Draghi, el hombre que salvó al euro cuando estuvo a punto de implosionar gracias a Trichet - su predecesor como presidente del Banco Central Europeo -, es un hombre con tan merecido prestigio que le han encargado un diagnóstico del estado catatónico de la Unión. Su diagnosis no ha podido ser más acertada, a la vez que triste. Europa ya no es productiva. Su economía se ha distanciado y ya no es más que el 65% de la de EEUU (nace 25 años se pensaba que les desbordaríamos). Por decisiones erróneas, ligadas al pomposo programa “ecológico” llamado la Agenda 2030 - además del espíritu reglamentista de siempre -, se han cancelado industrias enteras que antes fueron el orgullo de Europa. Entre las industrias más básicas, se han cerrado centrales nucleares (cuando los ecologistas sensatos reconocen que producen una energía limpia). Todo esto se intentó suplir con el gas ruso; mira tú por donde, Putin, cuasimonopolista de ese gas, invadió Ucrania y hubo que renunciar a esa fuente, lo que encareció todos los mercados energéticos. Alemania, con una industria claudicante - ahora el enfermo de Europa -, se vio obligada a quemar carbón.
A todo esto, la UE ha caído visiblemente en iniciativa, en innovación, y no solo recientemente. Leemos en Ambrose Evans-Pritchard (AEP, Telegraph):
“Draghi afirmó que la renta disponible per cápita en la UE ha crecido a la mitad del ritmo de Estados Unidos desde el año 2000. El culpable es el sector tecnológico. “La principal razón por la que la productividad de la UE se desvió de la de Estados Unidos a mediados de los años 90 fue el fracaso de Europa a la hora de aprovechar la primera revolución digital”.
Por eso tiene razón cuando pide una esfuerzo inversor centralizado - es decir, financiado por bonos de la UE -, y le pone un cifra que es un mínimo necesario: 800.000 millones de euros anuales, con decisiones centralizadas en un poder realmente de la UE.
En realidad Europa perdió el tren de la modernidad tecnológica antes de aquellos engañosos años del Tratado de Maastricht. Europa parece haber aspirado siempre a redactar el reglamento de mundo (180 mil páginas de legislación propia lo corroboran), y ahora nos estamos enterando de las consecuencias del espíritu acomodaticio y la falta de inversión, en un momento crítico en el que se desarrolla la IA, con EEUU y China a la cabeza y ya muy distantes, mientras Europa sólo ha hecho un ley preventiva sobre la AI para evitar males imaginarios, que según Evans-Pritchard es un verdadero festín para abogados, que son los que se van a enriquecer con los inevitables litigios antes de saborear los frutos prohibidos.
Hay una vieja y una nueva UE. La vieja, liderada por Alemania y Francia, está en decadencia; la nueva, Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Irlanda, crecen más que aceptablemente. (Por cierto, España no va como un tren: va directa al abismo.)
Lo cierto es que la UE es cada vez más una zona económica mediocre, reglamentada, sin iniciativas, a merced de las grandes potencias mundiales, EEUU y China. Son potencias además enfrentadas, y nosotros deberíamos elegir estratégicamente en un mundo conflictivo y duro, sin compasión para los tibios. Para poder tomar decisiones correctas necesitamos una economía solvente, con futuro, cada vez más alejada de nosotros. En todo caso, deberíamos unirnos más para que EEUU no haga algo que está tentado de hacer, que es dejarnos caer en la ignorancia porque ya no somos un aliado fiable. Estoy convencido que de no seguir la propuesta de Draghi, seremos colonia de una de las dos potencias, probablemente China, a la que hacemos grandes reverencias.
¿Cuándo se torció todo? Los costos exorbitantes de la energía son parte de la historia, como lo son también la escasez de capital-riesgo y el fracaso en crear un auténtico mercado de capitales de la UE. Pero el daño se remonta a más atrás y tiene mucho que ver con la silente protección a los intereses creados, como siempre ha sido con las normas de Bruselas.
Pero eso es difícilmente realizable. Razón: la Europa como Alemania y Holanda se niegan. De nuevo AEP:
“Los alemanes y los holandeses se están apretando el cinturón en casa y están decididos a no compartir sus tarjetas de crédito con Bruselas y el cártel de los deudores del sur. El veredicto inmediato de Christian Lindner, el ministro de Finanzas alemán, fue lapidario: "Alemania no aceptará esto. No debe haber más confusión sobre la responsabilidad de los estados miembros respecto de sus propios presupuestos". Los fabricantes de automóviles chinos están “una generación por delante de los europeos en términos de tecnología en prácticamente todos los dominios, incluido el rendimiento de los vehículos eléctricos (autonomía, tiempo de carga e infraestructura), el software (niveles de conducción autónoma dos, tres y cuatro), la experiencia del usuario (por ejemplo, las mejores interfaces hombre-máquina y sistemas de navegación de su clase) y el tiempo de desarrollo (de 1,5 a dos años, en comparación con los tres a cinco años en Europa)”. (AEP)
Se me antoja imposible que los principales países, ya en decadencia, emprendan una ruta de mayor unión política y económica, cuando se han negado rotundamente en momentos más eufóricos. Alemania, concretamente, no quiere convertirse en la donante neta de fondos; pero eso además ya no es posible, pues está en recesión, su productividad ya no existe, y está pensando que ella se salvará gracias a su capacidad de ahorro.
Ahorro no es inversión. Alemania ya no está interesada en levantar su industria, que ha claudicado ineluctablemente con los recortes obligados por la agenda 2030, un dislate que sin tener resuelto el problema de la energía limpia, no ha sabido graduar la transición hacia fuentes no productoras de CO2.
En realidad, todos los países antaño líderes de la UE están ensimismados en sí mismos, atenazados por un oposición de extrema derecha que adquiera cada vez más votos, pero, que siguen proponiendo sus antiguas recetas que ya son vacías de contenido. En Francia, un país en tiempos orgulloso de sus servicios públicos, y merecidamente, ya no funciona nada mientras su deuda crece sin obrar. Como en los demás países, por cierto (menos Alemania, ensimismada en ahorrar. Por no hablar del imposible aumento de gasto en defensa que exigiría la geopolítica actual: los líderes europeos todavía se enredan los pies en algo que no va a suceder.
Draghi tiene razón en que solo nos salvaría más estrecha unión política, más proyectos de futuro, que levanten la productividad, única solución en una economía en caída demográfica. Pero me temo que no será fácil sacar de su ensimismamiento a los países fundadores de la UE, que recuerdan cada vez más al viejo Hindenburg en 1933, intentando frenar al imparable Hitler hacia su dictadura total en Alemania.
8 comentarios:
Me ha venido a la memoria el Proyecto Eureka, te acuerdas de él?
"El proyecto Eureka responde a una idea muy simple: si Europa quiere asegurarse un porvenir, se impone hoy un saldo tecnológico. Y para realizarlo es necesario unir fuerzas", explica el presidente François Mitterrand".
Cuanto ha llovido desde entonces, verdad? Y para que ha servido el grandilocuente Proyecto Eureka? Parece que para no mucho. Seguramente para lo mismo que el informe Draghi.
Espero que los europeos orientales den esquinazo al euro y puedan tomar el testigo de nosotros. Si al mperio de Oriente aún le quedaban unos siglos de vida cuando el de Occidente estaba ya en la lona, tal vez la historia se repita. Y vuelta a empezar
No me acuerdo bien, pero creo que Polonia, Hungría no están en el euro y les ha ido muy bien. Un años sin tipo de cambio libre dispone de una variable más y no necesita subir el tipo de interés para sostener su paridad oficial que ya nadie se cree. Por lo tanto, no sufre recortes bruscos de la demanda para controlar la inflación. Los ciclos son más suaves si el banco central se ocupa directamente de controlar la inflación, y deja libre el tipo de cambio. Lo malo del tipo de cambio fijo es que es un pacto que en momentos de desequilibro la mercados dejan de creer que sea sostenible y castigan especulando contra él. Además, en esas tesituras el problema se convierte en una cuestión de Honor patriótico, y el gobierno se empecina en defender su paridad oficial en una batalla ya perdida. En la crisis del SME, años 1990, la corona sueca estaba cuestionado y atacado por los especuladores. El banco de Suecia se le ocurrió subir el tipo de interés básico al 125%. Eso arreció Aún más las ventas de coronas y aceleró la caída que sacó la divisa del SME.
Efectivamente, ni Polonia ni Hungría ni Chequia tampoco han adoptado el euro.
Es un poco largo pero muy jugoso. Los hechos, hasta donde yo sé, están todos contrastados. Dieu et mon droit, el lema en el escudo británico, va a ser sustituido por Pay, shut up and keep your head down. Adiós a la democracia inglesa. Las élites globalistas (mediática, política, financiera y judicial) saben más que nosotros.
Aquí está el enlace:
https://www.gatestoneinstitute.org/20923/uk-starmer-dictatorship
Interesante y deprimente
Si la democracia inglesa se va a a la merde, los demás caeremos. Fue la primera monarquía en tener un parlamento. Ya solo queda EEUU. Pero viendo a los dos candidatos, no apuesto mucho por la democracia americana.
Publicar un comentario