Me alegro infinito saber por este artículo de Joan López de que el veneno del nacionalismo catalán está en extinción. Lo hubiera estado hace tiempo si los políticos de Madrid no se hubieran dedicado a darles oxígeno en las ocasiones anteriores que estuvieron asfixiados. Pero eso sucedió, empezando especialmente con Zapatero (ese oscuro y tenebroso lacayo de Maduro), que les regaló un estatuto que fue el principio del process y del fallido golpe de estado de 2017.
Toda la vida, desde el régimen de la Restauración (1876) dándoles oxígeno en vez meterlos en la cárcel, dándoles ventajas económicas como el arancel Cánovas, para que pudieran vender en España sus tejidos, mucho más caros que lo ingleses. ¿Nos lo han agradecido alguna vez? NO. Los hemos mantenido sanos y fuertes para que siguieran amenazando, eso sí, poniendo la mano “egipciana” donde siempre caía algo. La olimpiada de Barcelona, por ejemplo.
Así que me temo que ahora será igual, o peor. Porque es Sánchez, mediante su peón Illa, quien los ha sofocado. Si es listo, no apretará del todo pero los mantendrá ahí, jadeando, mientras presume de su “pacificación” de Cataluña. Y me parecería muy bien, pero es Sánchez, el golpista, que de una tacada se ha apoderado de las “provincias” y ha dado un gigantesco paso hacia el poder absoluto. ¿Y la oposición? Ni se la ve ni se la espera. Seguro que está maquinando estrategias para atraerse a Puigdemont, que es su máxima esperanza, porque considera que “es de derechas” y se pueden entender. Todavía no distinguen bien un partido burgués de unos alucinados carlistas que un día bajaron del monte. Sánchez tiene mucho que hacer todavía, pero la senda hacia el poder absoluto se le ha ensanchado mucho.
4 comentarios:
Hoy Girauta me ha parecido ingenuo.
https://www.eldebate.com/opinion/20240815/ahora-nunca_220291.html
Ya no queda ninguna esperanza. Los retos son enormes (invasión migratoria, despedazamiento del estado y de la constitución, hundimiento de la cultura (cuantos Fallas, Ortegas o Sorollas tenemos ahora?) y las ganas de luchar muy poquitas, demasiado tiempo viviendo muy bien.
No sé si llamarlo ingenuo, o desesperado. Cuando no se puede no se puede, y contra el gélido pozo negro del pueblo español no se puede.
Eso pienso y me gustaría equivocarme
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