"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

martes, 15 de febrero de 2011

Realidad friccional

La realidad es "friccional", viene a decir Nick Rowe en su canadiense blog. No hay nada que garantice el equilibrio que proponen las ecuaciones de un modelo. Las transacciones no se saldan instantáneamente, "fuera del tiempo": el tiempo no se detiene para que cada uno, empresas y consumidores, se piensen sus decisiones en función del precio que aparece en una imaginaria pantalla. No hay pantalla, no hay subastador, no hay instanteneidad: hay fricción y tiempo. Eso supone un coste de informarse, y una información nunca completa del todo: incertidumbre.
Dicha incertidumbre es creciente a medida que nos alejamos del presente y decidimos sobre el futuro: ahorro e inversión. Aquí, en este terreno, suponer "equilibrio" es como creer que tirando al aire las letras del alfabeto va a aparecer escrito  "El Quijote". No creo que apareciera ni la mitad de la primera parte.
Aquí el desequilibrio es constante. Dicen que cuando los empresarios eran individuales y se financiaban con su propio ahorro... Ridículo. Ahorrar e invertir son dos decisiones antágonicas. Ahorrar es un ejercicio de prudencia, e invertir es un ejercicio de riesgo y aventura. Uno quiere aplazar su consumo para el futuro, sin mucha precisión, pues no sabe cuánto va a vivir ni cuando va a dejar de trabajar.
El otro quiere ganar varias veces su capital, y lo antes posible, y sabe que cuánto menos competidores tenga, más posibilidades le quedan de no quebrar. Por eso entre ambos hay un amplio edificio de intermediarios que intentan solucionar a cada uno lo que desea: seguridad a ahorrador y rentabilidad; capital a bajo coste al inversor.
Tampoco aquí hay subastador, como dicen las ecuaciones, que anuncie el tipo de interés, los plazos de vencimiento, la rentabilidad comparada con otros proyectos, el riesgo calculado... hay tentativas que se lanzan al vacío. Cuanto más desarrollado esté el "edificio" intermediario, más experiencia habrá sobre cauces y formatos de lanzar esas tentativas.
Por eso está el dinero. El dinero permite encajar todas estas incógnitas que se producen en los mercados todos los días y a todas horas: mercados de consumo, de inversión, de ahorro, intertemporales, de distinto vencimiento, de riesgo y de incertidumbre.
El dinero permite "esperar al día siguiente", o al año siguiente, a ver más claro si se toma esta decisión o la contraria. Si se decide consumir o ahorrar,  qué comprar, en qué depositar el ahorro, si comprar una maquinaria u otra, si producir ese producto o... Es fácil ver que es imposible ser totalmente racional y sopesar todos los argumentos a favor o en contra de cada decisión. Nos movemos por "corredores" de decisión que a lo mejor creemos racionales, pero que si lo fueran nos impedirían de verdad decidirnos. En realidad decidimos sobre la base de una experiencia propia y de los demás,  experiencia adquirida mediante la prueba y el error.
El dinero permite hacer líquidos los errores antes de que vayan a la catástrofe total. Permite vender nuestra apuesta a otro competidor cuya posición patrimonial es mejor, o su visión distinta, con una rebaja. Pero sin dinero tendríamos que aguantar hasta el final, hasta la extinción del proyecto. Liquidamos en pérdidas, pero liquidamos, podemos pagar las deudas o parte de ellas. Sin posibilidad de liquidez no podríamos.
El dinero, por tanto, no es neutral, pues su falta hace más incierto aún las variables del mercado. Los precios se hacen más volátiles, y como la ausencia de liquidez se transmite a todos los mercados, tanto de bienes como de ahorro/inversión, la comparación de precios, que cuando hay dinero es automática, ahora es mucho más incierta.
En esas condiciones, todos quieren mantenerse en liquidez, y eso hace que la liquidez escasee aún más: la escasez de dinero aumenta la demanda de dinero. el atesoramiento hace caer los precios y eso aumenta la desconfianza hacia todo lo que no sea dinero.
Todo es fricción, salvo en las bellas y frías ecuaciones matemáticas.

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