El Lunes y el miércoles tuvimos dos análisis sobre el euro definitivamente terminales: Münchau y Wolf, que han intentado siempre sostener el tinglado, dicen que ya no hay solución, salvo la entrega del poder definitivo de Grecia y demás países en quiebra a Alemania y demás países enriquecidos por el euro. El euro ha sido una Máquina de Perfecta Generar Deudas (MPGD), una centrifugadora que ha extremado los desequilibrios entre los países miembros. Eso ha provocado unas deudas crecientes, privadas y públicas, de los países periféricos a los países centrales.
Esas deudas públicas y privadas se han agudizado con la crisis: NO las ha originado la crisis, se han agudizado, pero se formaron antes: debido a la igualación de los tipos de interés de todos los países, Grecia pagaba un coste de endeudamiento prácticamente igual que Alemania. Eso alimento el endeudamiento con la creencia falsa de que iba a ser para siempre. La crisis interrumpió el sueño, y quedaron a la luz las deudas de unos a otros: Subieron los tipos de interés en relación a los distintos riesgos.
Pero el euro tuvo dos efectos: uno, real: no se podía devaluar, luego no se podía generar renta para devolver las deudas. Otro financiero: el euro tiene tres normas , o tres NOES: 1)No rescate, 2) No quiebra, 3) No salida. Son totalmente incompatibles.
Para evitar 2) y 3), se conculcó 1): En mayo de 2010 se decidió rescatar a Grecia, luego a Irlanda, recientemente a Portugal. Estos rescates consisten en créditos condicionados; esas condiciones son puramente restrictivas: no contemplan reformas que generan renta. Por ello, las deudas de esos países en relación al PIB han aumentado todavía más.
No sólo eso, sino que los países prestamistas han sido cicateros: han intentado eliminar ventajas de los países rescatados que les incordiaban, como la famosa tasa impositiva de Irlanda sobre el capital, del 12,5%, que Alemania y Francia consideran muy baja y que incentiva la deslocalización empresarial.
En otras palabras, no han sido rescates en plano de igualdad: han sido rescates en un plano muy desigual en los que no se ha mirado por la recuperación de las deudas mejorando la productividad, sino de salvar a sus bancos acreedores y, de paso, eliminar lo que había hecho de esos países unos países prósperos.
Porque el gran logro del euro ha sido, como decía Wolf hace un par de semanas, haber convertido unos países normales en países emergentes. Ahora, los Periféricos, somos países que necesitamos ayudas de organismos internacionales para no hundirnos. No se resalta esto bastante: la Europa del euro, la Europa cumbre del mundo, es una Europa de países boyantes y países emergentes. Gracias a su orgulloso emblema , Su emblema Titanic, somos país empobrecidos, endeudados, y con pocos visos de recuperar nuestra cómoda existencia anterior.
Todo esto es un escándalo mayúsculo silenciado por las clases políticas, todas comprometidas con sostener el Euro-Titanic, como si fuera la solución, cuando es el problema. Los rescates, por ejemplo, no son criticados en la prensa, sino que se aceptan como inevitables (no así en otros países).
Ahora se dice que España no; que no le tocará. Pero eso no depende de nosotros, ni de condiciones objetivas: a GIP los han rescatado cuando estaban en periodo electoral, débiles, con la clase política enfrentada y las instituciones cerradas.
Como dicen los dos autores citados, sostener el euro cueste lo que cueste implica prestar dinero indefinidamente a esos países neoemergentes hasta que todas las deudas sean propiedad de los países ricos. Entonces -de hecho ya quieren empezar con Grecia- ellos decidirán cada euro gastado, cada euro recaudado, y cada euro que debe ir a saldar las inmensas deudas causadas por el euro. Inmensas deudas que seguirán vivas, pues al no poder hacer ajustes cambiarios siempre tendremos más difícil generar renta exterior para cancelarlas. Es decir, un largo camino hacia la unión política desigual, como no puede ser de otro modo entre países tan desiguales.
Sin embargo, el euro se agarra como una lapa a la mentalidad de las gentes, que creen que no pasará nada si estamos en él. De eso se encargan los economistas faranduleros (o sea, casi todos), que sólo dirigen sus miradas a los problemas del mercado de trabajo, e insisten tanto, que logran tapar todo lo demás. Encima, nos quieren crear un complejo de culpables: "No, el euro es bueno, vosotros tenéis la culpa, por no haber estado a su altura. Pero el euro es una aberración económica, "lo diga Argamenón o lo diga su porquero".
Fue una operación política entre países con cuentas en las que nosotros no estábamos. Pero la clase política española, mediocre como pocas (miren el contra ejemplo de Polonia: conscientemente dijo no al euro), con sus rencillas del XIX, su incapacidad de miras de estado, su afán por quitarse de encima responsabilidades pero tener coche oficial, nos metió pensando que, al menos, eso era una palanca que no podría tocar la mano del adversario electoral. Nunca se ha visto pandilla más desahogada de responsabilidades que los que nos gobiernan.
Se quedarán a cuadros si el euro, en breve, empiece a romperse por Grecia. Pero no les servirá para tomar conciencia de lo que se viene. Son chacales y hienas que se creen la sal de la tierra. Sus cálculos serán a ver cómo pueden salvar el coche oficial. (El euro ha sido, eso sí, generador de carreras oficiales millonarias)
Ahora no se adivina nadie con fuerza suficiente para tener la iniciativa, lo que quiere decir seremos culpables de que el euro se rompa.
Esas deudas públicas y privadas se han agudizado con la crisis: NO las ha originado la crisis, se han agudizado, pero se formaron antes: debido a la igualación de los tipos de interés de todos los países, Grecia pagaba un coste de endeudamiento prácticamente igual que Alemania. Eso alimento el endeudamiento con la creencia falsa de que iba a ser para siempre. La crisis interrumpió el sueño, y quedaron a la luz las deudas de unos a otros: Subieron los tipos de interés en relación a los distintos riesgos.
Pero el euro tuvo dos efectos: uno, real: no se podía devaluar, luego no se podía generar renta para devolver las deudas. Otro financiero: el euro tiene tres normas , o tres NOES: 1)No rescate, 2) No quiebra, 3) No salida. Son totalmente incompatibles.
Para evitar 2) y 3), se conculcó 1): En mayo de 2010 se decidió rescatar a Grecia, luego a Irlanda, recientemente a Portugal. Estos rescates consisten en créditos condicionados; esas condiciones son puramente restrictivas: no contemplan reformas que generan renta. Por ello, las deudas de esos países en relación al PIB han aumentado todavía más.
No sólo eso, sino que los países prestamistas han sido cicateros: han intentado eliminar ventajas de los países rescatados que les incordiaban, como la famosa tasa impositiva de Irlanda sobre el capital, del 12,5%, que Alemania y Francia consideran muy baja y que incentiva la deslocalización empresarial.
En otras palabras, no han sido rescates en plano de igualdad: han sido rescates en un plano muy desigual en los que no se ha mirado por la recuperación de las deudas mejorando la productividad, sino de salvar a sus bancos acreedores y, de paso, eliminar lo que había hecho de esos países unos países prósperos.
Porque el gran logro del euro ha sido, como decía Wolf hace un par de semanas, haber convertido unos países normales en países emergentes. Ahora, los Periféricos, somos países que necesitamos ayudas de organismos internacionales para no hundirnos. No se resalta esto bastante: la Europa del euro, la Europa cumbre del mundo, es una Europa de países boyantes y países emergentes. Gracias a su orgulloso emblema , Su emblema Titanic, somos país empobrecidos, endeudados, y con pocos visos de recuperar nuestra cómoda existencia anterior.
Todo esto es un escándalo mayúsculo silenciado por las clases políticas, todas comprometidas con sostener el Euro-Titanic, como si fuera la solución, cuando es el problema. Los rescates, por ejemplo, no son criticados en la prensa, sino que se aceptan como inevitables (no así en otros países).
Ahora se dice que España no; que no le tocará. Pero eso no depende de nosotros, ni de condiciones objetivas: a GIP los han rescatado cuando estaban en periodo electoral, débiles, con la clase política enfrentada y las instituciones cerradas.
Como dicen los dos autores citados, sostener el euro cueste lo que cueste implica prestar dinero indefinidamente a esos países neoemergentes hasta que todas las deudas sean propiedad de los países ricos. Entonces -de hecho ya quieren empezar con Grecia- ellos decidirán cada euro gastado, cada euro recaudado, y cada euro que debe ir a saldar las inmensas deudas causadas por el euro. Inmensas deudas que seguirán vivas, pues al no poder hacer ajustes cambiarios siempre tendremos más difícil generar renta exterior para cancelarlas. Es decir, un largo camino hacia la unión política desigual, como no puede ser de otro modo entre países tan desiguales.
Sin embargo, el euro se agarra como una lapa a la mentalidad de las gentes, que creen que no pasará nada si estamos en él. De eso se encargan los economistas faranduleros (o sea, casi todos), que sólo dirigen sus miradas a los problemas del mercado de trabajo, e insisten tanto, que logran tapar todo lo demás. Encima, nos quieren crear un complejo de culpables: "No, el euro es bueno, vosotros tenéis la culpa, por no haber estado a su altura. Pero el euro es una aberración económica, "lo diga Argamenón o lo diga su porquero".
Fue una operación política entre países con cuentas en las que nosotros no estábamos. Pero la clase política española, mediocre como pocas (miren el contra ejemplo de Polonia: conscientemente dijo no al euro), con sus rencillas del XIX, su incapacidad de miras de estado, su afán por quitarse de encima responsabilidades pero tener coche oficial, nos metió pensando que, al menos, eso era una palanca que no podría tocar la mano del adversario electoral. Nunca se ha visto pandilla más desahogada de responsabilidades que los que nos gobiernan.
Se quedarán a cuadros si el euro, en breve, empiece a romperse por Grecia. Pero no les servirá para tomar conciencia de lo que se viene. Son chacales y hienas que se creen la sal de la tierra. Sus cálculos serán a ver cómo pueden salvar el coche oficial. (El euro ha sido, eso sí, generador de carreras oficiales millonarias)
Ahora no se adivina nadie con fuerza suficiente para tener la iniciativa, lo que quiere decir seremos culpables de que el euro se rompa.
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