El PIB anticipado por el Banco de España en el tercer trimestre se ha comportado como se esperaba: un -0,3% trimestral que se convierte en un -1,6% anual.
Si se confirma que en el trimestre IV sigue la caída al ritmo que habían previsto observadores como el FMI o FUNCAS, el perfil de PIB sería el que se ve.
Es decir, en el primer gráfico, el PIB en volumen. Como se ve, acabaremos el año muy por debajo del nivel más bajos e la crisis, que es el trimestre IV de 2009.
En el segundo, el PIB en tasa interanual trimestre a trimestre.
En el tercero, si ponemos el contador a cero en la depresión de la crisis, que es el cuarto trimestre de 2009, vemos como ha ido cayendo desde entonces en tasas interanuales.
Estamos en una sima más baja en un 2,2% que la sima más honda de la depresión.
¿Qué es depresión? Depresión es, por decirlo de una manera simple, una recesión prolongada y sin que se vea un horizonte de salida.
Una recesión es una contracción del PIB de 2 o 4 o 6 trimestres, a lo sumo. Nosotros llevamos cayendo, en términos absolutos, desde hace 36 trimestres (salvo un pequeño y breve respiro en 2010).
Es decir, que la crisis se ha prolongado, como en los demás países del euro, mucho más que en países no euro. La razón más evidente es que esos países han podido devaluar, lo que ciertamente ha empeorado aun más nuestra posición competitiva en bienes y capitales. Pero no hay que culparlos: ellos hacen algo que deben hacer, y nosotros no.
Hay quien niega que devaluar e impedir la fuga de dinero, y mantener una oferta monetaria según la demanda interna, sirva para algo. Es más, los austéricos dicen que es contraproducente. La simple comparación entre países "in-off" del euro demuestra que eso es falso.
Otra cosa que ha de destacarse es que, las crisis financieras, no contrarrestadas con medidas monetarias, son duraderas perversas y retroalimentadas, por mucho que se empeñen los que pregonan que la gente adapta sus expectativas rápidamente y la flexibilidad de precios propicia un ajuste rápido.
El gobierno, como el de antes, es cómplice de este estropicio. No ha habido otra crisis como ésta, más que la de 1929. Pero no lo quieren ver más que cuando les sirve de excusa.
Si se confirma que en el trimestre IV sigue la caída al ritmo que habían previsto observadores como el FMI o FUNCAS, el perfil de PIB sería el que se ve.
Es decir, en el primer gráfico, el PIB en volumen. Como se ve, acabaremos el año muy por debajo del nivel más bajos e la crisis, que es el trimestre IV de 2009.
En el segundo, el PIB en tasa interanual trimestre a trimestre.
En el tercero, si ponemos el contador a cero en la depresión de la crisis, que es el cuarto trimestre de 2009, vemos como ha ido cayendo desde entonces en tasas interanuales.
Estamos en una sima más baja en un 2,2% que la sima más honda de la depresión.
¿Qué es depresión? Depresión es, por decirlo de una manera simple, una recesión prolongada y sin que se vea un horizonte de salida.
Una recesión es una contracción del PIB de 2 o 4 o 6 trimestres, a lo sumo. Nosotros llevamos cayendo, en términos absolutos, desde hace 36 trimestres (salvo un pequeño y breve respiro en 2010).
Es decir, que la crisis se ha prolongado, como en los demás países del euro, mucho más que en países no euro. La razón más evidente es que esos países han podido devaluar, lo que ciertamente ha empeorado aun más nuestra posición competitiva en bienes y capitales. Pero no hay que culparlos: ellos hacen algo que deben hacer, y nosotros no.
Hay quien niega que devaluar e impedir la fuga de dinero, y mantener una oferta monetaria según la demanda interna, sirva para algo. Es más, los austéricos dicen que es contraproducente. La simple comparación entre países "in-off" del euro demuestra que eso es falso.
Otra cosa que ha de destacarse es que, las crisis financieras, no contrarrestadas con medidas monetarias, son duraderas perversas y retroalimentadas, por mucho que se empeñen los que pregonan que la gente adapta sus expectativas rápidamente y la flexibilidad de precios propicia un ajuste rápido.
El gobierno, como el de antes, es cómplice de este estropicio. No ha habido otra crisis como ésta, más que la de 1929. Pero no lo quieren ver más que cuando les sirve de excusa.
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