"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

lunes, 9 de junio de 2025

Es marxista el PSOE?

Como explica Pio Moa* sobre el partido socialista español, fundado por Pablo Iglesias en 1888:

“La teoría de Marx y su amigo Engels es muy elaborada y con numerosas complicaciones, que han originado incontables polémicas e interpretaciones entre sus seguidores; pero en sus concepciones de fondo se entiende fácilmente. Tal como expresaba Iglesias, es la doctrina de la lucha de clases permanente, violenta y no violenta, que en su desarrollo debería abocar al derrocamiento de la denominada sociedad burguesa o capitalista, mediante una guerra civil o una revolución (se consideraba una posibilidad, más bien remota, que el poder burgués se rindiera pacíficamente). Por consiguiente, la lucha de clases puede, en realidad debe, entenderse en sí misma como política de guerra civil permanente abierta o larvada hasta desembocar en revolución decisiva. Como señaló Lenin, la guerra civil puede tener carácter progresista, y es reaccionario e hipócrita negarlo. Ese fue precisamente el modo como se instaló el primer régimen marxista de la historia en Rusia, en 1917; y en España se intentaría, aunque sin éxito, en 1934 y durante la guerra civil del 36. Pero la idea de la lucha de clases va mucho más allá de una simple táctica o estrategia política: supone una concepción general de la historia, y más allá, del hombre y el mundo. La historia humana, al fondo de sus mil sucesos superficiales, se condensaría en una lucha entre clases explotadoras y explotadas, que habría caracterizado a todas las sociedades humanas a partir de una (imaginaria) comuna igualitaria primitiva. La causa, inevitable durante milenios, de la división social en clases radicaría en la escasez de bienes para todos, debido a la débil capacidad técnica alcanzada por el hombre, de modo que minorías fuertes y organizadas vivirían del trabajo de la vasta mayoría oprimida. Según el desarrollo económico, el trabajo explotado sería la esclavitud en la Antigüedad, la servidumbre en el feudalismo medieval y el proletariado en el capitalismo. Visión del pasado sumamente oscura, pues la precariedad económica impediría el triunfo de las rebeliones de los explotados, bien porque fueran aplastadas o porque, si lograban derrocar a los explotadores, crearían a su vez una nueva minoría explotadora. 
No obstante, esta lúgubre historia tocaba a su fin: el capitalismo habría impulsado los medios de producción hasta un extremo que haría innecesaria la explotación del hombre por el hombre; en otras palabras, por primera vez habría abundancia suficiente para todos y la consiguiente emancipación de las cadenas del poder e ilusiones ideológicas de la explotación. Solo lo impedía el propio sistema capitalista, sus relaciones de propiedad y de producción en beneficio de una minoría burguesa guiada por un afán insaciable de ganancia. Pero ese afán, precisamente, creaba las condiciones para su derrocamiento: por una parte proletarizaba más y más a la población, privándola de propiedad propia y haciéndola depender de un salario, y por otra iba hundiendo en la miseria y en crisis periódicas a la masa proletaria, hasta provocar su rebelión. Esta rebelión sería muy distinta de todas las anteriores: el proletariado se apropiaría de los medios de producción usurpados por los capitalistas y los pondría al servicio de toda la sociedad, una sociedad igualitaria, sin clases, que haría innecesarios el estado, el poder y la religión, armas de los explotadores. El proceso requeriría que la espontánea rebeldía de los oprimidos contase con una estrategia «científica» —el propio marxismo— de luchas políticas y sindicales hasta llegar a una revolución, violenta con la mayor probabilidad, acompañada de lo que Marx llamaba terror plebeyo. Una vez derrocado políticamente el poder burgués, sería preciso un período de «dictadura proletaria» para erradicar los residuos ideológicos, la religión, la moral y las costumbres burguesas, asentadas durante siglos o milenios y que se resistirían a desaparecer. Como diría Largo Caballero, líder principal del PSOE entre 1933 y 1937, la revolución «exige hechos que repugnan, pero que luego justifica la historia». El marxismo, pues, tiene algo de elaboración mesiánica con promesa de liberación completa del ser humano después de una historia milenaria de brutal explotación de la mayoría. Por ello se lo ha equiparado a menudo a una religión. No muy adecuadamente, pues la «religión» marxista prometía traer el paraíso tras «hacer añicos el pasado», como rezaba su himno, «La Internacional». El conjunto teórico se apoyaría en una visión «materialista», autoestimada científica, del hombre y su destino, en ruptura radical con las ideas religiosas, filosóficas y morales tradicionales, cuya función en el pasado habría sido siempre justificar el dominio de los privilegiados y adormecer a sus víctimas para soportarlo. El funcionamiento del cosmos respondería a fuerzas materiales estudiables en sus relaciones, pero sin objetivo o sentido inteligible; no obstante, la sociedad humana movida también por la determinante fuerza «material» de la economía, sí encontraría un sentido al abocar a una sociedad «plenamente humana», sin las taras del pasado. De acuerdo con su doctrina, el PSOE se entendía a sí mismo como el representante natural o científico de la clase obrera.” (Pio Moa, “El PSOE en la historia de España”.)

Yo creo que es una buena definición de las pretensiones del marxismo. El marxismo es un constructo arbitrario, con pretensiones de “ciencia” totalmente injustificada”. Muy determinista en su proyección hacia el futuro: el marxismo es la realidad que necesariamente se cumplirá en el futuro, dado que explica las leyes férreas que lo componen. A poco que se sepa cómo funciona una ciencia como la física, con hipótesis que explican un fenómeno, que para ser válidas han de ser contrastados empíricamente, mediante métodos que no dejen dudas. Solo un cierto nivel de contrastas experiencias se puede considerar la hipótesis como valida temporalmente, pues el el futuro habrá más conocimiento y saldrá otra hipótesis más satisfactoria.
Como ejemplo véase la teoría de Newton, valida durante tres siglos hasta que llegó Einstein, cuya teoría más completa de la relatividad sustituyó a la de Newton.
Marx no tenía ningún derecho a llamar científico a su indigesto e incomprensible convoluto, que no era más que una justificación ex post de su afán de justificar la violencia como medio de llegar a su estado ideal de beatitud, donde, una vez eliminados físicamente los burgueses y sus artificios legales para defender sus privilegios, especialmente la propiedad, “a cada uno se le dará según sus necesidades, de cada uno se le exigirá según sus capacidades. La disolución de la propiedad de los burgueses hará innecesario la acumulación.
En suma, el marxismo justifica la violencia aseverando que el fin justifica los medios, juicio que se deduce fácilmente de que es totalmente virtuoso que se maten burgueses (y quien pase por allí, o sea trabajador suyo, o siempre quién esté a tiro: Lenin incitaba a “matar, matar, que luego ya dilucidaremos”). El burgués es malo porque le roba su plusvalía al trabajador, ser superior que no se ha enterado de su papel principal en la Historia hasta que llega don Carlos Marx, quien ha descubierta, gracias a su dialéctica, lógica revolucionaria, que explica toda la historia como si fuera un modelo matemático (carácter científico de su método). De ahí se deduce que la historia es dialéctica y su proceso férreo será: 
Tesis- los obreros están explotados porque se les roba su plusvalía.
Antítesis- los trabajadores toman conciencia de clase.
Síntesis- los proletarios toman el poder liderados por los auténticos liberadores, quienes una vez acabada la conquista del poder establecerán una “dictadura del proletariado” necesaria para limpiar la sociedad restante de contaminación burguesa, lo que significa exactamente disparar con licencia a todo lo que es burgués y todo lo que lo justifica.
Exactamente lo que hizo Lenin en su revolución. 
Y es claro que el PSOE es marxista, aunque lo oculte bajo un tupido velo que echó Felipe González en 1978, lo que no le sirvió para ganar las elecciones del año siguiente. Que fuera marxista en el XIX es comprensible. Era la ideología de moda entonces, y lo sería aún más cuando en 1917 Lenin fundó la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Y cabe pensar que Rusia lo sigue siendo, pues parece creer más aún en la violencia).
El PSOE ha dejado una larga huella de sangre en la corta historia de España que les ha tocado. Ahora parece conformarse con robar el dinero público a mansalva, con indicios de perseguir información privada de los que le pueden molestar. 

(*) Aprovecho la ocasión para pedir para este autor un reconocimiento oficial de sus méritos, pues que fue el primero en abrir la puerta - muy vigilada por los historiadores académicos -, a la verdad de nuestra guerrauera Civil.  Mas resulta que en nuestro malhadado país, hasta los últimos rincones como puede ser la historiografía, está contaminada de pensamiento progresista-podrido. Al igual que en Francia, se han cerrado filas académicas en favor de una versión de la historia simpatizante con la Revolución francesa sangrienta, y los españoles con la república sangrienta. Todo ello basado en una visión marxista de la historia (que fue la primera a la que tuve acceso).

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