"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

viernes, 17 de julio de 2015

Triple salto mortal con tirabuzón. Economía keynesiana

Eso es la Economía: dar un trope salto mortal con tirabuzón y aterrizar derechamente. Eso sí, con una diferencia. Me explico. En una virguería desde un trampolín, apenas transcurren décimas de segundo entre el inicio y el final. Todo está controlado, aunque sea a base de ensayos y repeticiones. Cuando el saltador acude a la prueba, es casi un autómata. Puede haber imprevistos, pero poco probables.

En economía, en cambio, lo que hay seguro son imprevistos. Despleguemos la imagen del saltador, pero en esta caso para un inversor. El inversor tiene ante sí un serie de años -no está claro cuántos- entre que incidía su salto y aterriza felizmente, o no.
 
No tiene un ámbito de espacio-tiempo seguro. Tiene una idea que puede ser rentable porque sería un nuevo producto, que podría acaparar el mercado en su primer lanzamiento, antes que los competidores lo copien o lo hagan mas barato.
 
No tiene capital suficiente, por lo que ha de endeudarse. Como no es conocido, será con un banco que le cobrará un interés mayor que los clientes conocidos.
 
No tiene claro si al final los ingresos que imagina cuadrarán con los gastos, financieros incluidos, o todo acabará en los juzgados. Puede hace cálculos de probabilidad, pero por aproximación.
 
Por lo tanto, su salto se compone de largas e inciertas fases. Primero tiene una idea de un producto nuevo, o una manera de fabricar un ya existente pero mucho más barato. Para empezar, va al banco (a varios en realidad) y consigue un crédito. Tiene ya un dato... Aproximado, porque el volumen de crédito es como el juego de las siete y media, o te pasas, o no llegas. Esto le deja muy poco margen para empezar a ganar dinero.
 
Se decide, convoca a proveedores alquila un local... Su salto ha empezado desde que empezó a a sacar dinero del banco y a pagar. Está en el aire, como el saltador de trampolín, pero éste domina al aire a base de entrenar. El empresario no tiene nada ensayado porque no sabe lo que le espera en cada momento, tiene que improvisar. Tenía pensado amortizar gastos (financieros incluidos) en tres años, pero resulta que oh, bendición, sólo tarda dos: o al revés, los primeros beneficios llegan a los cuatro años.
 
En suma, como advertía Keynes, no hay nada escrito, y no hay información sobre lo que sucederá. Lo único que va desvelando el tiempo son los pagos del crédito y de los proveedores. Hay variables que le pueden dar sustos, o al revés, ponerse a su favor, como un bajada de tipos interés que le permiten aumentar el crédito, o una devaluación de su moneda que le abre mercados insospechados. Una subida de la bolsa revaluará su empresa, aunque no cotice todavía. Podría decirlo entonces aprovechar una fase alcista para venderla... O todo lo contrario: una crisis como la de 2007 puede dejarle sin nada más que las deudas...
 
El final del tirabuzón es siempre inesperado. Puede ser clamorosa victoria, con el lanzamiento de un producto que le va a hacer archimillonario (Steve Jobs), o todo lo contrario, un batacazo que a lo pero no es por su culpa. Se queda tetraplejico, como si al saltar se hubiera desviado unos milímetros de la piscina. Pero para el saltador los parámetros están fijos, la piscina no se mueve. Es un fallo suyo si se desvía de lo que ha ensayado.
 
Esta función es esencial. La izquierda quiere creer y hacernos creer que el estado la puede asumir perfectamente, o al menos que se puede inmiscuir para garantizar el resultado. ¿Pero cómo sabe un funcionario el resultado? el resultado final está en la cabeza del creador, el estado no tien esa capacidad creativa. Lo que ha de hacer el estado es crear la acondiciones favorables para que esa actividad florezca.
 
Hay otros que dicen que el éxito se convierte en demasiados beneficios, que han de tasarse con impuestos más que proporcionales. Es sospechoso que alguien gane tanto dinero. Inmoral.
 
Y otros que ponen el culpa apretado y dicen que todo es cuestión de cuadrar la contabilidad, los ingresos y los gastos. El problema es que eso es una visión estática, porque lo que hay que cuadrar es lo planeado con antelación con lo que sucede al final. El final, por otra parte es incierto. ¿Puede ser el final cuando se alcanza el éxito? No es el momento de comenzar de verdad?
 
Yo creo que el problema es que la mayor parte de los beneficios acaban en un Tinglado financiero que tarde o temprano trae una burbuja. Es más, la,emtablemente la creatividad se ha concentrado cada vez más en el sistema financiero... La burbuja cae y se espíes en grandes quebrantos. Para evita el colapso total, see rescatan los bancos, con el dinero público. Los individual que a e han quedado sin trabajo u endeudados, no son rescatados. Algo falla. Algo grave, porque lo único que ha crecido desde la crisis ha sido de nuevo el sistema financiero...
 
La inversión real apenas ha aumentado, y menos en los paises del euro. Las bolsas sí, de manera asombrosa en relación a las perspectivas de crecimiento, nada boyantes.
 
Esto es, mas o menos, como veía Keynes el problema de la economía. Incertidumbre por falta de información. Volatilidad de la inversión porque los inversores deben basarse en un componente irracional, pues el racional no tienen material suficiente con el que armar un modelo, si no es a muy corto plazo. En ese componente irracional, o "Animal Spirits", es imposible que no haya un componente de emulación de lo que hacen los demás. Así, hay épocas de euforia que se contagia, como cuando viene. Mal dadas todo se vuelve pesimismo.
 
La diferencia de Keynes con los demás economistas es que creía que ese pesimismo contagioso podía ser duradero, y que la economía podía estar mucho tiempo en un equilibrio con desempleo. Los demás economistas achacaban ese desempleo a la culpa de los trabajadores, que debían bajar sus salarios. Petición bastante estéril. Pues ni los trabajadores ni los empresarios saben exactamente dónde ha de llegar el recorte. Como los inversores, ven que los demás se resisten, y por emulación intentan mantener su salario nominal todo lo que pueden, mientras los empresarios sometidos a competencia se ven obligados a bajar precios.
 
Keynes no era de izquierdas, no creía que la economía capitalista funcionara como un reloj. Pero creía en la economía capitalista. Había periodos de optimismo en que la economía funcionaba con bajo nivel de paro, pero había crisis y recesiones que podían eternizarse. No se podía confiar en que la economía privada encontrara el camino de salida.
 
Tampoco creía que el estado debía endeudarse permanentemente. Debía hacerlo cuando la economía se contraía y entraba en fase de pesimismo, pero debía devolver esas deudas cuando crecía.
 
¿Por qué debía endeudare el estado? por el sector privado, cargado de deuda, no podía endeudarse para invertir. ¿No sería mejor, como proponen los austriacos-austericos, liquidarlo (liquidadionistas) todo y saldar las deudas? Es una creencia estúpida: se entra en un circulo de contracción que agrava el problema de deuda, al ser ésta fija. Es lo que se ha ensayado en Europa y ha fracasado estrepitosamente.
 
Por otra parte, el tipo de interés muy bajo del banco central permite al estado endeudarse sin apenas coste. El endeudamiento del estado permite suplir la inversión privada cuando ésta cae. En determinadas condiciones de caída de la actividad y tipos de interés bajos, el gasto del estado (bien gestionado) tiene un multiplicador sobre la demanda que impulsa al alza la inversión privada. Una es recuperada la economía y los ingresos fiscales, era tiempo de recortar gasto y obtener superávits para reducir al deuda.
Luego Keynes no era un anticapitalista, sino un partidario de insuflar confianza y demanda cuando fallaban. Creía que el capitalismo no era autosuficiente, pero aún así no había alternativas.
 

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