"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

miércoles, 28 de junio de 2017

Pedro y Pablo

Pedro y Pablo están, naturalmente sin saberlo, representando una obra de desavenencias que ya representaron los Pedro y Pablo originales, es decir, san Pedro y San Pablo. Los cristianos no eran marxistas, pero un toque de protocomunismo tenían. Debían entregar sus bienes o venderlos, y dar a la comunidad el resultado para que ella lo administrara. No había bienes personales más que lo imprescindible, y aún así. 
La comunidad Cristiana era al principio una secta Judía más, y así es como quería san Pedro que quedara: cumpliendo todos los ritos de la sinagoga judía, pues Cristo nunca había dicho que no se cumplieran los mandamientos (aunque había retado algunas reglas, como cuando sus apóstoles comieron semillas de trigo al pasar por un trigal en sábado). Pero Pedro era muy estricto en eso. Cristo era el Mesías anunciado en el Antiguo Testamento judío, y había muerto y resucitado para venir en breve a establecer el reino del Dios judio en la Tierra, reino en el que los demás pueblos se inclinarían. 
Pablo era lo opuesto. Pablo iba por libre. Tuvo su Epifanía, o caída del caballo, y emprendió su propio camino, que era convertir a Cristo a todos los pagamos, extender el mensaje de Cristo por el mundo. Ese mensaje era muy sencillo: Cristo ha resucitado, y ha prometido venir a por todo aquel que crea en él. Todo el que crea en Cristo resucitado, se salvará e irá al nuevo reino. Lo demás, las reglas judías, era una cuestión exterior ¡que no tenía importancia! 
Sobre todo lo del prepucio. Los judios eran circuncidados obligatoriamente, para Pedro era esencial que los nuevos cristianos no judíos se circuncidaran, a lo que Pablo, que era más listo, dijo que no, porque si no, veía que sus prédicas entre los paganos iban a ser un fracaso. La frase quizás más decisiva de Pablo fue: "poco cosa seríamos si Cristo no hubiera resucitado y no lo creyéramos". Pablo, al final, era antijudaizante, y en sus cartas advertía a sus prosélitos que no hicieran caso de los judíos que se hacian pasar por cristianos (Pedro, o enviados por éste) y exigían la  circunscisión para entrar en la secta Cristiana... que gracias a Pablo, poco a poco dejo de ser secta y se independizó totalmente del judaísmo cuando los cristianos pasaron a ser una masa importante de gente en el mundo pagano. Éstos ya no peregrinaban a Jerusalem, ya no cotizaban donaciones al Templo: se independizaron. 
Este siglo de desavenencias crecientes (que llevaron a la celebración del primer Concilio, en Jerusalén, de que no se llegó a ningún acuerdo, salvo dividir las "áreas de influencia") y la ruptura final se pueden seguir en las cartas de Pablo, verdadero documento primigenio del cristianismo, pues fueron escritas y difundidas antes del primer evangelio canónico. El evangelio que rompe definitivamente con el espíritu del judaísmo es el último (muy posterior a los otros), el de san Juan, totalmente distinto a los demás. Luego poco a poco se "cosieron" las desavenencias, pero la Iglesia Cristiana no volvió jamás a tener nada que ver con Judea, hasta el punto que los judíos pasaron a ser "los malos de la película", los que habían matado a Cristo. 
Los Pedro y Pablo actuales están representando una película lejanamente similar, con final en trifulca, indudablemente. Lo malo es que espiritualmente no están a la altura de aquellos gigantes, u sus cuitas nos resultan patéticas y vergonzosas. San Pablo tenía una visión grandiosa del cristianismo, y puede decirse que se cumplió esa visión después de su muerte. Fue depositando su semilla, fue formando comunidades Cristianas por todo el mar Mediterráneo, a las que iba a visitar pero sobre todo les enviaba sus epístolas, que son un tesoro documental increíble. San Pablo era un gran escritor, en el sentido que escribía como le hablaba a la gente, y en sus epístolas se puede hasta oler el recio olor que desprendían sus vestimentas. (Tienen un relato vibrante de esta historia en "El Reino", de Emmanuel Carrere, Ed. Anagrama).
... Nuestros protagonistas de hoy tienen ambos un objetivo imposible: descabalgar a Rajoy y ponerse ellos (¿quién de los dos, si uno no es diputado y el otro es un impresentable?). Da un poco de risa cada vez que veo a estos dos mediocres. Mientras España está ardiendo, y no sólo figuradamente, por sus cuatro esquinas, ¿se puede proponer como objetivo máximo tal mezquindad? Son así de locuaces y ligeros de cascos: ellos a sus locuras mientras España es atacada por el flanco nordeste, lo que estos les parece un problema suculento, por lo menos a Pablo, a quien no le importaría destruir el Estado... y a España, claro. Para el la historia es una cosa de Poder. Pero como es tonto no llegará a ninguna parte. Ni Pedro tampoco, con sus consignas de paranoico, "NO es NO" y "hay que echar a Rajoy", cuando no tiene ni escaño ni ejército de diputados, que tenderá a ser menguante. 
Bueno, hay que decir que para locos los judíos, que enfrentándose a Roma lograron devastar Israel y borrarlo del mapa. 
Lo que quiero decir es que estas cosas de ideología y poder hacen mezclas explosivas, y nunca se sabe cómo van a acabar. 

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