No pensaba encontrarme esta joya de David P. Goldman, que me envía Pablo Bastida. Desgraciadamente llega a similares conclusiones que las mías en el post anterior. No me he pasado de pesimista. Ruge la marabunta en nuestras puertas, mientras nosotros nos sentimos enternecidos por ser tan sensibles y majos.
Como muestra la línea roja, el año pasado, sólo en un año, los desplazados fueron 15 millones. Quince millones. Cuando Isaia Berlin decía que lo peor de la Ilustración es que divulgó la falsedad de que todo problema tiene solución...
Ahora Europa, la cínica e hipócrita Europa, se ha puesto a abrir las puertas a una avalancha de desplazados que, como dice Goldman, la mayoría son combrientes de dos ejércitos asesinos sin piedad. Probablemente, mucho de los que vienen tienen sangre en las manos. Pero no importa, porque según dicen la a autoridades, "El invierno se acerca, y ¿vamosa permitir que esas pobres criaturas duerman bajo gélidas tiendas?" -Dice el hipócrita de Junkers-. No por favor, Junkers, que pasen hasta la cocina (preferentemente en tu casa) que cojan lo que quieran, sean o no aliados del islamismo terrorista, y se instalen cómodamente. El resultado será, como agudamente señala Goldman, la escena de esa genial película de Buñuel, que casi nadie ha entendido: "Viridiana", en la que los pobres acogidos por Viridiana se dan el banquete y arrasan con todo, y luego encima se hacen una foto lúbrica y blasfema, que represente a la "Ultima cena" de da Vinci. (Aviso: si no han visto la película, es el momento).
Pero, ¿a quien le importa? Qué más da, si Europa ya no tiene futuro. Esto es la puntilla final. Ya no va ser el euro; será un cúmulo de despropósitos que socavarán este estado que no es estado, cada vez menos menos estado, cada vez menos. Deben estar escacharrandose de nosotros en todas las cancillerías del mundo; deben estar empezando a hacer planes para mandarnos sobrantes hasta en avión, aunque la idea del yate gigante llena de refugiados es muy estética. Sólo en Pakistán, hay de esos sobrantes, que al gobierna le gustaría quitarse de en medio, unos 30 millones.
Así que no sueñen en balde, dedíquense al bebercio y al fornicio, porque esto se ha acabado. Lamentablemente, no les auguro que sea lento, ojalá. Ya he dicho varias veces que mi sueño es que Europa, esta democracia débil, decayera lentamente, mientras daba tiempo a agotar las reservas de vino y cava y de jabugo. No tendrán apenas tiempo de llevárselo a la boca.
El artículo de Goldman está muy bien informado, así que recomiendo leerlo. Yo voy a extraer aquí un gráfico escalofriante, de los refugiados y desplazados en el mundo, total y anual. La cifra global llega a 60 millones de personas, adultos y niños mal alimentados y peor instruidos.
Ahora Europa, la cínica e hipócrita Europa, se ha puesto a abrir las puertas a una avalancha de desplazados que, como dice Goldman, la mayoría son combrientes de dos ejércitos asesinos sin piedad. Probablemente, mucho de los que vienen tienen sangre en las manos. Pero no importa, porque según dicen la a autoridades, "El invierno se acerca, y ¿vamosa permitir que esas pobres criaturas duerman bajo gélidas tiendas?" -Dice el hipócrita de Junkers-. No por favor, Junkers, que pasen hasta la cocina (preferentemente en tu casa) que cojan lo que quieran, sean o no aliados del islamismo terrorista, y se instalen cómodamente. El resultado será, como agudamente señala Goldman, la escena de esa genial película de Buñuel, que casi nadie ha entendido: "Viridiana", en la que los pobres acogidos por Viridiana se dan el banquete y arrasan con todo, y luego encima se hacen una foto lúbrica y blasfema, que represente a la "Ultima cena" de da Vinci. (Aviso: si no han visto la película, es el momento).
Así que no sueñen en balde, dedíquense al bebercio y al fornicio, porque esto se ha acabado. Lamentablemente, no les auguro que sea lento, ojalá. Ya he dicho varias veces que mi sueño es que Europa, esta democracia débil, decayera lentamente, mientras daba tiempo a agotar las reservas de vino y cava y de jabugo. No tendrán apenas tiempo de llevárselo a la boca.
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