Hemos visto una enorme crispación en la calle de los pensionistas españoles, que creen que se les está robando sus derechos. ¿Cuáles son esos derechos, como los conocen?
No los conocen, pues hablan desde la pura ideologización fomentada por determinados grupos y partidos. Su único argumento es que las pensiones “son muy bajas” y que “no se puede vivir con 600 euros mensuales”. Esto, que seguramente es verdad, no sirve de argumento en el caso de las pensiones, pues ya se avisó hace más de treinta años que las pensiones del presente se iban a reducir ineludiblemente. En 2011 y 2013 se hicieron reformas que mejoraron la sostenibilidad, pero se han manifestado insuficientes para mantenerla en el tiempo.
Otro argumento muy oído es que “los políticos se lo llevan crudo”, y que si se hiciera una redistribución del presupuesto a la inversa, el problema se solucionaría. Falso. Lo que se llevan los políticos en pensiones arbitrarias y a todas luces injustas no representan más que una ínfima parte del presupuesto del Estado, frente al Peso del 30% de las pensiones en dicho presupuesto, y el 50% del déficit.
Por cierto, que es falso que las pensiones se hayan congelado, como se ve en la imagen (fuente: Libertad Digital), según la cual solos los mayores de 65 han aumentado su renta
Como dice Lagares,
En ese contexto y con tan discutibles argumentos es donde se han planteado lasmanifestaciones del pasado sábado, plenamente justificadas en quienes perciben pensiones muy reducidas, pero no para otros si se considera que los pensionistas han obtenido durante estos años aumentos mayores que los alcanzados por los trabajadores en activo y superiores al aumento del IPC. Una revalorización de todas las pensiones actuales haría bastante mayor el déficit de la Seguridad Social, obligándonos a saltar los estrechos límites impuestos por la UE. Hay que mejorar las pensiones más reducidas, pero evitando generalizar medidas de costes imposibles.
Lo que debemos comprender es que las pensiones no son un caso de injusticia distributiva, por mucho que se busque un “culpable” - llámese ricos, empresarios, o políticos - a los que expoliando de sus bienes se solucionaría el problema. Problema que deriva de una insuficiencia crónica de recursos frente al crecimiento del gasto de pensiones. Piénsese que, como nos dice Manuel Lagares, entre 2006-017el gasto en pensiones ha aumentado en un 90%, mientras los ingresos por cotizaciones lo hacía un 12%.
Es decir, el sistema español de cotizaciones anuales que cubren en el mismo periodo el gasto, es un fracaso que hay que cubrir con otras fuentes. Como ya mbién es falso que hay una mágica “hucha de las pensiones” que cubriría las necesidades en caso de que vengan mal dadas. Es una ironía que algunos protesten por su baja pensión y a la vez por la caída, en estos últimos años, de la famosa hucha, porque eso ha permitido pagarlas. La hucha, que se promocionó electoralmente en su momento como con efectos taumaturgicos indelebles , creció mucho durante los años de la burbuja, pero nunca ha sido más que un señuelo electoral que nunca daría para cubrir el gasto y menos, por supuesto, aumentaría cuando la economía fuera de capa caída.
Por lo tanto, las pensiones son un derecho de todo el que cumple las condiciones, pero lo que no es un derecho es la cuantía a la que ascienden. Se suele pensar que deberían estar en relación a los últimos salarios percibidos en activo, pero eso no tiene más lógica que la magia y la demagogia. Ni siquiera partiendo del salario percibido durante la vida laboral sería suficiente cobertura.
Pese a estas cifras, la pensión de cada uno está garantizada, y el estado hará lo que haga falta para pagarla. O bien reducirá su cuantía, y/o mermará otra parte del presupuesto de otras partidas, o arbitrará un nuevo sistema, para el cual hay multitud de propuestas, aunque solo valen las que equilibren el sistema intertemporalmente, no a corto plazo.
En definitiva, hay que empezar ya a hacer lo que han hecho otros países para solucionar el problema (equilibrar los ingresos y gastos intertemporalmente), lo que demuestra que somos afortunados: todavía tiene solución.
Hay dos problemas básicos a considerar: la insuficiencia de las cotizaciones y las proyecciones demográficas a la baja, que prevén que en algunos años habrá un pensionista por cada trabajador en activo. Entonces, teóricamente, el sostenimiento de las pensiones será imposible, o bien serán de una cuantía miserable. De hecho, la llamada “tasa de reposición”, que es la pensión media dividida por el último salario medio, es en España de los más altos de Europa, con un 82%, según datos de la OCDE, mientras que la media de la OCDE apenas se sitúa en el 63%, siendo aún más dramático lo de países de nuestro entorno como Alemania o Reino Unido, con tasas del 37 y el 30%, respectivamente. Eso quiere decir que un trabajador que se jubile con un sueldo de 1.000 euros percibe de media en España 820 euros de pensión.
Para llegar a identificar los problemas que nos acechan con las pensiones, debemos primero descomponer cuáles son sus componentes, para lo cual hacemos la siguiente descomposición.
Esta descomposición es el resultado de las siguientes identidades:
Pensiones/PIB = Pensionistas/trabajadores * Pensión media/salario medio/PIB
Una descomposicion adicional, que complica algo la intuición, nos permite sin embargo introducir una variable demográfica esencial, como la pobación en edad de trabajar:
GP/PIB = NP/L * PM/PIB/L = NP/POB * POB/L * PM/W * W*L/PIB
Donde GP es el gasto total en pensiones,
NP es el número de pensionistas.
L es el número de trabajadores,
PM es la pensión media,
POB es la población en edad de trabajar,
W es el salario medio - por lo que W*L es el gasto salarial total.
PIB es el PIB o producto interior bruto.
Esta fórmula, que a primera vista parece intrincada, es necesaria porque nos aclara que el gasto en pensiones en relación al PIB depende directamente del número de pensionistas en relación a la población en edad de trabajar; de ésta población en edad de trabajar en relación a los trabajadores; de la pensión media en relación al salario medio; de la masa salarial en relación al PIB. Cuánto mayor sea uno de estos componentes, mayor será el peso de las pensiones sobre el PIB.
Como podemos detectar, ese aumento puede venir de una disminución de la población en edad de trabajar (POB), una reducción de la población trabajadora (L), un aumento de la pensión media (PM), una reducción del salario medio (W), o un aumento de la masa salarial sobre el PIB. Por cierto, debemos tener en cuenta que durante la crisis, hemos perdido un 33% del PIB potencial, lo que es un verdadero desastre.
En otras palabras, tenemos factores demográficos y factores económicos que influyen en la carga de las pensiones.
En España influyen todos en el mismo sentido: agudizan el problema. Hasta ahora se ha hecho todo mal, pese a las sucesivas reformas que se han hecho con la intención de corregir definitivamente el problema. Pero no se ha hecho.Todos los factores que hemos identificado como deterioro del problema han tenido su papel.
Primero, estamos en una situación demográfica crítica. Año a año va aumentando el número de pensionistas (NP) sobre la población en edad de trabajar (POB), como se puede ver en la evolucion de la pirámide poblacional:
Para compensar la tasa de sustitución, o pensionistas/trabajadores, sería necesario aumentar la productividad por trabajador (PIB/L) al ritmo que aumenta el PN/POB. Pero la productividad en España lleva una tendencia muy baja, y desde hace décadas no supera la tendencia a la baja de la población en edad de trabajar.
Segundo, por la parte económica, tampoco encontramos ningún consuelo. Como se ve en el gráfico, las pensiones han sobrepasado en crecimiento al salario medio y al IPC en los últimos años (por lo que, dicho sea de paso, no se entiende la consigna de las manifestaciones de ligar la pensión media al IPC). Ya hemos visto antes que mientras las pensiones totales aumentaban un 90%, los ingresos por cotizaciones lo hacían un12% entre 2006 y 2017.
(fuente: Banco de España).
Ergo, debemos programar urgentemente una contención del gasto y un aumento de los ingresos a largo plazo. Y, de paso, constátese que aumentar las pensiones actuales por presiones políticas agravaría el problema; como lo ha agravado los aumentos de la pensión media que se han efectuado que se ven en el gráfico
¿Como abordarlo? Lo sensato, creo, sería mirar a los países que ya han encauzado el problema, e incluso que se formara una comisión mixta con expertos de esos países que han participado en las reforma, y que dicha comisión lo analice sin interferencias políticas.
Desde el punto de vista de la fuente de ingreso, hay variaciones. Todas pasan por cambiar dicha fuente hacia un impuesto más potente, aparte, claro, de combinarlo inexorablemente con un mayor ahorro - una mayor aportación - de los futuros pensionistas. Sobre esto, oigamos lo que dice Manuel Lagares:
La sustitución en esos países se ha hecho recurriendo al IVA, lo que ha impulsado fuertemente el empleo y la producción. En efecto, el IVA no grava las exportaciones, cosa que sí hacen las cotizaciones sociales, y sí grava las importaciones, lo que no hacen esas cotizaciones. Además el IVA recae sobre la totalidad del precio y, por tanto, no favorece el uso de máquinas que sustituyan personas, como sí hacen las cotizaciones. Por eso en Europa se está sustituyendo cada vez más las cotizaciones por el IVA. Si se siguiera ese camino aquí, aumentaría el empleo y la producción y las pensiones gozarían de una fuente de ingresos mucho más flexible, potente y sana desde el punto de vista económico que las viejas tarifas de las cotizaciones. Pero a muchos políticos les preocupa poco la eficiencia y rechazan la idea, quizá porque no la entienden.
He aquí una propuesta que ha de tenerse en cuenta. Sin embargo, queda el espinoso tema de aumentar la contribución del futuro pensionista, que es ineludible. Y ha de pasar por sustituir las cotizaciones por algo más interesante para el mismo, como el esquema de Austria de la “mochila” , referida a que la contribución de la empresa y del trabajador no se volatiliza cuando pierde el trabajo, sino que se va con él lo acumulado -de ahí el nombre de mochila. No vamos a entrar en más detalles.
Si queremos que perviva el sistema actual de reparto, frente al de capitalización, paradójicamente hay que capitalizar una parte de la pensión, aunque sea bajo la vigilancia del gobierno. Si nos dejamos llevar, llegaremos a un punto en que sólo quedará la solución privada para poder cubrir las pensiones.
En suma, tenemos un problema de primera magnitud en un momento en que políticamente no hay una gran entereza de las instituciones y partidos políticos. Y ninguno quiere hipotecar los 9 millones de votos de los pensionistas.