Yo me alegro enormemente, sobre todo por el primer punto, que fue la primera intuición que me sugirió la crisis. ¡Qué gran estupidez no tener en cuenta que las variaciones de demanda tienen efectos de histeresis en los factores de la oferta, es decir, que el capital y el trabajo se deterioran cuando se quedan estancados y sin usar! Un trabajador que ha perdido su trabajo en una edad mediana tiene grandes posibilidades de perder su capacitación cuanto más tiempo esté parado. Y no se puede decir que es culpa suya porque no acepta un salario menor. Si lo hiciera, seguramente sería en un trabajo menos cualificado, y seguiría perdiendo cualificación.
De todas formas, aún con todas estas reflexiones tardías sobre la crisis, no nos están salvando. Son gratificantes porque se acercan más a la verdad que el anterior mainstream, pero no sale de ellas una dirección ilusionante, aparte de que los grandes poderes se niegan a poner en marcha mecanismos para acabar con la deuda o elevar la demanda.
El caso especial es Europa, embarrancada en las rocas y todos discutiendo unos contra otros sobre cuántos pasajeros han de ser sacrificados a la mar para que la nave aguante un poco más. Pero no nos engañemos. Europa no ha solucionado ninguno de sus problemas clave y está a merced de la próxima borrasca.
En realidad Europa no tiene macroeconomía posible, a menos que invente una totalmente nueva. Las variables macroeconómicas importantes no son europeas, son nacionales. Los tipos de interés por ejemplo, o las tasas de paro, o los ritmos de crecimiento, son nacionales, aunque atribuibles a las condiciones férreas y errantes de Europa. Me río cuando se pretende que Europa tiene un modelo macroeconómico. Es como España, por cierto, en la que la disgregación de funciones y poderes ha hecho de ella un país ingobernable, en el que cada uno hace lo que le sale de wito, y donde es imposible un análisis de causa efecto general. Si alguien quiere ser optimista sobre estos dos casos de empantanamiento dislocado - del que yo creo que no son conscientes en la otra orilla del Atlántico - le recomiendo que lea grandes dosis de cuentos de hadas.
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