"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

lunes, 30 de agosto de 2010

Leyenda

(Sigo aquí un comentario a Vicente Olazaran)...
Se le entendía bien Vicente. Quizás yo diría que la historiografía es la que debe ser aséptica. La historia, lo que la gente entiende como su historia, es otra cosa: imposible separar el mito de la verdad. "Cuando la leyenda supera... se publica la leyenda" -dice el personaje de esa joya del cine-. La gente no quiere la realidad cruda y dura, la gente quiere la leyenda, mezcla de mito y verdad, y como dejemos que de la leyenda se apropien los desalmados, como sucede ahora en España -con la mal llamada "ley de memoria histórica"-,  lo que se hace es construir una infamante memoria, en la que los "buenos" son los verdugos.
España, su existencia (y supongo que en Chile pasa algo así, aunque en grado menor) se basa en una historia de siglos. Pronunciar la palabra España puede producir honor o sonrojo. Lo que se busca ahora, vilipendiando la idea de España, es que produzca sonrojo, vergüenza, bochorno, para que la gente, acongojada por su historia, se entregue atada de pies y manos a sus verdugos.
Esto  una historia de larga data. Empezó al principio de XX. Los fautores fueron los separatistas, republicanos autoexcluidos de la Restauración,  socialistas, y poco después los militares descontentos. Estos, pata derribar uno de los regímenes más democráticos de Europa (derecho universal de voto en 1890), revivieron la leyenda negra, la alimentaron con sus propios mitos decadentes, y engancharon a los intelectuales más señalados, como Ortega y Gasset. Como dice Pío Moa, ningún régimen hubiera aguantado los embates de estas fuerzas destructivas, y menos la Restauración. En 1917, en plena Guerra Mundial, no tuvieron mejor ocurrencia que desautorizar al rey y las cortes y convocar en Cataluña un Parlamento de descontentos, lo que hizo casi milagroso que el régimen aguantara hasta 1923.
Destruir es más fácil que construir. Destruir mitos, religiones, creencias populares en las que se asientan los vínculos de poder con el pueblo  (nunca en la razón pura) es más fácil que reconstruir esos lazos de siglos.
La República II fue la victoria de esa fuerza incontinente, cuyos errores trajeron la guerra civil (incivil guerra, como dijo Unamuno).
Y ahora estamos en la segunda parte de esa Demolición. Mi patria es un sentimiento legendario, que cuando se intenta destruir, resulta que lo pierdo todo, hasta el futuro de mis hijos.
¿Es tan mala la Leyenda? hay que destruirla a cualquier costo para instaurar la "Verdad"? hummm, yo creo que es olvidar que el corazón del hombre cuenta también, y que puede ser tan constructivo o más que la razón,  y que, al fin y al cabo, "El tiempo, como decía Nietzche (un tipo poco recomendable, pero con ciertas intuiciones deslumbradoras), va cubriendo de la pátina de la verdad lo que perdura en él".
Por eso estoy de acuerdo con Violante, que ha hecho un artículo precioso y valiente, en el que se asume que un país libre debe empezar su casa por los cimientos de su historia y su leyenda asumida por todos, sin exclusiones.

3 comentarios:

Violante Cabral dijo...

Voy a decir una verdad a lo Harry Potter. Un principio metafísico es que no puede destruirse nada sin reemplazarlo. Sino se rellena el hueco, este invita a un caos entrópico.

Destruir la historia y reemplazarla por un mito no es tan terrible como borrarla.

Al final, en un siglo más o menos, con cierta distancia todas las leyendas se recuperan y se aceptan como en ciertas familias se recuerda con cariño a antepasados ovejas negras que en su generación fueron vilipendiados.

Este tema da para largooo.

www.MiguelNavascues.com dijo...

sí, va para largo

www.MiguelNavascues.com dijo...

DA para largo porque no puede precisarse del todo.