"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

sábado, 17 de marzo de 2012

Bagehot y el patrón oro

"Any sudden event which creates a great demand for actual cash may cause, and will tend to cause, a panic in a country where cash is much economised, and where debts payable on demand are large. In such a country an immense credit rests on a small cash reserve, and an unexpected and large diminution of that reserve may easily break up and shatter very much, if not the whole, of that credit. Such accidental events are of the most various nature: a bad harvest, an apprehension of foreign invasion, the sudden failure of a great firm which everybody trusted, and many other similar events, have all caused a sudden demand for cash. And some writers have endeavoured to classify panics according to the nature of the particular accidents producing them. But little, however, is, I believe, to be gained by such classifications. There is little difference in the effect of one accident and another upon our credit system. We must be prepared for all of them, and we must prepare for all of them in the same way—by keeping a large cash reserve". De Bagehot, "Lombard Street".

Estas palabras son un compendio del porqué, aún en pleno régimen de patrón oro, había tiempos de zozobra en los que el banco de Inglaterra tenía que evitar las crisis bancaria por súbito pánico. Entonces no había el problema de "Too Big To fail"; aún así, como decía Bagehot (en el mejor libro nunca escrito sobre dinero u crédito), las dudas sobre la solvencia (capacidad de aprender sus deudas) sobre cualquier banco podía contagiarse rápidamente a todo el sistema.
En 1844, se decretó la de Peel, que cedía el monopolio de emisión al Bank of England, y obligaba a que todo billete emitido feura respaldado 100% por el oro en posesión de dicho Banco. Era una victoria de los "hawks" antinflacionistas.
Sin embargo, como cuenta Bagehot, hubo cuatro crisis de confianza posteriores en que fue necesario sus pender la ley, para que el sistema entero no quebrara. Es decir, excepcionalmente, se permitió al BoE emitir más dinero que le permitía la regla del oro, par sofocar cuanto antes las retiradas masivas de depósitos de los bancos y de éstos en el BoE.
Although the Act required new notes to be backed fully by gold or government debt, the government retained the power to suspend the Act in case of financial crisis, and this in fact happened several times, in the years 1847, 1857, and in 1866, during the Overend Gurney crisis. (en.wikipedia_Charter_Act_1844).
En otras palabras, la garantía del oro no era suficiente garantía para la total y permanente confianza en el sistema bancario.  Había interrupciones en esa confianza, ya por razones internas, ya -y sobre todo- por razones externas.
Las razones externas eran choques inesperados en la normalidad comercial y financiera internacional. Inglaterra era el centro financiero como lo es ahora, por ser el más desarrollado. La financiación del comercio exterior se centraba allí, Londres era depositaria de los medios de pago que usaban para liquidar las deudas originadas en dicho comercio. Cualquier interrupción de la normalidad -una mala cosecha, por ejemplo- obligaba a importar grano que había que pagar en efectivo. El pago de deudas internacionales se hacía en oro. Los billetes del BoE no eran de uso común en otros países. Por lo tanto, había que pensar en una salida de oro importante para pagar el grano importado. Eso, por sí sólo, despertaba todas las alarmas, y los bancos y otros operadores financieros empezaban a acortar sus fechas de cobros y acaparar oro. El BoE no era muy amigo de soltar oro que no sabía cuando iba a recuperar, además eso contraería la circulación interna y habría cierres, quiebras, paro, y hambre. Por ello, intentaba frenar la salida de oro subiendo su tipo de interés. Solía ser eficiente en el sentido de que su prestigio le hacía atraer inmediatamente capitales de todo el mundo, lo cual cerraba la brecha debida a las importaciones y frenaba la salida de oro.
Ahora bien, con la subida del tipo de interés empeoraba la situación interna, y si la confianza se resquebrajaba, el aumento del tipo era lo peor. Por ello Bagehot dice que el Banco se Enfrentaba a un dilema que tenía que tratar con enorme sutileza, y que no tenía más remedio que ofrecer fondos ilimitados al nuevo tipo de interés mal alto. Es decir, por un lado se endurecía la financiación interna opara que el oro no saliera, pero por el otro se inundaba el mercado con lo que a ese nuevo tipo pidieran los bancos. En todo caso, con estas dos medidas se suavizaba el choque, pero no se evitaba totalmente la contracción, pues el encarecimiento del dinero contraería el consumo y la inversión.
Era un sistema asimétrico, sesgado hacia la contracción. En el auge, el BoE no podía aumentar su dinero emitido más allá del oro que poseyera. Por lo tanto, claramente los ciclos al alza tenían un recorrido corto, salvo que el multiplicador monetario se estirara. Pero si eso sucedía, por aumento de la confianza y minusvaloración del riesgo, el apalancamiento con respeto a las reservas disponibles por el BoE -recuerden, fijas- se estiraba (más crédito concedido, más velocidad de circulación). Por lo tanto, en caso de revés inesperado, más brusca sería la caída en la confianza del sistema para devolver las deudas, mayor sería la caída de activos que se intentaran vender para recuperar liquidez, y mayores serán los riesgos de quiebras.
En cambio, el sistema tenía un fuerte sesgo hacia la contracción, dada las cortapisas al BoE para atajar una retirada de liquidez del sistema, lo que, como dice Bagehot, podría esquilmarlo por entero.
Había otro problema: el BoE era propiedad privada, y sus accionistas querían rentabilidad de su capital; pero dado que el Banco era Banquero de bancos, no podía estirar sus inversiones tanto como un banco privado, que sólo tenía que mirar a unas reservas suficientes para lidiar la demanda diaria de liquidaciones. El Banco de Inglaterra estaba presionado por sus accionistas para que aumentara su ridícula rentabilidad, pero era maniatado por el gobierno para que mantuviera unas reservas mucho más altas que un banco privado. Sin embargo, la doctrina oficial es que se regía como cualquier otro banco...
Eso era el patrón oro en su época indiscutible. antiinflacionario pero asimétrico y contractivo. La deflación no tenía artillería con que combatirla. 

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