"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

domingo, 3 de noviembre de 2019

Admiración, Asombro (publicado en 2008)

Lo que nos mantiene vivos es la admiración. Somos felices en la medida en que admiramos. Decían los filósofos griegos que la fuente de la filosofía es el asombro. Yo creo que es algo más radical.


Fatalmente, todo lo que llena nuestra vida –nuestro sentimiento, pues somos más existentes en el sentimiento, no en la inteligencia- es fugaz y pasajero. La primera vez que vemos el mar, nos decimos: siempre te buscaré. Hasta que, después de visitarlo una y otra vez, nos abandona aquel sentimiento que creíamos eterno; lo sustituimos por otro que seguro no será tan intenso. Y es que la admiración se dirige inconscientemente a eternizar, a combatir esa verdad: “todo fluye, nada permanece”, que, desde siempre, toda religión ha combatido con la verdad opuesta, que todos preferimos inconscientemente: “hay algo permanente por encima de nosotros”.


Preferimos saber, o creer que sabemos, que algo indefinible es permanente, algo que nos sirve de apoyo; una sutil red de admiraciones de la que, poco a poco, vamos sustituyendo unos puntos que creíamos fijos por otros, hasta que se nos agota el arsenal de admiraciones –paisajes, obras de arte, personas amadas, héroes, poesía,...- y llegamos a sospechar que no hay trama, que lo que hay es tramoya, y sólo nos queda esperar que esa tramoya la dirige alguien, que hay un designio, indescifrable para nosotros, pero consolador en su mera posibilidad. De pequeños tenemos héroes, amores imposibles, en emociones intensas cuanto más inalcanzables son. ¿No es la edad más intensa, sólo por muestra capacidad de asombro? La vida, la biología y la inteligencia, nos la van escamoteando. La vida es escamoteo, y nos defendemos malamente contra su lenta mineralización de nuestra alma. Erróneamente, creemos que la inteligencia nos salvará. Pero la inteligencia sola es seca, no nos nutre. Es más, debemos sospechar que la inteligencia es la trampa que nos tiende la vida, y en la que solemos caer. Cuando una cultura se deja llevar por ella, decae y muere, como decae y muere la vida de cualquiera que la coloca en lo más alto. La admiración, la capacidad de asombro, algo que todos tenemos si no hemos caído en el cinismo total, es nuestra fuerza vital. Es la fuerza que nos mantienen humildes ante la posibilidad de lo extraordinario: cuando admiramos, valoramos a alguien o algo por encima de nosotros mismos. Contengamos la inteligencia en sus límites, no la admiremos más que por su eficiente servicio.

(Entrada de 2008, enero, que algún visitante me ha redescubierto.)

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