Leído en Jordan Peterson,
... Durante milenios hemos evolucionado en el marco de circunstancias intensamente sociales, lo que significa que los elementos más significativos de nuestro ambiente original eran personalidades y no cosas, objetos o situaciones. Las personalidades que percibimos gracias a la evolución siempre han estado presentes, bajo una forma previsible y dentro de configuraciones típicamente jerárquicas para cualquier tipo de intención y propósito. Han sido masculinas o femeninas, por ejemplo, durante mil millones de años, es decir, mucho tiempo.
La división de la vida en sus sexos gemelos ocurrió antes de la evolución de los animales multicelulares. Fue en una nada desdeñable quinta parte de ese periodo cuando aparecieron los mamíferos, que se caracterizan por preocuparse de forma minuciosa por sus crías. Así, la categoría de «padre» y la de «hijo» existen desde hace doscientos millones de años, un periodo más largo que el de la existencia de los pájaros o de las flores. No son mil millones de años, pero sigue siendo mucho tiempo, el suficiente para que lo masculino y lo femenino, así como el padre y el hijo, constituyan elementos vitales y fundamentales del ambiente al que nos hemos adaptado. Esto significa que masculino, femenino, padre e hijo son para nosotros categorías, categorías naturales, profundamente ancladas en nuestras estructuras perceptivas, emotivas y motivacionales.Si esto es verdad - y me temo que lo es -, las feministas de nuevo cuño están aniquilando la naturaleza humana. O, mejor dicho, lo están intentando, la están ignorando, creando por eso el caos social y un dolor insoportable a millones de personas, incluidas las que se someten a esta idea falsa, que no es más que una consigna política sin ninguna relación con la historia y la naturaleza del hombre. Están negando la biología del ser humano - y de paso la de los animales que nos acompañan en este viaje -, con unas consecuencias inimaginables pero nada benignas. Los hombres que las acompañan en esta cacería contra la realidad son iguales o peores. Se están negando a sí mismos.
2 comentarios:
Me permito recomendarle este delicioso y estremecedor artículo. Digno de Orwell, vamos.
https://ideas.gaceta.es/zhao-gao-y-la-leyenda-del-beso/
Gracias!
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