"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

sábado, 16 de septiembre de 2017

Una montaña de mentiras

En un artículo de Antonio Elorza  se destapa sin tapujos la montaña de mentiras que los independentistas se han ido contando a sí mismos, montaña sobre la cual se yerguen, pero que puede derrumbarse en cualquier momento. La muestra es la carta que han enviado cuatro dirigentes catalanes al Gobierno,  pidiéndoles negociar el referéndum sobre esa montaña de mentiras. Dice Antonio Elorza, 

En uno de los monumentos más singulares de la Antigüedad, el bajorrelieve de Behistún, el rey Darío explica las razones de la derrota de quienes se habían rebelado contra él: eran "reyes mentirosos" y "quien sea rey debe precaverse de la mentira". Darío da cuenta puntual de esos enfrentamientos, como prueba de su verdad y del espíritu de justicia.

Al leer la carta de los cuatro dirigentes catalanes, cabe apreciar que en la actualidad los papeles se han invertido. En una sociedad dominada por los medios y la imagen, quienes hablan son "los reyes mentirosos", para justificar su rebelión, en tanto que el Gobierno les deja el terreno libre y confía solo en sus recursos técnicos para sostener el Estado de derecho. No se cuida siquiera de destacar la mentira de los rebeldes.

La mentira de fondo es incuestionable: según el relato de Puigdemont y los suyos no dejaron de proponer desde el principio un diálogo rechazado por Rajoy. Solo que tras la entrevista Rajoy-Mas de septiembre de 2012, donde fue rechazado el concierto bis, la Generalitat emprendió por su cuenta el camino de la independencia, de manera que hasta hoy el único contenido del "diálogo" hubiese sido aprobar el referéndum. En un atraco político mal puede dialogarse con quien ya ha sacado el revólver. Nunca hubo una oferta catalanista de plantear la cuestión partiendo de cero. Menos dentro del marco constitucional.

Mentiras sobre mentiras. El TC recortó, no "tumbó" el Estatut, y por ello no pudo romperse el "pacto constitucional de 1978", falsa interpretación pro domo del proceso constituyente. Si se limitó la libertad de expresión, fue desde una Generalitat que controla los medios en régimen de monopolio contra cualquier opinión disidente. No se impiden actos políticos, véase Tarragona. Si hubo querellas contra el Govern y la Mesa del Parlament, fue por haber impuesto sus decisiones independentistas, anticonstitucionales, con absoluto desprecio de las más elementales reglas de la democracia representativa.

Ahora ofrecen un "referéndum pactado". En su ejercicio de propaganda mendaz de cara al exterior, los cuatro dirigentes olvidan un pequeño detalle: el referéndum o plebiscito "de autodeterminación" -por fin salió la liebre del sombrero- ya lo han convocado ellos, e incluso está aprobada una mini-Constitución. Lo están viviendo en régimen de placer solitario. Ofrecer ahora " un diálogo abierto y sin condiciones " es un sarcasmo.

Posiblemente eficaz: los grandes intereses capitalistas -y ahí está el Financial Times- quieren que esto se resuelve como sea. El discurso de Puigdemont lleva dentro la amenaza; el de Rajoy solo es silencio. Ganan los mentirosos.

Estas mentiras son moneda corriente en Cataluña, las llevan sembrado toda la vida, y hubo un momento en el pasado que los demás españoles las creíamos. Creíamos que los catalanes eran más. Más modernos, más civilizados, más europeos, cultos, en fin, todo más. 
En mi paso por la universidad muchos de nosotros veían lógico que se indepedendizaran, esos seres tan superiores. 
Claro, nos habían ocultado su pequeña historia ridícula antes de y durante la República y la Guerra Civil, una historia nada gloriosa, todo lo contrario. Tuvimos que esperar al presente para contemplarlos en su verdadera esencia. 
Decía Josep Pla, un verdadero pero desengañado catalanista, que el no confiaba en los catalanes para gobernarse, y que el catalán era una lengua hablada, como el español, pero a diferencia de éste no tenía una literatura, una historia literaria: una lengua se hace no sólo hablando sino escribiendo literatura. Supongo que después de treinta años de gobierno autonómico, eso se habrá corregido un poco, sobre todo con la inmersión lingüística. 
En todo caso, la Carta de Puigdemont & al al Gobierno (¡y al Rey!) es una chorizada de la cantidad de mentiras que contiene, como demuestra Elorza. Mentiras que llevan acumulándose décadas y que ellos mismos se creen porque las necesitan para tener un suelo sobre el que edificar. 
  Ahora los vemos en su dimensión real, lo que debería hacerles pensar si no era mejor seguir siendo españolas admirados que seres como los demás en su cruda realidad. 

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