Un día la CEE quiso convertirse en el orgullo del mundo, mas grande y poderoso que el país hasta entonces única potencia, por la caída del Imperio Soviético en trocitos irreparables. Una parte de la ideología europea es, efectivamente, ser más que EEUU. Europa decidió ser la primera potencia que frenara a EEUU tras el hundimiento comunista. Parece que ese papel le corresponde, de momento, a China.
Hay un momento en la cumbre de todo imperio en que se toma una decision fatal.
Para Francia de Napoleón y Alemania de Hitler el momento fatal fue Invadir Rusia.
El imperio Soviético perdió el su hegemonía cuando invadió Afganistán en 1979.
Como cuando Los Habsburgo invadieron Serbia en 1914.
¿Cuando fue ese momento fatal para la CEE?
Roberts lo cifra (y estoy de acuerdo) cuando el Tratado de Maastritch fue rechazado en referéndum por Dinamarca y se decidió que un proyecto tan ambicioso no podía ser frenado por un insignificante pais. Se hizo un nuevo referéndum y Dinamarca saco un raquítico si, Con el 56% de los votos.
Francia decidió que era una mayoría ridícula, y organizo su propio referéndum, que ganó por un mas ridículo 51%. Eso, por cierto, desato las furias de los mercados contra el SME (preludio del euro) que se descompuso, aunque gracias a la ayuda ilimitada del Bundesbank al franco francés, no del todo. El fracaso del SME no se tomó como un aviso: Maastritch fue aprobado, Y con la arrogancia de los tontos, fue lanzado el euro incluyendo a paises como Grecia, cuando todos sabían que habían mentido en sus cuentas.
Grecia ha perdido en 4 años el 25% de su PIB, tiene a la mitad de su juventud en paro (como España, por cierto), y se empiezan a ver escenas de extrema pobreza en sus calles.
Al final, Andrew Roberts:
The testament of history is so often witness to the hubris-nemesis phenomenon that it is worth repeating, since there is a way out of this for Angela Merkel, François Hollande and a few others, though not many. If Napoleon had stayed one day in Moscow, rather than a month, and returned to Vilnius before the frost descended, there might be a Bonaparte on the throne of France today. If the Ottomans had stayed neutral or joined the Allies in 1914, the Caliph might still be reigning in Istanbul. Nothing is inevitable if empires do not overstretch.
Germany and France should, therefore, in as orderly and honourable a way as they can, return to the safety and the rationality of the original Treaty of Rome, reinstitute the “six”, and keep the euro only for those countries that deserve membership on the logical grounds of genuine economic synergy. These are utterly removed from the commission’s hubristic fetish of global hegemony.
La historia es una sucesión de consecuencias inintencionadas.
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