Guadalupe Sánchez
Guadalupe Sánchez nos desvela aquí una gran verdad: a España no le gustan los avances tecnológicos. Somos “luditas” desde la edad media. Nuestra envidia no puede soportar que alguien prospere por haber inventado (o empleado) una innovación tecnológica que aporta a todos mejor calidad de vida. Insensatamente preferimos quedarnos como estamos. Es el triunfo de las órdenes mendicantes - que fueron expulsadas de Europa en el XIV, pero no de España -, inventadas por San Francisco (de ahí el nombre elegido por el papa Bertioglo: muera la mejora económica, repartamos lo que hay, y seremos felices).“A la vista de lo acontecido, qué duda cabe que el ecologismo decrecentista ha generado nuevas formas de servidumbre. Sus valedores romantizan la pobreza y se esfuerzan sin disimulo por dotar de belleza a lo miserable, hasta el punto de añorar un pasado sin electricidad, sin movilidad, sin garantías sanitarias y sin servicios públicos ágiles y fiables. Para rematar, lo hacen a través de homilías estomagantes, en las que entremezclan una falaz superioridad moral y el autoengaño, como si la tercermundización fuera una elección consciente y virtuosa, en lugar de una imposición derivada de la negligencia política y de una agenda ideológica radical.”
Una insensatez que nos corroe y nos empuja hacia el tercermundismo, es decir, a la tiranía política que nos concede las migas.
Una cosa que se ha alimentado en la educación pública a todo lo largo de la transición: empresarios, burgueses debe ser expropiados para repartirlo al pueblo. Es el mensaje constante del catolicismo De la Iglesia, en especial la española. Ah, en la misma onda, nuestra débil afición a la democracia. De nuevo Guadalupe:
“Pero no hay nada progresista en esta regresión. Renunciar al crecimiento y a la prosperidad no es un acto de virtud, sino de sumisión. Lo verdaderamente revolucionario consiste en exigir un futuro que combine sostenibilidad con prosperidad, ecología con tecnología, progreso con libertad. Pero esto no será posible mientras nuestros gobernantes insistan en anteponer la ideología a la ciencia.”
3 comentarios:
Espera a que los apagones duren tres días con sus noches, como en Venezuela, y ya verás que bulla y general solazamiento reina en las calles y estaciones de nuestra querida España.
Ya sí, reaccionamos muy mal cuando nos despiertan del sueño eterno.
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