En Christopher Cadwell, un ejemplo de la profunda desorientación que sufren los políticos de izquierda europeos. El año que viene hay elecciones presidenciales en Francia, y Sarkozy está muy desprestigiado. Sin embargo, los socialistas parecen navegar a la deriva sin brújula ni timón. Como los españoles socialistas, no han entendido la crisis. No han entendido que la crisis ha dejado muy mal herido al occidente europeo-americano, que está, además más dividido que nunca. Hice diez años EEUU y Europa estaban de acuerdo en el modelo mundial, con diferencias de matiz . Ahora hablan lenguajes distintos. Si ven el vídeo subtitulado de un par de post anteriores, comprenderán lo que digo.
Todo lo que no se puede interpretar en clave de lucha de clases -clave marxista- se les escapa simplemente. Ven el mundo como un problema de redistribución, de justicia social, y el progreso para ellos es avanzar hacia ese objetivo incesantemente. Creen que la redistribución trae por sí sola el progreso, cuando la verdad es lo contrario, aunque haya que ayudarlo un poco.
Como han abandonado la legitimidad de la violencia que el marxismo de primera hora les daba, y esto no ha sido sustituido por algo sólido, pues oficialmente niegan la violencia, pero siguen teniendo cierta tolerancia para cierta violencia de masas: la dirigen ellos, o se suben a ella cuando aparece, pero sólo si es en la calle "en defensa de sus ideas". Hy otro tipo de violencia a la que tampoco hacen ascos en casos extremos.
Una cosa que no han asimilado los franceses, como los nuestros, es el problema de la inmigración islámica. Como no pueden entender que resurja cierto fervor religioso, lo reducen todo a un problema social, de paro y pobreza marginal.
Este socialismo, al igual que el nuestro, ha pasado por Congresos de refundación, como el famoso XXVIII congreso del PSOE. Pero los resortes psicológicos siguen siendo los mismos, pues en el fondo siguen pensando que la democracia se deriva del socialismo, que ellos fueron los "inventores" cuando se separaron de la IIª Internacional. Pero implícitamente nunca se ha admitido una superioridad de la Democracia sobre el Socialismo, por lo que cuando el "pueblo" se desvía de aquél, es legítimo utilizar "métodos no convencionales" para reconducirle a la "verdad". La democracia es socialista o no es.
El XXIII Congreso fue un ejemplo perfecto de que todo ha de "cambiar para que nada cambie". Felipe González lanzó un órdago a su partido dimitiendo porque en el congreso ordinario no admitió su propuesta de retirar el marxismo del partido. No pasó nada más que Felipe era un activo tan importante, que se montó un congreso extraordinario en el que se retiró el marxismo, pero cada cual hizo de su capa un sayo. El marxismo dejó de ser de seguimiento obligatorio, pero haberlo, lo había. Su fantasma, como el mismo Marx decía, "recorre Europa". Y es que nunca hubo una idelología tan bien fabricada para despertar sueños de justicia final, eso sí, con paradas intermedias en el viaje en las que había un buen buffet.
La posterior caída del muro de Berlín, la prueba irrefutable de que eso era un fracaso, no conmovió a nadie de la izquierda. Incluso salió rentable, pues los comunistas desaparecieron, y sus votos fueron al socialismo. Eso les ha re-radicalizado.
La crisis ha sido un terremoto para ellos, pero, curiosamente, El candidato de ahora es más radical que el saliente, que ha fracasado en todos sus sueños republicanoides-socalistas-ecológicos. Como no han entendido nada, están haciendo lo que hicieron sus ancestros en los años 1930: radicalizarse, reinterpretar la desesperación en clave anti: anticapitalismo, antidemocracia burguesa, cantos de sirena que muchas capas sociales desesperadas son proclives a oír.
Nunca admitirán que no son la sal de la tierra y que sus sueños -o los sueños que venden- son imposibles. El día que se den cuenta que no son los inventores de la democracia, se morirán del susto.
Todo lo que no se puede interpretar en clave de lucha de clases -clave marxista- se les escapa simplemente. Ven el mundo como un problema de redistribución, de justicia social, y el progreso para ellos es avanzar hacia ese objetivo incesantemente. Creen que la redistribución trae por sí sola el progreso, cuando la verdad es lo contrario, aunque haya que ayudarlo un poco.
Como han abandonado la legitimidad de la violencia que el marxismo de primera hora les daba, y esto no ha sido sustituido por algo sólido, pues oficialmente niegan la violencia, pero siguen teniendo cierta tolerancia para cierta violencia de masas: la dirigen ellos, o se suben a ella cuando aparece, pero sólo si es en la calle "en defensa de sus ideas". Hy otro tipo de violencia a la que tampoco hacen ascos en casos extremos.
Una cosa que no han asimilado los franceses, como los nuestros, es el problema de la inmigración islámica. Como no pueden entender que resurja cierto fervor religioso, lo reducen todo a un problema social, de paro y pobreza marginal.
Este socialismo, al igual que el nuestro, ha pasado por Congresos de refundación, como el famoso XXVIII congreso del PSOE. Pero los resortes psicológicos siguen siendo los mismos, pues en el fondo siguen pensando que la democracia se deriva del socialismo, que ellos fueron los "inventores" cuando se separaron de la IIª Internacional. Pero implícitamente nunca se ha admitido una superioridad de la Democracia sobre el Socialismo, por lo que cuando el "pueblo" se desvía de aquél, es legítimo utilizar "métodos no convencionales" para reconducirle a la "verdad". La democracia es socialista o no es.
El XXIII Congreso fue un ejemplo perfecto de que todo ha de "cambiar para que nada cambie". Felipe González lanzó un órdago a su partido dimitiendo porque en el congreso ordinario no admitió su propuesta de retirar el marxismo del partido. No pasó nada más que Felipe era un activo tan importante, que se montó un congreso extraordinario en el que se retiró el marxismo, pero cada cual hizo de su capa un sayo. El marxismo dejó de ser de seguimiento obligatorio, pero haberlo, lo había. Su fantasma, como el mismo Marx decía, "recorre Europa". Y es que nunca hubo una idelología tan bien fabricada para despertar sueños de justicia final, eso sí, con paradas intermedias en el viaje en las que había un buen buffet.
La posterior caída del muro de Berlín, la prueba irrefutable de que eso era un fracaso, no conmovió a nadie de la izquierda. Incluso salió rentable, pues los comunistas desaparecieron, y sus votos fueron al socialismo. Eso les ha re-radicalizado.
La crisis ha sido un terremoto para ellos, pero, curiosamente, El candidato de ahora es más radical que el saliente, que ha fracasado en todos sus sueños republicanoides-socalistas-ecológicos. Como no han entendido nada, están haciendo lo que hicieron sus ancestros en los años 1930: radicalizarse, reinterpretar la desesperación en clave anti: anticapitalismo, antidemocracia burguesa, cantos de sirena que muchas capas sociales desesperadas son proclives a oír.
Nunca admitirán que no son la sal de la tierra y que sus sueños -o los sueños que venden- son imposibles. El día que se den cuenta que no son los inventores de la democracia, se morirán del susto.
1 comentario:
La sal de la tierra...
La hiel del universo.
Incansables charlatanes de antiguas ferias..
La distribución bien la practican
los que "administran" democracias.
El pueblo "soberano" queda desnudo y se afanan en convercerle que va
vestido...
Locos adiestrados a la espera del loco iluminado.
En otro tiempo:Aura sacra famis.
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