"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

viernes, 30 de agosto de 2013

Las puertas del infierno

Montaigne era un hombre culto para su época, tenía cientos de libros - nos informa Pedro Cuartango en El Mundo. Sí, es verdad, yo he leído a Montaigne, y recuerdo esa imagen de sí mismo, en su Torre donde se retiraba a leer y meditar, rodeado de libros en las paredes combadas de su torre.

Tenía un ensayo esplendoroso en el que habla de "los tres comercios". Los tres comercio son: la guerra, el amor, y los libros. Son los tres comercios que más le han importado. De la guerra dice que hay que ir con buen ánimo. Montaigne fue un pacificador, un negociador que intentó mediar en las guerras de religión devastadoras entre católicos y hugonotes. El era católico, pero un católico libre pensador. Su amplia cultura clásica le daba esa amplitud de miras que le faltaban a la mayoría de sus coetáneos. Llegó a ser un hombre muy influyente en la corte.

Sobre el amor era muy francés. Es decir, le gustaba el amor. Estaba casado, pero no por eso dejo de amar a otras mujeres. Pero el comercio que más le gratificaba el el de los libros. Decía que era el que menos le defraudaba, siempre eran fieles, siempre eran dóciles.

Sufrió mucho de cálculos renales, lo que le enseñó, gracias a sus conocimientos de filosofía clásica, a sobrellevarlo con humor. El dolor era para él una escuela de purificación.

Todo esto viene a cuento de que hoy no hay conocimiento, sino información sin articular. Podríamos decir que tenemos muchos telegramas, muchos titulares, que luego volvemos a transmitir telegráficamente, como monos que se escarban las pulgas y se las pasan a otros monos. El otro día leí que Sergio Ramos, ese prodigio intelectual, había visto la final de water-polo femenino en una repetición, una semana después, y creyendo que lo estaba viendo en directo, felicitó en Twiter a las chicas. Qué prodigio. Bueno, pues eso es la información hoy: desinformación.

Montaigne es un escritor permanente porque fue un analista de la realidad muy agudo. Su cultura le confirió una estructura mental para observar el mundo con eficacia. No hay hechos desnudos, hay hechos captados por una mente, y cuanto más amplia de miras sea esa mente más provecho sacará a la observación de la realidad. Pero los hechos sin perspectiva previa no son nada. La misma selección de hechos implica un esquema previo. Buscamos y, por lo tanto, somos aprioristicos. A veces encontramos un hallazgo, pero en consonancia a nuestra perspectiva previa. La flexibilidad mental nos permite rectificar el esquema previo en función de los datos.

Pero sin un mínimo de cultura previa, no hay conocimiento.

Hoy no hay esa amplitud de miras de Montaigne. La hiperespecialización, tan fructífera en las ciencias naturales, ha empobrecido otras ciencias. Pero, además, el proceso de información ha perdido toda perspectiva cultural. La des-educación general estrecha la visión del que recibe una noticia. Su impulso no es ver si le interesa, meditar sobre ella, sino enviarla a otros inmediatamente para figurar como el primero que la ha captado. Y así pasa lo que le pasa a Sergio Ramos: que percibe la noticia cuando está ya es vieja.

Pero esto no sólo le pasa al pobre SR. Hoy, as decisiones más importantes se toman sobre información banal, como la de bombardear o no Siria. El ataque a las Torres Gemelas fue en parte por culpa de la cantidad de información que poseían la agencias de seguridad que nadie se atrevía a dar un formato inteligente, porque ¿por dónde empezar?

Esto es el fenómeno cultural de hoy. A esto juegan no sólo los Sergios Ramos, sino mucha gente que se supone culta, meditadora, reposada. Por ejemplo los políticos. Todo eso conforma un magma de redundancia, un baile diabólico de necedades que empachan, o deberían empachar.

En todo caso deben de causar una ansiedad insoportable. Es el infierno, o al menos las puertas al infierno.

2 comentarios:

Herejes sin Fronteras dijo...

Que razón tiene D. Miguel. Mi padre tuvo una formación más universal que la mía, lo que le permitió ser ingeniero y abogado. Yo solo pude seguirle en lo primero y si ve a los muchachos que se preparan para la Universidad evrá que junto a unos cuantos preparadísimos (aunque sin haber leido ni a Montaigne ni a Delibes, por ejemplo)que se van a Alemania ya jovenes entontecidos por la PSP, el twiter el "caralibro" y demás moderneces.
Es verdad que hay muy poco trabajo para jóvenes hoy en día pero lo que se presenta a lo poco que hay vive en otro mundo.
Eso, o soy yo quien empieza a vivir ya en el pasado y faltándome 9 meses para los cincuenta me parece un poco pronto

www.MiguelNavascues.com dijo...

Sí, claro, vivimos en el pasado por mucho esfuerzo que hagamos. Es inevitable. Lo que es evitable es la desastrosa educación que damos en España. No me refiero a leer a Montaigne, que eso es para mayores, en fin, ya me entiende.