"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

sábado, 29 de septiembre de 2012

Lucidez a raudales

Arcadi Espada en "El Mundo". Magistral

La callecita

Querido J:

El presidente Rajoy va fumándose un puro por las calles de Nueva York. Acaba de verse con los periodistas del Wall Street Journal, que lo han encontrado relajado y bien. Así lo parece, y sobre todo así quiere parecerlo. Fumarse un puro sólo puede hacerlo aquel que controla la realidad hasta el punto del desdén. En España, mientras se fuma el puro, miles de manifestantes están convocados para asaltar el Congreso de los Diputados. Algunas horas después, consumido el cigarro y despejadas violentamente las calles, el presidente declarará: «Son más los que no se manifiestan ni salen en los titulares». Se trata de un clásico en su pensamiento. Él cree que es presidente del Gobierno de España, a pesar de los manifestantes y los titulares. Y muchas veces ni siquiera a pesar: contra ellos. El presidente cree que el mainstream discurre por debajo. Y que está cargado de sentido común y va a sostener su proyecto político contra todo tipo de okupas. El primero, obviamente, el presidente de la Generalitat, que es el principal y más peligroso de nuestro tiempo, y que está dispuesto a okupar un territorio. A mí me parece bien la alusión del presidente Rajoy a la otrora llamada mayoría silenciosa. No sé si esa mayoría apoya su proyecto político. Pero me alegra que sea traída a la escena.

El relato dominante de la actualidad prescinde casi siempre de los actores principales. De su poder y de su responsabilidad. Está el ejemplo de la deriva nacionalista en Cataluña. No creo que nadie pueda argumentar excusa desinformada o indiferente ante las elecciones de este otoño. Si la actual mayoría parlamentaria obtiene un triunfo resonante, resultado del que, aun conociendo mis limitaciones me voy a permitir dudar, no habrá duda de que la mayoría silenciosa que invoca el presidente Rajoy habrá optado por la inestabilidad. Podrá interpretarse, dada la previsible ambigüedad del mensaje de CiU, que la mayoría ha optado por el pacto fiscal, la independencia, por Quebec, Puerto Rico o Guinea Ecuatorial, que son ahora mismo los modelos de la okupaçió; pero nadie podría negar que la mayoría, lejos de tascar el freno, ha optado por un movimiento fuerte e incierto. Y que, por lo tanto, no hay discrepancia entre los titulares y el supuesto mainstream que fluye subterráneo. Lo fundamental, en cualquier caso, es que a la supuesta mayoría silenciosa no va a quedarle ahora otro remedio que hablar.

El erizado asunto de la responsabilidad no se limita a la política. La otra mañana leí unas declaraciones del director del Teatro Real sobre los importantes hachazos presupuestarios a la cultura española. Se quejaba, claro, Mortier. Y metía en el asunto el sueldo de Ronaldo y el sueldo del fútbol. Me pareció atinado. Pero le faltó rematarlo. La gran diferencia entre la cultura y el fútbol es que la primera la paga el Gobierno y la segunda la paga la sociedad. Aún no he visto, en todos estos años de crisis, una sola chispa de protesta social tendente a poner en evidencia los privilegios del fútbol. Es una fabulosa mentira que la gente esté en contra de los privilegios. El pueblo, jaleado por los medios (y en muchos casos por medios que viven del fútbol), clama contra las dietas de los diputados, contra sus viajes, contra su sueldo. Y celebraría la conversión del diputado en un miserable, porque este es exactamente el concepto (y el adjetivo) que el llamado pueblo tiene de la democracia. Pero, evidentemente, de los artistas circenses que lo relajan y lo divierten en cuanto llegan a casa, cansados y heroicos tras haber intentado el asalto y rendición del Congreso, de los privilegios de sus héroes auténticos no dice el pueblo una sola palabra de más. Goooooool.

El relato mediático enfrenta a los artistas y los políticos como si ahí no hubiera nadie más. Es probable que el relato tenga razón y no haya nadie más. De los recortes a la cultura constan las protestas de los artistas e incluso de algunos de sus representantes. Pero aún no consta la queja de los lectores, por así decirlo. Yo estoy de acuerdo con Henry Jenkins cuando dice que la sociedad acaba consiguiendo siempre lo que necesita. (El País, 28 de septiembre). Se refiere al periodismo. Jenkins cree que la sociedad lo necesita. Yo también lo creo. El periodismo. La música. La lectura. Pero lo importante es que la sociedad lo crea. Y por el momento lo único que sabemos claramente es que la sociedad necesita el fútbol hasta el punto de organizar sobre él una rígida excepción moral. Me gustaría creer en las tesis del presidente. Pero en el ámbito cultural, para seguir con él, el silencio de la sociedad no permite hacer conjeturas felices. La mayoría, por ejemplo, sólo utiliza su ontológico silencio para descargarse música, libros y películas de forma ilegal. Ese es todo el amor al arte (¡nunca jamás mejor dicho!) y toda la necesidad.

Espero, querido amigo, que este invierno tengas la oportunidad de ir a Roma, a disfrutar de Vermeer. Parece ser una de las mejores exposiciones de su pintura que se han hecho nunca. Vermeer y estas palabras de Pla: «Pintaba lo que se llama la trivialidad, lo intranscendente, la vida habitual, los seres humanos y las casas y los paisajes, sin hipérboles, sin patología, sin adulación, de una manera calmosa y tranquila». Sí, y nuestro cuadro favorito: La callecita. Una parra, dos niños jugando, una mujer que cose, las casas que se levantan, conscientes de sus límites, entre el suelo de cantos baldeados y un cielo gris. Sí, los dos lo sabemos: era el pintor de la mayoría silenciosa. La callecita de los ciudadanos frente a la calle de la chusma. La pintura de Vermeer emergió en un mundo embadurnado por los mitos, por la kermés de la religión, y trajo la lección de calma y de ladrillo que necesita la vida. Este invierno, y por tantas razones, sabremos de su actualidad.

Sigue con salud.

No hay comentarios: