los fondos de desarrollo regional de la Unión, la planta de Torrevieja ha sido impugnada por motivos ambientales y financieros en varias ocasiones.
Parece otro ejemplo - como el aeropuerto de € 1bn vacío en Ciudad Real en el centro de España - de los peligros de un sistema altamente descentralizado política donde el poder es compartido entre el Estado, 17 regiones y municipios de más de 8.000.
La planta ha sido víctima de una intensa rivalidad política entre el partido socialista español, que dirige el gobierno nacional en Madrid, y el derechista Partido Popular, que controla la Comunidad Valenciana y el Ayuntamiento de Torrevieja de la ciudad.
Pero después del partido socialista José Luis Rodríguez Zapatero ganó las elecciones en 2004, canceló un plan respaldado por su antecesor del PP para canalizar el agua desde el río Ebro en el norte para ayudar a la seca región al sur-este. En cambio, los socialistas optaron por invertir 2 mil millones de € en una cadena de grandes plantas de desalinización en la costa.
Incluso las propias estimaciones de Madrid indican que el agua desalada costaría entre dos y cuatro veces más que el proyecto de acuerdo el precio de venta de 30 centavos de dólar por metro cúbico. No está claro qué agencia del gobierno pagaría la diferencia.
Pero con el precio del petróleo debido a la agitación política en el Oriente Medio, y la abundante lluvia que cayó en la mayor parte de España en los últimos dos años, los augurios no son buenos en el corto plazo para las plantas de desalación de alto costo en la Península Ibérica península.
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