"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

miércoles, 19 de julio de 2023

La deuda pública

La deuda pública de España alcanzó 145% del PIB al terminar el primer trimestre de este año. Obsérvese que no es el máximo valor alcanzado, pues en 2020-21, debido a la profunda crisis provocada por la pandemia, la cifra llegó al 171%.
Podríamos poner aquí la deuda en mm de €, pero la referencia al PIB es obligada, pues es la fuente de dinero con la que pagamos la deuda.




Ahora viene el eterno debate sobre la deuda real y la oficial. La real es la que hemos citado: 145% de PIB. La oficial es la misma, sometida a algunos afeites aparentemente justificados, pero que en realidad reduce el peso efectivo de la deuda mediante la consolidación de las deudas de determinadas administraciones públicas (CCAA, por ej) frente a otras AAPP (estado central, por ej) así, si se fijan en la columna 10 del cuadro, la consolidación citada supone una quita (se alivia) de la deuda del 22,3% del PIB, por lo que al final, la deuda oficial, pasada por la túrmix llamada protocolo PDF (ahora lo explico), resulta ser de sólo el 112,8% de PIB. Cifra que es mucho más presentable a efectos propagandísticos. 
¿Que tiene de engañoso el protocolo PDF (Protocolo de Déficit Excesivo)? Pues sencillamente que el único sector del total de administraciones públicas con capacidad de redimir deuda es el estado central. Entonces, decir que la deuda catalana en manos del estado central se cancela porque es un activo de éste, es falso porque tal activo no existe, no es un activo porque no tiene un mercado donde el estado pueda venderlo por un precio. No hay tal mercado. Ídem para las demás administraciones regionales y municipales. Su deuda no es un bocado muy apetitoso para los inversores, que saben que esa deuda en realidad la asume el estado. 
Ergo, es más verídica la cifra total de 145% del PIB que la Segunda de 112,8%. El PDF no es un protocolo, es un eufemismo. Bienintencionado pero inútil, pues los mercados de deuda conocen la realidad. Pero tiene sin duda mejor venta entre los votantes.
Si vamos a las páginas del Tesoro, ahí encontramos, entre otras cosas, cuál es el rendimiento medio de esta deuda, que se puede ver en el cuadro



En la última columna y última fila, vemos que el rendimiento medio de esta deuda (el de mercado, no el nominal de emisión) es del 3,47%. Si aplicamos este rendimiento anual a la cifra de deuda, obtenemos cuánto % de PIB nos cuesta mantenerla, lo que resulta ser en torno al 5% de PIB anual, aparte de las amortizaciones. 
Se trata del PIB nominal, no deflactado, pues la deuda es nominal también. Puede parecer poco un 5% de nuestra renta anual, pero el problema es cuando el principal de la deuda sigue aumentando y ese 3,74% se aplica a un cantidad creciente. El origen de este aumento anual es el déficit público  anual (gastos menos ingresos fiscales).
Para que la deuda se mantenga estable en 145%, que será el objetivo inicial del próximo gobierno, el saldo corriente del gobierno debería ser cero (difícil compromiso con la cantidad de gasto comprometido que hay), y el crecimiento del PIB nominal debe ser no menor que el 5% de PIB que se van a ir a pagar intereses. Si el PIB nominal crece igual o más que los intereses devengados, y si el déficit corriente es cero (mejor sería positivo), la deuda se estabilizará... incluso se reducirá. 
Para reducirla sería necesario registrar superávits continuos todos los años, y que el PIB nominal creciera igual o más que el tipo de interés.
En otras palabras, para no trasladar esta deuda a futuras generaciones, debemos de crecer fuerte (como un 5% nominal anual) y tener todos los años, de media, un presupuesto equilibrado. 
No en balde el candidato a presidente Feijóo ha dicho que su objetivo es crecer para devolver la deuda y crear puestos de trabajo, que en los últimos tiempos, pese a las apariencias oficiales, se están reducciones si se observa la caída de las horas trabajadas, lo que indica que los puestos de trabajo creados son cada vez más precarios y mal pagados. 
Detrás del problema de deuda están las partidas de gasto altas que no tienen visos de moderarse: las pensiones, la sanidad, y tras gastos sociales ineludibles, como ayuda al desempleo. Estas partidas de gasto son un gran volumen relativo en los gasto al totales, y políticamente son intocables. Hay que llegar a grandes acuerdos políticos para intentar reducir su peso paulatinamente, porque si no, tarde o temprano supondrían la quiebra de España. Suena fuerte, pero es así. 

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