Ayer, en el WSJ. Recomendable lectura, pues es una lección de política económica. Criterio clave: no tomar medidas a corto plazo insostenibles a largo plazo. Sólo provoca incertidumbre. A Metzler fue asesor de M. Thatcher, el que le infundió la idea de recortar el gasto en contra de la opinión de 364 selectos economistas ingleses. Adivinen quién tenía razón.
Obama, ante el fracaso de su paquete de apoyo fiscal, está maquinando implementar otro (con el apoyo de descarriados como Krugman). Sería un error tremendo pata todos. Aparte, como dice AM, que el sólo hecho de plantearse otro plan es un reconocimiento de que el primero no ha conseguido nada. Bueno, sí, ha servido para pergeñar un futuro de subida de impuestos dantesco, lo que hunde la confianza.
Mientras, aquí todo sigue sometido a la falta de criterio del BCE, cuya retirada de los créditos a un año el jueves, y sus sustitución por operaciones de liquidez a corto plazo (eso sí, con full alotment: todo lo que sea demandado), cuando la banca cruje, no ayuda precisamente a quitar incertidumbres. La prueba, nuevas tensiones añadidas en los diferenciales de España/Alemania,que se elevan de nuevo: prueba de mayor selectividad todavía hacia la calidad.
Pero las cosa se van envenenando. Grecia está de nuevo con un diferencial de 10% sobre el bono Alemán. Pareca que nadie se cree ya que Grecia pueda ser salvada.
Roubini, ayer, en el FT, daba algunos datos para demostrar que es insostenible:
Comparemos Grecia con la Argentina en 1998-2001, una crisis que culminó con una suspensión desordenada. El déficit fiscal de la Argentina en el inicio fue de 3 por ciento del PIB; el de Grecia es de 13,6 por ciento. La deuda pública de Argentina fue de 50 por ciento del PIB; la de Grecia es de 115 por ciento y sigue aumentando. Argentina tuvo un déficit en cuenta corriente de 2 por ciento del PIB; el de Grecia es ahora 10 por ciento. Si la Argentina era insolvente, Grecia es insolvente a la potencia de dos o tres.
A eso se añade el 11,5% de tipos de interés que ha de pagar Grecia, en un contexto de recesión, y se ve claro que no tiene salida viable sino llegar a la suspensión desordenada, como dice Roubini.
Estamos peor que cuando empezó a caer Grecia: el problema se ha agravado pues, pese al dinero metido y a los duros recortes fiscales, la confianza de los inversores está por los suelos. Esa desconfianza flota sobre España y su sistema bancario, cargado de deuda española, pura dinamita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario