Conchita Wurst

Conchita es un travelo llamado Tom. Fue miembro de un "Boy band" (ni quiero imaginar lo que eso significa), hasta que se dio cuenta que así no triunfaba, y se hizo la mujer barbuda. Qué morbo, como se dice ahora. Ahora bien, queda la duda, ¿tienes sus atributos o no los tiene? Los naturales, quiero decir. Lo mejor es muy cara la operación en Austria; entonces le recomiendo que se pase por Andalucía, donde la Sanidad Pública se los arranca gratis.

Dice conchita que ella -o él- mira al futuro. Resulta entonces que el futuro es el avance hacia la confusión. Hasta ahora el morbo de turbio estaba en un belleza de mujer sobre el cuerpo de un hombre. Ahora lo mismo, pero con una barba postiza que turba el sistémica nerviosos de los que ya estaban saciados de lo anterior.

¡Ah, el morbo, cuántas civilizaciones has hecho trizas! La romana, por ejemplo. Roma acabó entre vómitos para hacer hueco a otra ingesta y Conchitas sentadas en tus rodillas sirviendote a cucharadas mimosas todo tipos de carnes adobadas cada vez más complicadamente. El aburrimiento está detrás de todo este esplendor decadente, de fiestas hasta al amanecer en las que pierdes de vista a tu mujer cuando te lanza un saludo apresurado mientras desaparece con un par de bigardos por un pasillo. Al despertarse se encuentra uno como Alberto Sordi en "Los Inútiles", vestido de mujer y arrastrando por la calle una cabeza de vaca de cartón, que alguien debió haber llevado puesta. La resaca es de aúpa, pero es la prueba de que se han transgredido todas la normas vigentes... Hasta hoy. Mañana se transgredirán otras nuevas.

La transgresión es el método, y eso lo ha entendido Conchita -o manager- perfectamente. Hay que recoger la cosecha cuando todavía está en sazón, así que este verano van a por un cosechón, hasta que poco a poco las cosas se agrien. Pero mientras...

Ahora bien, ese morbo que han lanzado ya no les pertenece. Nuevas muñecas hinchables tendrán barba, como Conchita, y eso no lo podrán evitar. Y la industria del porno será refundará, para meter un vicio más en el que quizás no habían pensado: la mujer barbuda o también el travelo barbado pero sin bello público, y así. Las posibilidades son robustas. Como las de los paparazzis, intentando sacarle una foto desnudo(a).

Eurovision ya no es lo que era. Antaño era un llamamiento a la cursilería, un espectáculo para familias corrientes, de acrisolada moral, ahora se han apoderado de ella los grupos marginales, que todos juntos hacen una labor de zapa, en la estética y la ética, muy eficaz. Francia quedó de las últimas, pero todos esos países nuevos y descarados, cada vez más rompedores, se han adueñado del circo. Ahora es una explosión de transgresión, un mercadeo del morbo siempre renovado. Los primeros que vieron las posibilidades de ese muermo aburrido fueron los homos, que con su visión estética revolucionaria u transgresora son los que realmente han dado nueva vida a una cosa que nadie veía. WY los nuevos países, con apenas un par de décadas de vida, son una cantera inacabable... Ahora bien, a la vieja y católica Austria, ¡nadie el va a enseñar lo que es decadencia con risas!