"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

martes, 13 de diciembre de 2022

Hace cien años

Cien años hace que Ortega y Gasset publicó su ensayo “España invertebrada”, una colección de artículos de periódico, de apenas cien páginas. Curiosamente, pese a que el autor no se molestó en presentar una versión más compacta, el ensayo tuvo un gran éxito aquí y el el extranjero, e indefinidas reediciones hasta el día de hoy. Sigue estando de actualidad pese a sus fallas innegables, lo que dice mucho del tino de su autor y muy poco de esta España invertebrada. 
Porque quizás el título sea de lo más acertado del libro. España, ¿cuando es la última vez que estuvo vertebrada? 
En realidad ¿de qué país hoy se puede decir que esta institucionalmente vertebrado?
En 1922 se estaba viviendo en Occidente un periodo un tanto confuso, alegre por La Paz después de la I Guerra mundial, pero camino a una crisis mundial que llevaría al poder a Mussolini y luego a Hitler. Una crisi sólo pronosticada por Keynes en su vigente “Las consecuencias económicas de La Paz”.
Confusión de las conciencias, arrebatos desorientados, temor a lo que había surgido en Rusia: una Revolución bolchevique... la Crisis económica de 1929 fue el último paso para la caída de las democracias y la entrega de la clase media arruinada a unos tiranos que ofrecían orden y parapente contra el comunismo amenazador. Se creyó, y no sin razón visto lo visto, mejor una dictadura de derecha se que se izquierdas.
Esas crisis de 1920-30 fue el caldo de cultivo de la Segunda Guerra Mundial. 1920-40, veinte años de desorientación y crisis. Se creía ilusoriamente que la Primera había sido “la última de las grandes Guerras”. Había desbaratado todo, se podía esperar que no quedando nada en pie, partiendo de cero, no hubiera ya más Revoluciones.
Esperanza frustrada. 
España no participó en esa guerra, pero recibió efectos colaterales, aunque he leído a algún historiador que se vio beneficiada económicamente por las ventas extras de bienes a los países combatientes. En todo caso eso no evitó ataques de Alemania a buques español para que se unieran a su bando como combatiente. España resultó dividida en dos mitades irreconciliables, como La Corona: el rey Alfonso XIII fue por alemán mientras que su esposa, la reina Victoria Eugenia, heredera nieta de la Casa real británica, fue decididamente pro aliada. Como signos de esa división, los intelectuales también: Azorín, gran francófilo, hizo manifestaciones y escritos a favor de los Aliados. Visitó algunas veces el frente francés. Baroja, su compañero en la generación del 98, era pro alemán.
La España de postguerra estaba preparándose para la gran crisis de los 30: la violencia pistolerista del  anarquismo floreciente propició en 1923 el golpe de estado de Miguel Primo de Rivera, con explícito apoyo del rey, dando fin de hecho al régimen de la Restauración. Esto acabó creando un vacío institucional en 1929, lo que que propició la llegada de la República en 1931. 
Nótese que mientras España se sumergía en la República, gran parte de Europa se encaminaba a su entrega a dictaduras fascistas en una frenética huida del comunismo. La democracia se habían desprestigiado en muchos países.
Bueno, volviendo a la “España Invertebrada”. El diagnóstico de Ortega fue certero. Recibió con alegría apenas simulada la Dictadura de Primo. Tras el fracaso de ésta, con sus amigos Marañón y Pérez de Ayala, creó la Asociación en favor de la República. Su prestigio tuvo su peso en la balanza que se inclinó a la “nueva ilusión” de gran parte de la sociedad. Pero el nuevo régimen político no supo apuntalar las deficiencias seculares denunciadas en “La España Invertebrada”: la ausencia de una cúspide dirigente seleccionada por la excelencia. Eso era la causa de invertebración. La falta de dirigentes, no sólo políticos, también doctores, científicos, intelectuales, escritores... con fundamentos y liderazgo. ¿Perciben la actualidad de ese pronóstico certero aunque siniestro? Yo lo corroboro. Como he dicho al comienzo, Ortega, sin ser consciente, dio en el clavo.
Por eso el Ensayo se ha reeditado reiteradamente hasta hoy en día.

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