Perry hace una afirmación con la que siempre he estado de acuerdo, pero que apenas tiene trascendencia fuera de la profesión: lo que ha supuesto el avance tecnológico en nuestra calidad de vida material; y -añado- en todos los órdenes de la vida. No se suele valorar lo que tenemos, y cómo se ha conseguido. Es más, tenemos un gobierno que, con la complaciencia de los votantes, deja que nos distanciemos más y más de las ventajas de uso de la nueva tecnología.
Una manera de medir cuantitativamente el avance de calidad de vida es el que hace Perry: pintar cuánto han caído los precios de los nuevos instrumentos que usamos habitualmente. Reproduzco aquí los gráficos. El 1 es para los precios al consumo; el 2 para los precios de equipo empresarial. En 10 años, los precios han caído un 95%. Nos hemos enrriquecido, como consumidores y como inversores, una cantidad similar, pues hoy nos cuesta menos que hace 10 años sustituir un equipo viejo por otro mejor y más potente. Incluso más, si se tiene en cuenta que los precios no recojen las mejoras de calidad, que han sido inmensas. Esto es economía a largo plazo. Para el que desdeñe estas historias, diré que la cantidad de gente que se ha salvado del hambre y de la muerte, gracias a los avances de una década, es literalmente incontable. De hecho, como sabe toda persona informada, las zonas de hambre en el mundo han disminuido drásticamente en una década.
Para que la teconología llegue a usarse óptimamente, es necesario la libertad de los mercados, para que el empresario, o el consumidor, compre donde quiera el equipo que desee. Todo lo demás son chorradas, brindis al sol, o peor, etrategias de poder. Es así de sencillo, pero no es nada fácil que lo asimilen los políticos y sus electores.
España esta dominada por los Luditas, que eran aquellos grupos violentos que en la Inglaterra del siglo XIX boicoteaban la entrada de maquinaria agrícola, pues no querían que se abaratara el precio del trigo. Es más, los luditas están en el poder. Ludita es Zp, y los de la ceja y su grupo de zánganos de la propiedad intelectual, y los sindicatos, que quieren mantener empleos improductivos aunque se hunda todo.
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