"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

jueves, 27 de junio de 2024

Libertad y sus oponentes

En general no tenemos ni idea de las causas de las crisis, los conflictos y, finalmente, el más horroroso de los desencuentros que es la guerra. La prueba de nuestra ignorancia es la inacabable serie de guerras que la humanidad ha padecido desde que el Homo Sapiens pisó la tierra.  
Quizás sea un error pensar que la razón es la que predomina en nuestros actos individuales o colectivos. Nos hemos dotado de teorías, religiones, que no logran explicar la razón básica del conflicto siempre presente. ¿No será mejor introducir en el modelo las pasiones humanas de las que casi nadie o nadie ha logrado dibujar un mapa de las emociones, aunque sea tosco, que nos ilumine un poco? 
En la civilización occidental este problema se ha orillado entre la Iglesia dominadora y las filosofías derivada, luego secularizadas. La Iglesia solo ha hecho una lista de pecados condenables con penas en el más allá. A medida que la credibilidad en el más allá se ha ido diluyendo en el horizonte, estos pecados han quedado hechos añicos en el suelo. Además, algunos son atentados a derechos fundamentales vigentes en estos momentos, y no digamos de esos nuevos derechos identidarios tan en boga hoy. Hasta el punto de que la Iglesia ha sacado bandera blanca diciendo, primero, que el infierno no existe - lo cual merma mucho la represora de los pecados - y ha admitido por la boca pequeña que cosas como la homosexualidad es, cuanto menos, digna de compasión”, cuando no “digna de perdón”. Es decir, miles de torturados y ejecutados por el verdugo por haber caído en el “pecado nefando”, resulta que fueron víctimas de errores jurídicos terribles, que además mantenían a la población aterrorizada, que es lo que se quería. 
Y la Iglesia ha mostrado más aprecio a esos “nuevos” derechos identitarios que ha los derechos humanos en el siglo XIX por los liberales. Que yo sepa, todavía no ha pedido perdón por su vergonzosa campaña de entonces nombrada “El liberalismo es pecado”, liderada por los jesuitas y gran clavo ardiendo al que se agarraron los gobiernos absolutistas y ultraderechistas. 
Después de los excesos de la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas, presuntamente liberadoras, se abrió paso el liberalismo embrionario de origen inglés. Gracias al prestigio de genios como Newton y la moderación de la ilustración británica, mucho más cauta que la francesa, empezó a tomar forma la monarquía parlamentaria, con el poder del rey  repartido entre el parlamento y el monarca, cosa que en realidad se venía contrastando en la historia inglesa desde la edad media, en que Juan sin Tierra firmó la Carta Magna que repartía el poder entre el rey y el parlamento de los nobles. 
Los ingleses no necesitaron hacer una revolución como la francesa para evolucionar hacia un gobierno compartido que se consagró en la “Revolución Gloriosa”, en 1689, llamada así porque fue un acuerdo sin derramamiento de sangre. A partir de ahí se fueron ampliando los derechos individuales, sobre todo el derecho a invertir, ganar dinero y tener propiedad, base indudable de la Revolución Industrial inglesa, la primera de todas. 
Con esto quieren decir que lo que ha funcionado es el reconocimiento de que hay sentimientos humanos de los que no se sabe mucho, pero que funcionan razonablemente en un régimen de libertades individuales protegidas por la ley no dictada por un monarca absoluto. Inglaterra empezó antes que nadie a explotar los inventos del siglo, a construir líneas de ferrocarril, por cierto, privadas, a abrir mercados internos y externos, y todo esto luego fue copiado por el resto de Europa. Nuevas pasiones del ser humano, “productivas” sustituían poco a poco a las viejas pasiones de la guerra. 
Desde entonces, por resumir, el mundo avanzó como nunca lo había hecho, tanto económica como espiritualmente. Una de las claves es que el protestantismo había abierto puertas a hechos antes considerados de partida pecaminosos, que en todo caso eran tolerados pero no legítimos. La creatividad individual salió a escena, y todos nos beneficiamos de ello. Eso sí, en los países mejor adaptados, que eran casualmente los protestantes del norte de Europa. En los países mediterráneos sobre los que la santa Iglesia tenía sus garrras (latina u ortodoxa, da igual) el progreso tardaría un siglo más en alcanzar la libertad y la prosperidad.
Ésta evolución no ha sido registrada ni estudiada por los dogmatismos al uso en cada época, que sustituyeron el dogma eclesial. Freud fue incapaz de hacer un mapa de las pasiones humanas si no pasaban por el sexo, origen, razón, y el todo de lo que anidaba en el alma humana. Luego vinieron los psicólogos marxistas, tan dogmáticos o más que los anteriores filósofos. 
Y lo que hay ahora lo ignoro, pero da igual porque la economía se ha empeñado en matematizarlo todo, que es la mejor manera de no ir a ninguna parte. La economía debería ser una ciencia del comportamiento humano, que fue como empezó… me parece que tiene más vigencia hoy Adam Smith que cualquiera posterior, porque todo avance ha sido fagocitado por los sucesores empeñados en volver a la casilla de salida. Es una exageración, pero no monstruosa. 
Keynes fue el único que aportó algo al decir que los mercados financieros son como un casino, donde importa más la pasión que la razón, para decir a renglón seguido que los mercados son necesarios, pues aportan liquidez a los que quieren vender. También explicó que el riesgo a veces no se puede estimar matemáticamente, pues hay eventos imposible de prever, aparte de que demostró que la teoría de la probabilidad era falsa.
Pero el mainstream económico sigue contando con la razón como único factor de decisión, y sigue calculando el valor probabilístico del riesgo cuando en realidad cualquier evento imprevisto puede poner del revés la estimación. De ahí sacó una de sus mejores aportaciones, que es su teoría de la liquidez.
Dar libertad de juego a pasiones antes censuradas por pecaminosas ha permitido avanzar en paz, estabilidad, posibilidades de los mejores de aportar algo benéfico para los demás, y la verdad es que se ha llegado a ello un poco de manera casual, un proceso de prueba y error, cuya mejor aportación es que se puede rectificar, como recomendaba Popper para aprobar decisiones con impacto a terceros: que se pueda revisar y dar marcha atrás. Esto muchas veces no es posible, lo que exige la información veraz sobre los fines y consecuencias de la decisión. En todo caso, una sociedad liberal-democrática es siempre más flexible que cualquier otra. 
Lo que demuestra la historia en todo caso es que hay innumerables actividades que hace mejor el sector privado que el público, y es fácil distinguir su eficacia: cuando el privado saca un beneficio donde el público obtiene pérdidas que recaen sobre los ciudadanos, sin duda es mejor el privado. Lastima que la izquierda siempre haya desconfiado de los beneficios privados…. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hablando de dogmatismos de nuestro tiempo, Fernando Savater hoy ha publicado una columna sobre el tema en The Objective. Me ha hecho mucha gracia este pasaje: "Mis amigos italianos, mayoritariamente de izquierdas o al menos progresistas, consideraban al separatismo como una especie de movimiento anticolonial, a los violentos como extremistas antisistema (como si ser antisistema fuese forzosamente bueno) y a los defensores de la unidad de España como tibios herederos del franquismo".
La peste del "progresismo".

www.MiguelNavascues.com dijo...

Sí, muy buen artículo de Savater. Es evidente la impermeabilización entre países que se supone están unidos por un proyecto de Unidad Política que, me temo, nunca va a ocurrir. Demasiados soñadores que sueñan cosas distintas y padecen pesadillas comunes, que no saben interpretar porque tienen la cabeza llena de ideas descabelladas. Los jóvenes son de izquierdas porque los horrores del marxismo han sido sustituidos por confetis y piruletas, ¿cómo se va a medir el problema de ETA con la cabeza a pájaros?
En fin, sin esperanza de que vuelva el “Hombre Fáustico” de Splenger, el verdadero héroe de l civilización que se agotó cuando se extinguieron los hombres fáusticos.