"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

lunes, 28 de julio de 2014

Fatwa. Democracia podrida

Deben leer uds. el libro de Salman Rushdie "Joseph Anton". Cada vez me parece más evidente que marca el indio de una decadencia de la sociedad libre. Entiendo por sociedad libre la que se caracteriza por hacer honor de defender al débil. Ya sé: es una ilusión. Pero esa idea marca un idearium máximo que, si no se alcanza, siempre lo intenta. Ese idearium máximo fue arribado vergonzosamente por los gobiernos entonces más poderosos del mundo.

 

Joseph Anton fue el seudónimo de tapadera que usó Salman cuando estuvo oculto de la vida normal por la sentencia de muerte que le había lanzado el mundo musulmán (miles de millones de musulmanes estaban de acuerdo con la sentencia de muerte). Y lo que es peor, los musulmanes de Gran Bretaña, con un poder inmenso en la opinión pública, hacia de amplificador constante de la Fatwa del ayatolá Jomehini.

Deben leerlo porque lo significativo de ese libro es la anécdota, no la teoría. La sucesión de anécdotas vitales que sufrió Salman por la interpretación errónea de su libro "Versos Satánicos". No es ninguna broma que por un error de lectura miles de millones de creyentes condenen a muerte a una persona.

Deben leerlo (gratis en pappyrefb2) para ver cómo los gobiernos occidentales se plegaron a los Musulmames, y trataron a Salman y su seguridad como una molestia incómoda de la que él era el culpable. Su vida se vio hecha pedazos, y nadie comprendió que no era un caso personal, sino un caso de defensa de la civilización contra una barbarie nueva: el resurgimiento de una religión terrorista, que se permite condenar a muerte, sin tribunal ni garantías, una condena que enuncia un sacerdote de un país lejano y es automáticamente aplicable en cualquier lugar del mundo. Una religión para la que cualquier medio es lícito para sus fines. Imaginen por un momento, si pueden, al Papa de los católicos enunciado un decreto semejante. Que yo sepa, la Iglesia desde hace centurias, sólo se ha permitido excomulgar a los réprobos.

Occidente reaccionó con renuencia a la amenaza de muerte de Salman, sin ver que si cedían habían más condenas, con cualquier exusa. Que el todopoderoso gobierno británico se plegara en parte al poderoso lobby musulmán instalado en su propio país, demuestra cuantas cotas de proteccionese la libertad ha perdido Occidente de esta guerra silenciosa que nos invade día a día.

Se formó una guerra ideológica de propaganda a ver quién ganaba la opinión mundial. Los gobiernos occidentales no supieron ver que tenían la opinión pública de su parte, que dicha opinión no estaba de acuerdo con el lobby musulmán; que les gustara Rushdie o no como escritor o persona, no les gustaba el poderío que estaba alcanzando el lobby musulmán. Y cedieron. Lastimosa democracia que cuando llega a su cenit decide plegarase ante la barbarie. Quizás 1989, el año de la falta, señale el principio del fin de nuestra civilización.

Rushdie se vio abandonado y vilipendiado por todos. Se sintió culpable, y llegó a ceder ante el lobby musulmán por lo sólo y acosado que se sentía. Se arrepintió, por lo que la Fatwa volvió a caer sobre su cabeza. Mientras, lo único que se les ocurría a los gobiernos de Londres y de Europa por defender a uno de sus ciudadanos era presionarlo a él para que cediera. Todo un ejemplo "avant la lettre" de Rajonismo.

Es todo un símbolo de lo que podemos esperar de Occidente, de la democracia occidental, que poco a poco va cayendo en manos de sus enemigos. Una de las mayores vergüenzas de Europa, y EEUU, es haber consentido que desde un púlpito sin jurisdicción, en un país hostil, se lanzara una condena a muerte que podría haber sido efectiva. Cualquier musulmán, o un asesino a sueldo, podría haber ejecutado la sentencia, incluso podría haber escapado de la justicia gracias a las garantías procesales de Occidente. Esas garantía que nadie estaba dispuesto a reconocerle a Rushdie. Cualquier matón a sueldo hubiera bastado.

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