"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

martes, 22 de abril de 2014

Rescate

Estoy leyendo un libro inusitadamente claro y conciso sobre la crisis: "El estallido de la burbuja, como se llegó a la crisis y como salir de ella" del premio Nobel Robert Shiller. Es un libro que tiene la virtud de aclarar las ideas y evidenciar las falacias.

Tiene mérito ofrecer rigor sin una nota matemática, en palabras asequibles para todos. Eso es lo que hace Shiller, que explica con meridiana claridad por qué en una crisis como la actual es necesario el rescate, aunque parezca injusto.

Primero define lo que se entiende por rescate. Es una intervención del gobierno cuando las partes implicadas en el problema se muestran incapaces de llegar a un acuerdo para rescindir el contrario que les atan pero no pueden cumplir, con un riesgo sistémico evidente.

No es una acción justa, pues castiga a los que se han portado bien, pero es necesaria porque las consecuencias de no hacer nada serían mucho peor para todos... Como se ha visto en el caso de Europa, donde la negación de la necesidad del rescate, más que en casos muy puntuales y con cicatería de medios, nos ha empantanado.

En realidad es un problema de justicia intertemporal, pues se trata de elegir entre respetar escrupulosamente los contratos firmados en condiciones pasadas, con todas sus consecuencias, o intervenir para que estos contratos imposibles de cumplir se rescindan mediante un artificio exógeno: ayuda fiscal, financiación excepcional del banco emisor, etc, que no anula los contratos, pero ayuda a llevarlo a buen término. La alternativa es una quita de deuda, lo que siempre es más engorroso y difícil de gestionar. Claro, que esto exige aceptar la imperfección humana y su incapacidad para prever todas las contingencias.

El rescate es el único medio, o el menos costoso, de evitar los enormes traumas sociales que conlleva la crisis. El ejemplo que pone sobre la desastrosa consecuencia de no rescatar es la postcrisis de 1929, en la que millones de personas con un empleo regular se vieron de un día a otro despedidos, arruinados, son hogar, con un hipoteca y en la necesidad de humillarse, ir a mendigar y comer a los comedores sociales.

Eso produce una desmoralización social de efectos duraderos, y por eso el rescate de gobierno es la prioridad máxima cuando estalla una crisis financiera de estas proporciones. La desmoralización produce vergüenza y a la postre rencor.

En realidad los gobiernos actúan siempre de "backstop" de ciertos riesgos ignorados, por la sencilla razón de que siempre contamos con él para casos de emergencia. Es un factor de primera necesidad para que funcione la economía liberal, que si se basa en la iniciativa individual, es gracias a ese cortafuegos invisible de riesgos que no han sido vistos a nivel individual.

Esa acción tutelar invisible, pero presente, cuando falla origina crisis sociales de confianza que ralentizan muchos años la recuperación de la normalidad. Como dice Shiller, lo malo no es que los precios de las casas bajen -lo que no es más que un problema financiero para los propietarios-; Lo malo es que se frene el crecimiento de la renta y de las oportunidades, y con eso cunda el pesimismo y broten salvadores de toda laya que han visto la oportunidad de hacerse con el poder de una sociedad castigada y humillada.

Shiller dice que en economía hay que distinguir entre el corto y largo plazo. A largo plazo sabemos que el ahorro es bueno, pues es la financiación de la inversión, pero a corto plazo puede ser excesivo, pues se convierte en una contracción de la riqueza. Entonces los recursos menguan, y la justicia social que reclaman todos se hace cada vez más difícil. No podemos decir que la economía responde bien pero que sube el ahorro, cuando eso genera caídas de renta y de empleo. El corto plazo puede envenenar el futuro muy seriamente, incluso puede llevar a la guerra, como se vio en la degradación de Europa en los años treinta.

Lo peor es abandonar a la gente al pesimismo generalizado. Las sociedades son mecanismos delicados que se basan en condiciones psicológicas que refuerzan la estabilidad social, no en la capacidad racional de las personas, a las que algunas escuelas exigirían que fueran racionales y aceptaran, como Pangloss, que lo que pasa es para su bien y el de los demás.

Naturalmente, aceptar la necesidad del rescate es partir de un concepto del individuo mucho más complejo y frágil que el preconizado por la teoría económica actual. Pero es que Shiller es un antídoto eficaz contra tanta farfolla expedida hoy por la academia.

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