¿Qué decir del horroroso debate de ayer entre un tal Cañete y una tal Valenciano? Centrémonos en lo importante, el continente, o sea la imaginen, porque el contenido no existió. Ya lo dijo Mclugan: el medio es el mensaje, y en Tv no puedes ir en pantuflas para un debate electoral. El continente muy mal. Un nivel provinciano bochornoso para un debate supuestamente de interés cosmopolita...
Primero me sorprendió el peso-pesado Cañete, al creía con más tablas europeas. Uno presume de dicharachero y luego resulta que está hecho un flan. ¡A Europa no se va con el chascarrillo, Cañete! Debe ser que se creyó que iba a ganar sin bajar del autobús, ese error que comete el RMadrid cuando sale a jugar por provincias, que se cree que su nómina es aval suficiente. Muy mal, Cañete. Escaso entrenamiento, exceso de suficiencia, y estética barriobajera. Sólo le faltaba un palillo entre los dientes.
Cañete tenía incontinencia salivar, pero no un hilo de baba, sino un buen lapo verde que no sabía que hacer con él, rebelde que siempre asomaba por la comisura y bajaba hasta la barba. Que asco! Cañete, no basta con llevar un buen traje azul que te tape la panza, los dientes hay que lavárselos, y drenar la incontinencia bucal. Una cosa son los postillones de saliva en pleno acaloramiento, que hasta dan cierto signo de vehemencia en Tv, y otra cosa un lapo subiendo y bajando por los labios, por cierto, labios demasiado carnosos. Venías de comer un buen cocido, como buen ministro del agro, y estabas congestionado. El tarje azul se arrugó de tanto sudor y ya no lucía bien. En fin, despide a tu asesor de imagen, muy mal.
Valenciano es una peliteñida de esas que ha convertido España en un país de rubias. Es como si las suecas de los años sesenta se hubieran quedado aquí y se hubieran hecho marujonas. España es un país de morenos, calvos y rubias. Eso no eso malo. Lo malo es que la peliteñida, como todas las mujeres de cuota del PSOE, no tiene ni idea de nada. De política cero, y de economía menos que cero. Su gran activo es mentir impunemente. La oyes y parece que es la candidata a Presidenta de algo que no existe. Y encima vestida como todas, con pantalón y descamisada. Cuando en 1986 entramos en Europa, colaba ese discurso de que Europa éramos todos, y que íbamos a pintar mucho en Europa. Ahora yo creo que no cuela.
De la presentadora mejor no hablar. El típico ejemplo del principio de Peters, de alguien alzado a su máximo nivel de incompetencia. No se puede ser periodista política sólo con el marujerío por ideología, aunque te peinen como la protagonistas de House of Cards, una serie americana con más dosis de realidad que el debate de ayer. Pero claro, tú no eres la estilosa y glamourosa protagonista, Robin Wrigth, que luce así:
Una perversa mujer que hace cualquier cosa por su marido y sus ambiciones. Hasta matar. Una mujer por la que harías un pacto con el diablo. Una mujer "cool", no exactamente como tú.
En fin, vomitivo: un espectáculo de desasosiego creciente, de vergüenza ajena, hasta que no puedes más y apagas de mala leche. Con esta paturrela nos las van a dar todas en el mismo carrillo.
Primero me sorprendió el peso-pesado Cañete, al creía con más tablas europeas. Uno presume de dicharachero y luego resulta que está hecho un flan. ¡A Europa no se va con el chascarrillo, Cañete! Debe ser que se creyó que iba a ganar sin bajar del autobús, ese error que comete el RMadrid cuando sale a jugar por provincias, que se cree que su nómina es aval suficiente. Muy mal, Cañete. Escaso entrenamiento, exceso de suficiencia, y estética barriobajera. Sólo le faltaba un palillo entre los dientes.
Valenciano es una peliteñida de esas que ha convertido España en un país de rubias. Es como si las suecas de los años sesenta se hubieran quedado aquí y se hubieran hecho marujonas. España es un país de morenos, calvos y rubias. Eso no eso malo. Lo malo es que la peliteñida, como todas las mujeres de cuota del PSOE, no tiene ni idea de nada. De política cero, y de economía menos que cero. Su gran activo es mentir impunemente. La oyes y parece que es la candidata a Presidenta de algo que no existe. Y encima vestida como todas, con pantalón y descamisada. Cuando en 1986 entramos en Europa, colaba ese discurso de que Europa éramos todos, y que íbamos a pintar mucho en Europa. Ahora yo creo que no cuela.
De la presentadora mejor no hablar. El típico ejemplo del principio de Peters, de alguien alzado a su máximo nivel de incompetencia. No se puede ser periodista política sólo con el marujerío por ideología, aunque te peinen como la protagonistas de House of Cards, una serie americana con más dosis de realidad que el debate de ayer. Pero claro, tú no eres la estilosa y glamourosa protagonista, Robin Wrigth, que luce así:
Una perversa mujer que hace cualquier cosa por su marido y sus ambiciones. Hasta matar. Una mujer por la que harías un pacto con el diablo. Una mujer "cool", no exactamente como tú.
En fin, vomitivo: un espectáculo de desasosiego creciente, de vergüenza ajena, hasta que no puedes más y apagas de mala leche. Con esta paturrela nos las van a dar todas en el mismo carrillo.
3 comentarios:
A mí lo del hilillo salivar me incomodó también.
Yo apagué la tele cuando la feminazi esa no acababa con su discurso buenista-metafísico de baratillo.
Eso os pasa por ver esas cosas.
Es verdad. El morbo no se pué resistir
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