Adiós Gran Bretaña, tierra de Churchill, la libertad individual, la Revolución Industrial y la abolición de la esclavitud; adiós Francia, cuna de De Gaulle, la meritocracia, el racionalismo y 365 tipos de queso. Dos países gloriosos, divididos por una historia común.
Bonjour, en cambio, a la pesadilla distópica de Frangletterre, un par de estados fallidos por el precio de uno, ambos sumidos en una espiral de ruina económica, cultural y social.
Tras divergir en las décadas de 1980 y 1990, Francia y Gran Bretaña vuelven a converger, a pesar del Brexit, copiando mutuamente sus peores patologías, desde los altos impuestos hasta el wokismo, desde la incontinencia fiscal hasta la mala alimentación: la única pregunta es cuál implosionará primero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario