No hay incertidumbre, siempre hay para cada riesgo una probabilidad, y puedes elegir siempre tu combinación óptima acorde con la de los demás.
(Wilfredo Pareto formuló elegantemente su concepto de óptimo paretiano: todo aquel en el el movimiento de un agente empero la composición de conjunto.)
Este es una puerilidad total. En realidad cada agente no sabe casi nada de lo que deciden los demás, ni tiene conocimiento inmediato. La economía está siempre en desequilibrio, cada uno buscándose la vida a base de intuición inciertas, y los sectores teóricamente más fiables porque tienen más información, como son los mercados financieros, siempre reaccionan por exceso, siendo muy difícil dar en un óptimo satisfactorio para todos.
El desequilibro natural no ayuda a la visión “grid-rock” que a veces se ha creído al fin alcanzada. Por ejemplo, poco antes de las gran crisis de 1929, se creía que la economía había alcanzado una situación sólida. El gran economista Fisher decía que la bolsa de Nueva York “había alcanzado y plateau inamovible” lo que a los pocos días se vio que era una ruborizada afirmación digan de una damisela, que de un veterano economista.
Otro ejemplo similar fue el de la crisis del 2008. Se pensaba que se había encontrado el equilibrio perfecto entre el volumen de producción, una inflación sostenible y una tasa de paro la más baja posible.
Y vino la crisis financiera. Cuando viene una crisis financiera - y casi todos lo son - es porque se ha metido debajo de la alfombra bancaria demasiadas posiciones tenidas por sólidas y que en realidad están sobrevaloradas. Cuando empiezan los rumores sobre la fiabilidad de las posiciones bancarias es que se puede sospechar de casi todo.
El banco central es reacio a ser el primero en hacer algo útil. Lo único útil en una situación de pánico de liquidez es que el banco emisor - como decía Bagehot en su “Lombart Street” -, salga a comprar todo lo que ponen a la venta los bancos. Sólo cuando la liquidez emitida se iguale a la oferta se recuperará la velocidad óptima de dinero, y entonces los precios de activos y bienes dejarán de caer y se podrá establecer la confianza
necesaria. Eso sí, es el momento para revisar las reglas incumplidas de solidez bancaria y detectar por qué no han funcionado.
La verdad es que uno se pregunta por qué hay un momento de total confianza, seguido de una desbandada general.
Todos estos elegantes conceptos son de la economía marginal, que se inventó por encima de la realidad , y estando allí tan a gusto, ya no les atraía volver a tierra. Solo lo hicieron cuando Keynes les barrió con una escoba. Su nuevo libro no pronunciaba ya la palabra equilibrio.
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