"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

martes, 5 de mayo de 2015

Vida lenta

Soy un rendido lector de todo lo que ha escrito Josep Pla. He leído todo lo que se ha traducido del catalán, además de lo que él mismo publicó en castellano. Ahora estoy leyendo ese hermoso título, "La vida lenta", un prodigio de economía de medios y capacidad de expresión.

La Vida Lenta es un diario de apuntes sin pretensión literaria -si es que eso cabe en un escritor como Pla. Quiero decir que, a diferencia de El Cuaderno Gris, que fue reescrito y agregado a otras cosas, La Vida lenta es de primera Escritura. Por eso el Cuaderno Gris es una obra de gran altura literaria: pero La Vida Lenta tiene un atractivo de autenticidad que no tiene tan intensamente la otra.
Sin embargo, como Pla es escritor, como tiene esa capacidad de transformar lo mas anodino en prosa expresiva, a veces este "diario lento" alcanza niveles altos, tan altos o más que el Cuaderno. Es como asomarse a la trastienda de su escaparate, y ver cómo Pla iba tejiendo penosamente su gran obra. Impresionante.
 
Impresiona, como siempre sucede, descubrir que el gran escritor es tremendamente infeliz. Sabe detectar la verdad de lo que le rodea, es sagaz con los demás, pero no sabe que le pasa a él. Lleva un vida bohemia sin muchos recursos. Ha sido el Hereu de la casa familiar, una magnifica Masía que habita en soledad, demasiado grande para calentar en invierno, por lo que tiene que acercar la cama a la chimenea; pese a lo cual hay noches que la temperatura es de cero grados. Allí, en la cama o en le mesa camilla, bajo la campaña de la chimenea, discurre su vida de lector y de escritor compulsivo.
 
Sigue un horario caótico. Tiene insomnio, y sólo logra dormirse de madrugada. Entonces se levanta tarde, frecuentemente a las seis de la tarde. Hay días que se queda en la cama leyendo y dando cabezadas. Luego se levanta para ir a Palafruguell, a cenar con los amigos y hacer tertulia. Vuelve, se queja de que ha bebido mucho (todas las noches), se acuesta para pasar el insomnio lo mejor posible, y vuelta a empezar.
 
Sus comentarios sobre sí mismo y su entorno son agudos, mordaces, tiernos cuando deben serlo. En todo caso, de una densidad informativa enorme. Pasan por su pluma el paso de las estaciones, el frío, la tramontana, que le molesta especialmente, el garbí, la excelencia de unos guisantes, las patatas si son europeas ("nada que ver con las de aquí")... Y no faltan anotaciones sobre la actualidad política española o internadional. Porque Pla está siempre asomado al exterior. Le interesa la guerra de Suez. España le desespera, y hay una anotación magnifica sobre Franco: "Me deprime el asco físico que me produce Franco".
 
Todo este revoltijo que sólo ordena la sucesión cronológica, el lento paso de tiempo (un tema de fondo reiterativo en Pla), adquiere una especie de armonía. La quejas de Pla sobre su destino, que no entiende, su incapacidad de salir de ese entorno, a veces asfixiante, las breves felicidades de una comida o una tertulia, el aire a humedad que le embriaga, la lluvia fina que le cala y le acatarra, pero no le importa, porque no quiere perdérsela...
 
Voy leyendo despacio, para que me dure lo mas posible. A veces me gusta mas que el Cuaderno Gris, que es mucho decir. La capacidad de evocar no solo imágenes, sino incluso sensaciones físicas, es sólo posible en los grandes. Y aplauso lo es, de los más grandes, a pesar de ser desdeñado por los suyos y desconocido por el resto de España.
 
Pla solo podía ser escritor; observador de los cotidiano, no le gustaban los grandes vuelos ni las altas retóricas. Fue testigo de momentos históricos del siglo XX cruciales, como la Marcha de Mussolini sobre Roma en los años veinte. Fue un gran conservador, pese al asco físico por Franco, que le deprimía.
 
Sus crónicas desde Madrid de la República española son el relato mas objetivo que he leído de aquel desastre. Absolutamente recomendable.
 
Quizás por eso es tan grande: por su curiosidad innata por lo grande y lo pequeño; lo primero acaba desengañandole del del ser humano, lo segundo le trae breves consuelos. Pero ¡cómo los describe todo!

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