"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

martes, 23 de agosto de 2011

Presupuesto constitucional: viva la Pepa

Zapatero, a punto de salir del escenario de la historia (en el que ha estado, sin saberlo, de bufón), ha propuesto solemnemente (en el Parlamento) que se introduzca en la Constitución el límite del déficit presupuestario.
Rajoy ha dicho que lo lleva pidiendo desde junio y que, en todo caso, lo apoyaría. El FT lo acoge calurosamente.
Ahora, si alguien me pregunta si eso serviría para contener el déficit y la deuda, o para hacer un agujero más en el tejido constitucional, pues diría lo segundo.
Eso es para países serios. Este país no lo es. Hemos acribillado la Constitución a machetazos y bombazos. Digo hemos porque hemos seguido votando al que lo hizo con más entusiasmo.
Además, ya no quedan países serios.
La Constitución es papel mojado; luego, no creo que sirva de freno al gasto, sino de adicional argumento del tipo "y tú más", que es lo único que saben hacer nuestros políticos. Mientras a la gente le importe una higa y se la sude que los chorizos no vayan a la cárcel, que la justicia sea politizada hasta cuando va de copas, y que los corruptos y venales nos (des)gobiernen, y amemos por otra parte tanto ¡tanto! vivir de la mamella nacional, es imposible.
Somos un país de larga tradición violadora de constituciones, que coleccionamos con gran alegría y, aunque no las exhibimos, deberíamos hacerlo. Desde 1812 hemos gozado de un sinnúmero de Constituciones, pero se fagocitaban unas a otras con gran delectación. Si no cuento mal, son 13 desde el estatuto napoleónico de Bayona hasta la actual de 1978 (Ver Historia_del_constitucionalismo_español).
Somos un desastre, y lo sabemos. Nos metieron en el euro -erróneamente- por ese motivo: porque somos tan poco fiables que ¡ale, vamos a darles las llaves a otros!. Pero no hemos cambiado, hemos seguido igual de dejados. No tenemos economistas, ni políticos, ni contables no tramposos. Tenemos arbitristas, como el siglo XVII, el de nuestra decadencia.  Empezamos por no saber mirar la realidad de frente; por eso creemos en las soluciones de los arbitristas.
¿Y ahora, ¡ahora!, quieren jugar a la seriedad que emana de una Constitución que nadie respeta? Europa debería enterarse de lo que amamos la sagrada Constitución antes de aplaudir.

4 comentarios:

HIPONA dijo...

Una memez más. Imaginemos una empresa que va mal. Una empresa del tamaño de Telefónica, pero que lleva 4 años perdiendo dinero, está perdiendo cuota de mercado constantemente, nadie confía en ella y los prestamistas solo le prestan 4 puntos por encima del interés que le prestan a sus competidores.
El Consejero Delegado no hace ninguna reforma, no reorganiza la empresa, no hace porque mejore la competitividad, no recorta gastos, no busca fuentes de ingresos. En definitiva, no hace nada.

Llega el Consejero Delegado y propone a la Junta General de Accionistas un cambio en los Estatutos. A partir de ahora en los estatutos sociales se prohibirá expresamente que la compañía entre en pérdidas. Reformas ¿para qué?

Así de estúpido.

Tío Chinto de Couzadoiro dijo...

Somos un país de tramposos, en el que nuestros políticos han dado sobradas muestras de su inclinación morbosa a saltarse la Constitución, cuando les conviene. ¿Por qué razón no iban a seguir haciéndolo, una vez que la reformen para poner un tope al gasto de las Comunidades Autónomas?

www.MiguelNavascues.com dijo...

exactamente. El ejemplo de la empresa está bien, salvo que al conejero delegado le tirarían por la ventana.
Nosotros no tiramos por la ventana a Zp.

www.MiguelNavascues.com dijo...

Sería un nuevo clavo en el ataud de la constitución