En Cataluña los secesionistas ya están dos escalones más arriba después de unas elecciones, un referéndum, un 155, un batiburrillo que no se ha entendido bien como desde 3000 km alguien ha designado un sucesor, o sustituto, mucho más radical. Todo un éxito del gobierno que da el vértigo de ver que se acercan a sus objetivos. Las posturas se han enconado y habrá conflictos callejeros, más intolerancia con los españoles que no habían abierto la boca, y la necesidad imperiosa de que alguien, no Rajoy, se imponga por la fuerza legal la estabilidad. Vamos, que es muy probable que nos encontremos con un Ulster.
No se puede suspender una autonomía sin suspender su parlamento. Las leyes deben de emanar del Parlamento Español. Si no, las demás CCAA tentadas de seguir ese camino, no verán el muro que es necesario eregir. ¿Estamos a tiempo todavía?
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