"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

miércoles, 15 de mayo de 2013

El oro y el euro. Teoría monetaria

El patrón oro fue una de las grandes causas de las graves crisis de 1920-30 y el hundimiento de las democracias europeas. Friedman achacó la crisis de entonces a los errores de la FED. Cada vez más investigadores afirma que la gran obra de Friedman es insuficiente para dar una visión completa, ya que está centrada en EEUU, cuando el gran determinante de las alteraciones monetarias mundiales fueron causadas o se amplificaron gracias a la obediencia al Oro de los principales países.

David Glasner tiene un post en el que anuncia un artículo suyo (et Al) sobre las aportaciones de Hawtrey y Cassel a los debates monetarios de entre-guerras. El artículo es imprescindible, no sólo para entender a esos dos importantes autores, sino para lo que es más interesante: comprender aquella época tan dramática y convulsa, que produjo monstruos como Hitler o Stalin, y trajo un conflicto peor aún que la Primera Gran Guerra. Sin embargo, creo que el afán de Glasner por sobreponer a Hawtrey y Cassel por encima de Keynes no es convincente, primero porque Keynes me parece más profundo tratando el mismo tema, y segundo porque no me parecen radicalmente opuestos, sino más bien complementarios, aunque con más riqueza argumental en Keynes. Por ello, en lo que sigue me baso sobre todo en la obra de Keynes "Tract on Monetary Reform".

(Una fuente complementaria para tener una visión cronológica muy detallada es el libro de Barry Eichengreen "Golden Fetters", que ya he recomendado aquí.)

El Patrón oro se basaba en una deficiente teoría cuantitativa del dinero (Keynes): segun dicha teoría, la cantidad de dinero determina el nivel de precios, es decir, el poder adquisitivo, de un país.

Si el circulante de un país está ligado al Oro, se determina la la emisión de moneda como una proporción fija del el oro depositado en el banco central, y éste se compromete a vender a todo particular el peso en oro que figura en el billete del banco, los precios subirán y bajarán en relación a las variaciones de oro del banco central. Para conservar el poder adquisitivo, o su inversa el nivel de precios, estable, el banco no ha de hacer más que mirar pasivamente cómo al entrar oro en el país, su base monetaria aumenta: al hacerlo, los precios suben, y entonces aumentan las importaciones, bajan las exportaciones, se produce un déficit y una salida neta de oro, que revierte esos movimientos. El resto del mundo ha de mirar con igual pasividad cómo el oro afluye, aumenta el dinero en circulación, suben los precios, hasta que el aumenro de las importaciones restablece el equilibrio.

Por lo tanto, para que funcione el sistema, es necesario que el Banco Central sea pasivo y respete las reglas del juego. No debe intervenir si ve que el oro sale el país, pues los movimientos de precios restablecerán el equilibrio, y viceversa. Los países que aceptan las reglas del juego se garantizan una estabilidad de capacidad adquisitiva interna y externa, al fijar el valor de su moneda en una cantidad de oro fija que automáticamente define la paridad con las demás monedas adscritas al oro.

Pero, como dice Keynes, no era tan sencillo. Ni a los bancos centrales, y menos a los gobiernos, les gusta ver salir Oro. En el otro sentido, no les desagradaba ver subir las reservas de oro indefinidamente. Primero, se sabía que la oferta que oro era limitada, y no se estaba seguro de cuando podría volver a reponerse. Por lo tanto, habia una asimetría notable en la actitud con lo que se contemplaba uno u otro fenomeno. Además, el oro era considerado por los gobernantes un asunto de prestigio y y una garantia geoestratégica (de capacidad financiera en caso de guerra), aparte de no dejar de tener efectos electorales .

Por lo tanto, los Bancos Centrales no esperaban a que el mecanismo teórico de la subida o bajada de los precios restableciera el equilibrio y pusiera fin a la fuga de oro: antes de eso subían los tipos de interés, lo que perturbaba su nivel de producción, pero también cercenaba el flujo de oro hacia los países que más lo necesitaban. Por lo tanto, provocaba una recesión interna, y a la vez externa, al contraer la circulación monetaria mundial. Si ese país era EEUU, el que más oro tenía en su poder, las alteraciones en el resto del mundo eran considerables.

Cuando el movimiento del oro era en sentido contrario, tampoco les gustaba a las autoridades que se desarrollara la inflación, por lo que no aumentaban la oferta monetaria en la proporción obligatoria según las reglas admitidas por todos. Dejaban que el oro se acumulara en sus cajas sin efectos monetarios, lo cual cercenaba también el teórico ajuste de precios: la demanda interna, que debería aumentar y traducirse en importaciones del resto del mundo, se mantenía inalterable.

En suma, las reacciones de las autoridades a los flujos de oro no era neutrales, perturbaban los ciclos (eran en realidad tremendamente pro-cíclicas), y tenían a aumentar las fuerzas deflacionistas o inflacionistas mundiales.

Pero había en la teoría una falla no menos importante: el nivel de precios de un país incluye una serie de bienes y servicios que no son exportables, y que por lo tanto no soportan la competencia exterior. Había (y las sigue habiendo) resistencias internas, por mucha libre competencia que exista, a que los precios fueran totalmente dóciles, incluso aunque el banco central cumpliera la regla de aumentar o reducir la base monetaria según la cantidad de oro. Una de las cosas que demostró el Patrón oro es que los precios no son tan flexibles como decía la ley de Say, y que hay precios más lentos que otros en ajustarse.

Finalmente, otro fallo de la teoría, destacado por Keynes, es olvidar que la transacciones internacionales no son sólo comerciales. Las más importantes, entonces y hoy, son las financieras, y esas podían extender y acelerar los movimientos de oro antes de que los precios reaccionaran. Además, las transacciones financieras, como sabemos, son acumulativas: si veían salir oro de un país, podían intensificar ese movimiento simplemente suponiendo que iba a seguir sucediendo, sacando, por ello, activos del país cuestionado. Si introducimos la cuenta financiera, es casi imposible que los precios de un país en relación al exterior tuvieran que ver con los movimientos del oro en sentido equilibrador: salida e oro, caída de precios, mayores salidas de oro, etc. En realidad, los mercados financieros son siempre mucho más veloces en reaccionar, y sus precios mas volátiles, que los precios de los mercados de bienes.

Este último fallo de esa teoría se ve potenciado por otro relativo a la cantidad interna de dinero: hay movimientos endógenos de la oferta monetaria, debidos a cambios en la demanda interna de atesoramiento, contrapesan a veces, o acentúan otras, los movimientos del oro debidos a razones comerciales. Esos movimientos internos pueden intensificar más aún los movimientos externos financieros. De hecho, en 2008 tuvimos un perfecto ejemplo de huida a la liquidez en todo el mundo hacia los bolsillos de la gente, que colapsó totalmente el comercio internacional por falta de de financiación.

Por estas razones, mucho más ricas que las ofrecidas por Hawtrey y Cassel, Keynes se opuso al restablecimiento del patrón oro. Éstos, en cambio, aceptaron que se instaurara con determinadas condiciones, que Keynes profetizó que no se iban a cumplir. El euro es igual que el oro, con los mismas deficiencias que determinaron el fracaso del oro en los años 30. Pero es teóricamente más falible aún, porque en el oro entraban los países con capacidad productiva suficiente, mientras que en el euro han entrado países que se sabía que serían incapaces de soportar el ritmo productivo alemán ( Los países participantes en el Oro eran países industriales complementarios, que se aproximaban más a un Área Monetaria Óptima que los países del euro).

Alemania desarrolla el mismo papel que entonces EEUU: El país acreedor neto frente a los demás, que tiene la llave para que los deudores puedan crecer y pagarles las deudas, pero que, por crasa ignorancia (¿?), no lo hace. En favor de EEUU digamos que entonces no se conocían bien los fallos de la teoría, poco explorada, cosa que ahora no le sirve de excusa a Alemania. Alemania no deja que su economía se reflacione y aumente sus importaciones de los demás países, que es el mismo efecto que conseguía EEUU cuando no dejaba salir oro, o no permitía subir los precios internos. Alemania tampoco invierte su ingente capacidad financiera en los países en crisis, porque no ha dejado que la confianza en ellos se haya restablecido después de cinco años. No sólo eso, sino que permite que su opinión pública sea unánimemente adversa a esas naciones, consideradas poco menos sanguijuelas insaciables, un coste electoral que se desploma directamente sobre nuestras espaldas.

Todo esto indica que la UE no ha podido diluir los intereses nacionales, y que esos intereses jamás se diluirán, aunque se haga una unión bancaria y fiscal, incluso aunque se llegará a una unión política. ¿O no hemos visto ya fracasar diversas propuestas que iban a dar un fundamento definitivo al euro? El euro sobrevivirá, porque es todavía un apuesta política de los partidos europeos mayoritarios (aunque se enfrentan a una oposición creciente). Pero lo hará a costa de un crecimiento raquítico después de esta depresión, de cuyo final han dado testimonio los políticos demasiadas veces demasiado tiempo.



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