Los tratados de libre comercio tratan, en teoría (como explicaba aquí en "Juicio a la globalización"), de mejorar el bienestar de ambas partes gracias a las teorías ricardianas et Al de libre comercio.
Dichas teorías están elaboradas en una condiciones tan estrictas que se dejan lo más importante fuera.
En realidad cualquiera tratado del libre comercio debería tener en cuenta las consecuencias para la democracia, son todo cuando una de las partes no es democrática. China no lo es.
Como dice Palley, el argumento crucial en contra es político: un tratado de este tipo mermará irremediablemente la democracia americana, empezando porque pone en manos de Trump un montón de votos.
Además, como avisaba en mi post citado, un país que "juega sucio" con la devaluación de su moneda, que le da ventaja de hasta un 30% en costes comparados, va a generar un déficit comercial crónico que para él no tiene coste, pues es una dictadura que reprime los precios internas con toda facilidad. China es un soportador de deflación, y no ha tenido poco que ver con la baja inflación que "hemos disfrutado" desde los años noventa. Ha sido un ventilador de deflación. La prueba más contundente es el gráfico que publicaba en aquel artículo de la acumulación de reservas exteriores chinas debidas a sus ventas de yuan es para mantenerle devaluado,
Otro efecto colateral es la caída de los salarios en EEUU mucho más allá de la productividad, lo que se considera un misterio que para mí no lo es. Es un efecto más de la globalización + la devaluación del yuan.
A corto plazo lo más inquietante es que Obama, que está intentado cerrar el acuerdo lo antes posible, está quitando votos a Clinton y dándoselos a Trump, que anulará el tratado en cuanto llegue a la Casa Blanca.
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