"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

miércoles, 23 de julio de 2014

Hace veinticinco años: Todos contra Salman Rushdie

Ahora que se conmemora casi todo,  recuerdo que hace veinticinco años tuvo lugar la Fatwa del Islam contra el escritor (indo musulmán) Salman Rushdie. Occidente reacconó con frivolidad ante este ataque a sus libertades, creo.
A continuación, unos párrafos del libro de Salman Rushdie "Joseph Anton" [pueden bajarlo gratis en pappyrefb2], en el que recuerda cuando fue vilmente amenazado de muerte por el Ayatolah Jomehiny, y su cabeza fue puesta a precio por millones de musulmanes dispuestos a ejecutarle. Razón: la publicación de su libro "Versos satánicos", en el que loa islamistas se sentían vilipendiados. Su vida se convirtió en un infierno eso sí, protegido por la policía del RU, cuando Margareth Thatcher gobernaba. Cada párrafo es una lacerante muestra de la miseria humana, aunque recompensada de vez en cuando por inesperadas muestras de solidaridad (personal, no de la del PSOE)... Por cierto, que los más izquierdosos de los intelectuales no le apoyaban, pues en su opinión el "pueblo nunca se equivoca". Creo que vale la pena recordar esa virulencia moral del islamismo, tan tan sólo hace 25 años, y la solemne estupidez de la inteligencia de algunos.

... "Entretanto, en la prensa se arremolinaban los rumores. La organización Abu Nidal estaba adiestrando a un equipo de sicarios que entrarían en el Reino Unido «vestidos de hombres de negocios, con ropa occidental». En la República Centroafricana estaban preparando supuestamente otro escuadrón de asesinos. Y además de estas letales murmuraciones, la fealdad sonaba aún a todo volumen en todas las radios, las televisiones y las primeras páginas de los periódicos. El ministro conservador John Patten se enfrentó elocuentemente en un debate televisado con el parlamentario promusulmán Keith Vaz. Kalim Siddiqui apareció en televisión justo después de volver de Irán y dijo amenazadoramente «No morirá en Gran Bretaña», con lo que insinuaba que se había urdido un plan de secuestro. El antiguo cantante pop Cat Stevens, recientemente reencarnado como el renacido «líder» musulmán Yusuf Islam, salió también por televisión, deseando su muerte y declarando que estaba dispuesto a avisar a los escuadrones de sicarios si llegaba a descubrir el paradero del blasfemo....
..."Telefoneó a Jatinder Verma, del grupo teatral Tara Arts, quien le habló de «la severa intimidación [a los musulmanes británicos por parte de los organizadores de la campaña] que estaba produciéndose a nivel de las bases» y «la presión política por parte del Consejo de Mezquitas». Tan deprimentes como la campaña islámica fueron los ataques de la izquierda. John Berger lo denunció en The Guardian. Y el eminente intelectual Paul Gilroy, autor de There Ain’t No Black in the Union Jack, lo más parecido en el Reino Unido a una figura como Cornel West en Estados Unidos, lo acusó de haber «juzgado mal a la gente» y haberse creado así su propia tragedia. En una ocurrencia surrealista, Gilroy lo comparó con el boxeador Frank Bruno, quien evidentemente sabía cómo «no juzgar mal a la gente» y por tanto era querido. No era posible, en la mente de intelectuales socialistas como Berger y Gilroy, que el pueblo lo hubiera juzgado mal a él. El pueblo no podía equivocarse...."
..."Michael Foot [uno de los líderes más famosos del laborismo] y su mujer, Jill Craigie, habían invitado a su sucesor al frente de la oposición, Neil Kinnock, y su esposa, Glenys, a cenar en su casa de Pilgrims Lane, en Hampstead, para presentárselo. El escritor y abogado John Mortimer, creador de la serie de televisión Rumpole of the Bailey, y su mujer, Penny, estarían también allí. Lo llevaron en coche a Londres y se encontraron detenidos en un atasco justo delante de la mezquita del Regent’s Park cuando los fieles salían después de sus oraciones del viernes, tras haber escuchado un sermón en el que se lo vilipendiaba. Tuvo que abrir el Daily Telegraph para esconder la cara. Al cabo de un rato preguntó: «Supongo que el seguro de las puertas está puesto, ¿verdad?». Se oyó un chasquido y un carraspeo, y Retaco [mote de uno de los agentes de protección] dijo: «Ahora sí». No pudo evitar sentir lo espantoso que era verse segregado de los «suyos». Cuando se lo dijo a Sameen [su hermana], ella lo reprendió. «Esa turba incitada por los mulás nunca ha sido de los tuyos -dijo-. Tú siempre te has opuesto a ellos, y ellos se han opuesto a ti, en la India y en Pakistán....»
"... En casa de los Foot, Neil Kinnock, increíblemente cordial y solidario, le concedió todo su apoyo. Pero también le preocupaba que «se supiera» que él había estado allí y eso le causara problemas políticos. No podía haber sido más amable, pero era una amabilidad secreta. Kinnock desaprobaba, dijo en determinado momento, la concesión de subsidios públicos a los colegios musulmanes segregados, pero qué podía hacer él, exclamó, al fin y al cabo esa era la política del Partido Laborista. No era posible imaginar a su adversaria, la formidable primera ministra conservadora Margaret Thatcher, rindiéndose tan débilmente.
...Michael, por su parte, se había convertido en un apasionado aliado y amigo. Su única discrepancia era respecto a Indira Gandhi, a quien Michael había conocido bien, y cuyos años de semidictadura durante el «estado de emergencia» de mediados de la década de los setenta tendía a disculpar. Cuando Michael adoptaba a una persona como amigo, pasaba a pensar que esa persona no podía hacer nada mal.
"...También asistió a la cena el poeta Tony Harrison, que había realizado un poema cinematográfico para la BBC titulado El banquete de los blasfemos, en el que cenaba en un restaurante de Bradford con Voltaire, Molière, Omar Khaiame y Byron. Una silla quedaba vacía. «Esa es la silla de Salman Rushdie.» El diálogo giraba en torno a la blasfemia, postulando que se hallaba en la raíz misma de la cultura occidental. Los juicios a Sócrates, Jesucristo y Galileo habían sido todos juicios por blasfemias, y sin embargo la historia de la filosofía, el cristianismo y la ciencia estaban muy en deuda con ellos. «Te guardo la silla para mandártela -dijo Harrison-. Tú avisa cuándo puedes recibirla.»"
"...En el Hyde Park se desarrollaba en ese momento una concentración de veinte mil o treinta mil musulmanes para reclamar lo que fuera [“MATAD A ESE PERRO, MUERTE AL CANALLA DE RUSHDIE y PREFERIMOS LA MUERTE A VERLO VIVO,”] que estuvieran reclamando, pero gracias a la morfina eso no lo inquietaba. Habían amenazado con organizar la mayor manifestación jamás habida en Gran Bretaña, quinientas mil personas, así que veinte mil parecía una insignificancia. La morfina era maravillosa. Si pudiese estar siempre bajo sus efectos, se sentiría de perlas.
Después discutió con Clarissa porque había dejado ver a Zafar [su hijo] la manifestación por televisión. «¿Cómo has podido hacer una cosa así?», preguntó él. «Ha pasado y ya está», contestó ella, añadiendo que él obviamente estaba alterado por la manifestación y no debía emprenderla con ella. "Zafar se puso al aparato y dijo que había visto un monigote con la cabeza traspasada por una flecha, y a veinte mil hombres y niños marchar por las calles, no en Teherán, sino en su propia ciudad, exigiendo la muerte de su padre. Él le dijo a Zafar: «La gente alardea mucho delante de la televisión, creen que así pasan por listos». «Pero no pasan por listos -dijo Zafar-. Quedan como tontos.» A veces era un niño asombroso."
Sí, al cabo de los años fue "indultado" de la Fatwa, pero durante años si vida quedó suspendida en una huida de escondite en escondite. Gracias al éxito de "Versos Satánicos" pudo pagarse esos escondites y esa protección. Cuando le preguntó a uno de los policías qué hubiera sido de él sin ese dinero...
“Un día preguntó al agente de protección apodado Cerdito: «¿Qué habrían hecho si Los versos satánicos hubiese sido, pongamos, un poema o una obra radiofónica, y no hubiese generado los ingresos que me permiten alquilar sitios así? ¿Qué habrían hecho si yo hubiese sido pobre?». Cerdito se encogió de hombros. «Por suerte -contestó-, resulta que no es necesario contestar a esa pregunta, ¿verdad que no?»”

Finalmente, esta enternecedora anécdota:

“Clarissa [ex esposa y madre de su hijo] lo llamó para hacer las paces. Un autor irlandés representado por la agencia A. P. Watt, donde ella trabajaba, le había contado una anécdota sobre unos albañiles irlandeses a los que él conocía en Birmingham: habían plantado los cimientos de una gran mezquita nueva y, cuando nadie los veía, habían colocado un ejemplar de Los versos satánicos en el cemento húmedo. «Así que la mezquita se está construyendo sobre tu libro»,”

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