"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

martes, 26 de abril de 2022

El mundo de ayer

En octubre publiqué un artículo en el que explicaba que la ruptura de la geopolítica estaba anulando la importancia de la Macroeconomía y dando paso a marchas forzadas a poner en primer lugar la Geoestrategia. Es decir: lo militar lo primero.
El mundo, tras la II Guerra Mundial y la victoria de los aliados, se dividió en dos bloques antagónicos: Occidente, bajo el liderazgo de EEUU, y el bloque soviético. Ambos se repartían su influencia en todo el globo manteniendo ciertas reglas, con la disuasión para ambos de la Destrucción Mutua Asegurada  (DMA), lo que hacía suponer que las armas nucleares no se usarían. Esto dejaba una amplia franja de pulsión y reacción en zonas de influencia repartidas por el globo. En suma, que los conflictos entre los dos grandes bloques se dirimían en países lejanos, quedando a salvo Europa occidental, oriente y EEUU. Campos para dirimir conflictos de influencia eran el resto del mundo, como Latinoamérica, África, Mundo Árabe, etc. 
Europa se desarrolló institucional y económicamente bajo el paraguas militar de EEUU, encantado de ocuparse de proteger a Europa de la amenaza real de invasión por la URSS, con la instalación de misiles nucleares en territorio nuestro. Entretanto, se comerciaba.
En suma, habían una paz vigilada que eliminaba el riesgo de una guerra mundial-nuclear, lo que permitió crear un ámbito provechoso para la inversión, el comercio y el crecimiento casi continuo, ya fuera bajo el influjo de los keynesianos, o de los friedmanitas, hasta que se presentaron otros en la disputa. (Disputa, digamos, completamente estéril desde la crisis financiera de 2008, que cuestionó toda la economía académica en boga).
Este mundo cuasi idílico se acabó, primero, con la caída del Muro de Berlín, que hizo nacer esperanzas, casi inmediatamente frustradas, de un mundo sin conflictos bélicos. El Segundo aldabonazo lo recibió EEUU desde el Terrorismo árabe, con el impacto de los dos aviones en la Torres Gemelas de Nueva York, visión apoteósica que nos abrió los ojos sobre que ya nada sería igual. Y nada lo fue.
El tercer aldabonazo es, creo, el asalto ignominioso de Rusia a Ucrania, que introduce nuevos elementos de desesperanza sobre una posible guerra mundial; al menos, condiciona pesadamente el futuro económico. Los mercados financieros ya se han orientado a la baja, de momento poco, pero con signos bien claros de que no les gusta lo que ven. 
He de decir que nunca confié en que Rusia asimilara la globalización y el comercio como ideario antibélico. Rusia ha demostrado una impermeabilidad total a la economía floreciente, al mercado; odian a EEUU y a Occidente, y tampoco en el fondo han dejado de ser zaristas. Les gusta el sometimiento. Una casta aristocrática ha sido laminada por el comunismo, pero la cuestión sigue incólume: nos gusta como somos. 
Y con esto hay que pechar. Olvidémonos de la Macroeconomía, porque hoy lo que se impone es la Geoestrategia. Es decir, la inseguridad de los mercados, la amenaza perpetua de cortar el suministro de los bienes internacionales, la interrupción de transportes y comunicaciones, etc. El “Mundo de ayer” como diría Stefan Zweig en su esplendorosa y melancólica novela, se ha acabado, y me temo que por mucho tiempo. Es muy difícil pensar en dar marcha atrás, dado el punto al que hemos llegado. Hay un cierto olor a 1914. 







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