"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

lunes, 31 de octubre de 2022

Premios Nobel

España ha recibido cinco Nobeles de Literatura. Francia dieciséis. Una ventaja enorme. El último concedido a España fue hace 30 años, que recayó en Camilo Jose Cela. El último a Francia ha sido este año, a Helléne Arnaux, La décimo sexta de la lista francesa. ¿Es como para indignarse?
Treinta años es mucho, pero no me extraña. La literatura española de hoy me parece un rotundo fracaso desde Cela y su generación. Generación franquista, lo siento, pero es así. Luego tras su muerte, no veo nada recomendable. Me parecen treinta años de absoluta caída. No sé si es la causa del vacío de la academia sueca, porque he leído a la francesa premiadas este año, y no me gusta nada. Una frase suya:

“El hombre teme perder el control del cuerpo de la mujer.”

Qué chorrada más grande. Su prosa  me parece ideológica. Luego me entero de ser una férrea izquierdista-feminista, así que no tengo ningún interés en saber algo de su perspectiva del mundo.
Volviendo a España: la generación del 50, la del franquismo, me parece mucho mejor que la posterior, la de la Transición. Ya digo, caída libre. Y la del franquismo fue notablemente más baja que la del 98, que reenderezó a sus mediocres padres de la Restauración, como Palacio Valdés o José María Pereda. 
Unamuno, Azorín, Valle Inclán, Machado (ambos), Baroja - y podemos alargar la lista con Ortega y Gasset -, fueron grandes escritores de una generación de la que decía Julián Marías que tenía algo compartido: la calidad de página. Al leer una página de estos autores se percibe eso: una finura y una tersura inigualables. Eso sí, cada uno con su estilo y su tema: cada uno era ferozmente  independiente de los demás. Luego vino la del 27, mayormente lírica, y magnífica. Pero en prosa no hubo mucha cosecha. Fue premiada tardíamente en Vicente Alexandre. Quiso ser un premio a la Transición, me imagino 1976). 
Frecuento mucho los escritos de los del 98. Los descubrí en un libro complementario de lecturas, en el bachillerato. Me enamoré, como sugería Julián Marías, de aquellas páginas que me deslumbraron. No sabría decir cual es el mejor. A Unamuno le he leído entero, prosa y poesía. Borges decía que como poeta caía en ocasiones en el ripio, pero alcanzaba la perfección en otras. Y de su portavoz qué voy a decir. Valle Inclán podría ser elevado al rango del más original, no sólo de España. Ser tan original como intraducible le hizo de difícil divulgación. Azorín, igualmente, podría  ser el primus ínter pares. En la obra de Azorín hay tesoros ocultos insospechados.
No sé si entonces se leía más, pero eran famosos en la prensa, estimados y reverenciados. Eso sí, no se hicieron ricos por ser fieles a sí mismos. Ortega y Gasset creó una filosofía próxima al existencialismo, muy original. Escribía una prosa plena y excelsa. 
Todos se conocían, todos se escribían, y de vez en cuando todos se enfadaban con los demás. Todos menos Azorín, el que más vivió (murió en 1966),y fue el que creó la expresión “Generación del 98”. Nunca se enfadó con los demás, siempre quiso aglutinarlos. Azorín, escritor singular de una prosa exquisita, creó un mundo en el que a uno le gustaría quedarse a vivir. Sus retratos del XIX, de Castilla y de Levante, sus glosas de filósofos como Shopenhauer (La Voluntad), su amor literario por Francia y su literatura...
Todo debería haberse traducido en un Nobel a la generación. Se lo dieron a Benavente (1901), creo que inmerecidamente. 
España, en su culmen literario, no fue reconocida por los demás. Sólo Unamuno fue leído en Francia. En un viaje a París, se me ocurrió entrar en una librería y preguntar si tenían algo de Azorín. Con esa cordialidad que les caracteriza, me miraron como a un marciano. A poco llaman a la policía. Sin embargo Azorín fue muy francófilo, y la I WW visitó los frentes, lo que indica que tenía relaciones allí. 
Ortega no era indigno de un Nobel. El odio a Franco lo impidió. La generación de la guerra tuvo grandes valores, hoy desdeñados. Si no es por nuestra Rafael Trapiello en su impar labor de recuperación de los olvidados (Interesado por el fascismo literario, ha rescatado la obra de algunos destacados autores falangistas, concluyendo que estos «ganaron la guerra, pero perdieron las páginas de los manuales de la literatura». wikipedia), como Rafael Sánchez Mazas (maravillosa “Rosa Kruger”, inigualable), no sabríamos de esos autores todavía vivos y palpitantes. Recomiendo la lectura de su  “Los hijos del Cid. La nueva edad de oro”. Y ya que estamos, como el único respetable  su generación post franquista, hay que leer “Las armas y las letras”, imprescindible. 
Trapiello fue “culpable” por resucitar muertos que no encajaban en La totalitaria ley “De memoria histórica” hoy reforzada con la de “memoria democrática”: se nuevo Wikipedia: 
Su novela El buque fantasma (1992) fue acogida con enorme hostilidad por la crítica literaria de izquierdas, a causa de haber editado poco antes al falangista Sánchez Mazas”. Yo reivindico Trapiello, uno se los grandes.
Siemto haber ofendido a los que se sientan ofendidos...

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