Ya sabemos lo que proponen los juan-de-mariana sobre los depósitos bancarios. Por ejemplo, aquí. Es una proposición que se basa en metáforas, no en los hechos tal como vienen sucediendo desde siempre. En esencia, es un fraude, o una "contabilidad creativa", como dice el autor:
1) en el lenguaje impreciso de la metaforización, que exagera el aspecto "inmoral" de un comportamiento que es habitual desde hace siglos, o incluso milenios.
2) en la radicalidad, atractiva para algunos, de sus propuestas de actuación: prohibir la inversión de la banca en activos a distinto plazo que sus pasivos. (¿Y si se impone, además, el patrón oro, y los bancos han de mantener en oro el 100% de los depósitos que le han hecho en oro?)
Así, el marxismo dice que el empresario roba al trabajador la plusvalía, porque le paga menos que el valor de lo que ha producido, puesto que detrás de cada máquina o artefacto usado hay trabajo incorporado, que a su vez no ha sido retribuido del todo, etc. Los juan-de-mariana, dicen exactamente los mismo de los depósitos bancarios: que es mentira -mentira consentida por las leyes- que estén realmente disponibles si, acaso, todos fueran a redimirlos al mismo tiempo. Su propuesta, avalada por su "adelantado" Huerta de Soto, es obligar a los bancos, por ley, que mantengan el 100% de cada depósito hecho en el banco.
Y punto. No aclaran como se compensarían las consecuencias en costes, para el banco y el cliente, de este nuevo modelo. Porque la reforma tiene consecuencias no agradables para el banco, para el titular del depósito, para el prestatario que quiere abrir una empresa o comprar una maquinaria y contratar más plantilla, etc.
Si se obligara a los bancos a actuar así, no estarían interesados en abrir depósitos, a menos que compensaran por otra vía la rentabilidad perdida; como sería convertir el depósito en una caja de seguridad pagada; a lo mejor, el banco, como una caja más, le interesaría si le dejaran cobrar un precio por ello: mira, le diría al cliente, tú necesitas tener el dinero aquí para no llevarlo encima, usarlo para pagar mediante cheques o tarjetas, y para mí eso supone un gasto de tiempo y empleo que voy a cobrar a un tanto por ciento de ese coste: digamos, un 3%. Si no es así, pierdo el coste de oportunidad de dedicar a la sucursal a otros menesteres que me dan más. Entonces, el cliente pagaría por su seguridad, no cobraría por la falta de ella... Como propone por otra parte (aquí), R. Rayan.
Bien, ahora el banco necesita otra fuente para financiar sus operaciones de activo, una fuente, además, que casara en vencimiento con el vencimiento de tal activo. Peliagudo. Esto sería bonito en un cuento den hadas que "modulara" con una varita mágica los vencimientos de unos y otros hasta que casaran gentilmente. A mí me suena que las cosas no funcionan así: que la competencia entre unidades productivas lleva a gestionar los plazos del pasivo de la manera más barata posible, y que se endeudan a corto, medio y largo plazo intentando rebajar el coste de interés medio del pasivo, mirando, sí, los vencimientos que casen aproximadamente con la inversión, pero nunca del todo, porque, primero, una empresa no sabe cuánto va a vivir, y, segundo, las cambios circunstanciales le exigirán disponer de mayor o menor grado de liquidez, y estará continuamente buscando arbitrajes financieros favorables para "swapear" una deuda a tipo fijo por un bono variable, y arañar ventajas como sea.
Todo esto que se hace libremente es par reducir los costos de funcionamiento e inversión. Afortunadamente, una empresa se endeuda en unas condiciones que sabe que cambiarán. Ahora, supongamos que el banco le dice que tiene que pagar por sus depósitos que mueve constantemente según le exige el funcionamiento diario; y que tiene que pagar un porcentaje añadido no desdeñable... Pues se buscará la vida en otra parte: a lo mejor, aumentaría su tesorería líquida, pese al engorro y el riesgo de robo que ello supone. Adaptará la gestión de tesorería para minimizar su coste.
En suma, lo que proponen estos señores contra la evolución secular es encarecer el coste de la inversión considerablemente: el banco tendrá más costes; luego, para conservar el margen, tendrá que cobrar más tipo de interés por sus préstamos, y la empresa se encontrará con un coste mayor de su inversión y de su gestión. El nivel de producción potencial sería menor, "caeteris paribus".
Al final esto es poner puertas al campo. Los bancos se inventarían una nueva modalidad de banca que sería bien aceptada por los clientes, depositantes y empresarios, como han hecho siempre, con el fin de abaratar el producto. Y si aplaudimos cuando lo hacen las empresas no financieras, no entiendo por qué hay que impedir a toda costa que lo hagan los bancos. Parece una manía persecutoria, como la de Marx contra los capitalistas.
Y no es ese el problema de la crisis. No han sido los depósitos, pues no ha habido retiradas masivas. El problema ha estado en otro sitio, en la banca de inversión, y de sus inventos precisamente para eludir los costes añadidos de la regulación. El problema de la banca no es de justicia, ni de reponer un hurto indebido: el problema es de su su intrínseca sistematización del riesgo, que hace a todo el sistema frágil con uno sólo banco con problemas. Y el problema es muchos bancos saneados, pero con un riesgo correlativo oculto, aunque improbable, cuando se materializa dicho riesgo, vacía a los bancos de liquidez y solvencia. El problema es de correlación, que impide que un banco quiebre sin que quiebren los demás. El gran reto de la regulación sería conseguir romper esa correlación, que un banco se hiciera responsable de su buena o mala gestión, y que su caída no fuera un riesgo de colapso en cadena del sistema. Pero no se puede. Por eso se intenta regular individualmente, sin que la regulación se lleve una buena parte de los márgenes bancarios; entre otras cosas porque un banco en aprietos tiene a asumir más riesgo y apalancamiento.
En otros sitios hablan de hurto, robo, expropiación de nuestros ahorros, etc. Me gustaría llamar la atención sobre la similitud en varios planos que estos señores muestran con el marxismo. Esto me ha costado reproches basados en que estos señores, ¿cómo van a ser marxistas, si fueron los primeros que demostraron la ineficacia del marxismo? Bueno, los que demostraron eso fueron sus abuelos, que eran algo más inteligentes que estos sucesores:
En la cuenta personal no se nota porque, en un ejercicio aceptado de contabilidad creativa, no ve que sus depósitos se esfumen, aunque estén ya comprometidos en un crédito a un tercero.El negocio bancario es de lo más peculiar. Usted deposita un dinero en el banco, y mantiene un saldo a la vista, es decir, disponible para usted en cualquier momento. Pero el banco no lo mantiene ahí, sino que lo presta.
1) en el lenguaje impreciso de la metaforización, que exagera el aspecto "inmoral" de un comportamiento que es habitual desde hace siglos, o incluso milenios.
2) en la radicalidad, atractiva para algunos, de sus propuestas de actuación: prohibir la inversión de la banca en activos a distinto plazo que sus pasivos. (¿Y si se impone, además, el patrón oro, y los bancos han de mantener en oro el 100% de los depósitos que le han hecho en oro?)
Así, el marxismo dice que el empresario roba al trabajador la plusvalía, porque le paga menos que el valor de lo que ha producido, puesto que detrás de cada máquina o artefacto usado hay trabajo incorporado, que a su vez no ha sido retribuido del todo, etc. Los juan-de-mariana, dicen exactamente los mismo de los depósitos bancarios: que es mentira -mentira consentida por las leyes- que estén realmente disponibles si, acaso, todos fueran a redimirlos al mismo tiempo. Su propuesta, avalada por su "adelantado" Huerta de Soto, es obligar a los bancos, por ley, que mantengan el 100% de cada depósito hecho en el banco.
Y punto. No aclaran como se compensarían las consecuencias en costes, para el banco y el cliente, de este nuevo modelo. Porque la reforma tiene consecuencias no agradables para el banco, para el titular del depósito, para el prestatario que quiere abrir una empresa o comprar una maquinaria y contratar más plantilla, etc.
Si se obligara a los bancos a actuar así, no estarían interesados en abrir depósitos, a menos que compensaran por otra vía la rentabilidad perdida; como sería convertir el depósito en una caja de seguridad pagada; a lo mejor, el banco, como una caja más, le interesaría si le dejaran cobrar un precio por ello: mira, le diría al cliente, tú necesitas tener el dinero aquí para no llevarlo encima, usarlo para pagar mediante cheques o tarjetas, y para mí eso supone un gasto de tiempo y empleo que voy a cobrar a un tanto por ciento de ese coste: digamos, un 3%. Si no es así, pierdo el coste de oportunidad de dedicar a la sucursal a otros menesteres que me dan más. Entonces, el cliente pagaría por su seguridad, no cobraría por la falta de ella... Como propone por otra parte (aquí), R. Rayan.
Bien, ahora el banco necesita otra fuente para financiar sus operaciones de activo, una fuente, además, que casara en vencimiento con el vencimiento de tal activo. Peliagudo. Esto sería bonito en un cuento den hadas que "modulara" con una varita mágica los vencimientos de unos y otros hasta que casaran gentilmente. A mí me suena que las cosas no funcionan así: que la competencia entre unidades productivas lleva a gestionar los plazos del pasivo de la manera más barata posible, y que se endeudan a corto, medio y largo plazo intentando rebajar el coste de interés medio del pasivo, mirando, sí, los vencimientos que casen aproximadamente con la inversión, pero nunca del todo, porque, primero, una empresa no sabe cuánto va a vivir, y, segundo, las cambios circunstanciales le exigirán disponer de mayor o menor grado de liquidez, y estará continuamente buscando arbitrajes financieros favorables para "swapear" una deuda a tipo fijo por un bono variable, y arañar ventajas como sea.
Todo esto que se hace libremente es par reducir los costos de funcionamiento e inversión. Afortunadamente, una empresa se endeuda en unas condiciones que sabe que cambiarán. Ahora, supongamos que el banco le dice que tiene que pagar por sus depósitos que mueve constantemente según le exige el funcionamiento diario; y que tiene que pagar un porcentaje añadido no desdeñable... Pues se buscará la vida en otra parte: a lo mejor, aumentaría su tesorería líquida, pese al engorro y el riesgo de robo que ello supone. Adaptará la gestión de tesorería para minimizar su coste.
En suma, lo que proponen estos señores contra la evolución secular es encarecer el coste de la inversión considerablemente: el banco tendrá más costes; luego, para conservar el margen, tendrá que cobrar más tipo de interés por sus préstamos, y la empresa se encontrará con un coste mayor de su inversión y de su gestión. El nivel de producción potencial sería menor, "caeteris paribus".
Al final esto es poner puertas al campo. Los bancos se inventarían una nueva modalidad de banca que sería bien aceptada por los clientes, depositantes y empresarios, como han hecho siempre, con el fin de abaratar el producto. Y si aplaudimos cuando lo hacen las empresas no financieras, no entiendo por qué hay que impedir a toda costa que lo hagan los bancos. Parece una manía persecutoria, como la de Marx contra los capitalistas.
Y no es ese el problema de la crisis. No han sido los depósitos, pues no ha habido retiradas masivas. El problema ha estado en otro sitio, en la banca de inversión, y de sus inventos precisamente para eludir los costes añadidos de la regulación. El problema de la banca no es de justicia, ni de reponer un hurto indebido: el problema es de su su intrínseca sistematización del riesgo, que hace a todo el sistema frágil con uno sólo banco con problemas. Y el problema es muchos bancos saneados, pero con un riesgo correlativo oculto, aunque improbable, cuando se materializa dicho riesgo, vacía a los bancos de liquidez y solvencia. El problema es de correlación, que impide que un banco quiebre sin que quiebren los demás. El gran reto de la regulación sería conseguir romper esa correlación, que un banco se hiciera responsable de su buena o mala gestión, y que su caída no fuera un riesgo de colapso en cadena del sistema. Pero no se puede. Por eso se intenta regular individualmente, sin que la regulación se lleve una buena parte de los márgenes bancarios; entre otras cosas porque un banco en aprietos tiene a asumir más riesgo y apalancamiento.
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