"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

miércoles, 27 de febrero de 2013

La clásicos y los modernos, por Leijonhufvud

Quiero comentar un Artículo de Leijonhufvud, un economista sueco especializado en la economía Keynesiana. Leijonhufvud fue un economista prestigioso en los 70, hasta que la Academia fue monopolizada por las expectativas racionales. En Wikipedia pueden seguir su carrera.

En el texto, altamente recomendable, explica la diferencia esencial entre "Keynes y los clásicos" -esos clásicos que Keynes quería dejar atrás. Pero lo interesante del artículo es la diferencia de enfoque y método que había entre los clásicos y los modernos, que para Leijonhufvud es crucial para comprender la inanidad de la economía moderna.

Las diferencias son abismales. En la Economía Clásica (en la que se incluye a Keynes por afinidad de método), la economía es un sistema en movimiento constante, en el que los individuos no son clarividentes, sino que a cada cambio externo se adaptan como pueden y las mejoras de posición económica son graduales. La información que perciben es escasa, de origen local, con la que van interactúando con los demás. Las instituciones son esenciales en la orientación de la conducta, porque hacen predecible la conducta de los demás, algo básico cuando la información es costosa. El equilibrio no es un punto matemático preciso, sino un conjunto de datos que permiten a los actores seguir en su gradual mejora.

En la Economía Moderna, que se inicia en los años 1960-70, y en la que el autor incluye a Lucas -la estrella rutilante de la economía de los últimos 40 años-, todo cambia y se convierte en un mundo de ficción cuya virtud única es que puede modelizarse en sofisticados (e inanes) modelos matemáticos. La diferencia más importante es que la acción de los individuos lleva a una total coherencia de los planes individuales, con lo cual se logra un equilibrio del que las desviaciones son efímeras. Los actores, si no están informados, mejoran su caudal de información sin mucho coste, hacen planes exitosos desde (como dice el autor) "La nada", pues son como Jehová al crear el mundo: tienen una perspectiva del futuro certera. Y si los planes en realidad resulta que fracasan, entonces esos planes eran falsos, y lo mejor es "liquidar", caiga quien caiga. En otras palabras, no hay interacción constante, sino planes complejos desde el momento cero, acertados o no, pero que se van corrigiendo en el camino hacia el equilibrio, camino en el que unos caen pero son sustituidos por otros. No se contempla el que Todos Caigan.

Excuso decirles que hay una océano de diferencia entre una visión y otra. Quizás aquellos economistas no acertaron del todo, pero lo que es seguro es que estos fracasaron estrepitosamente. Por cierto, Leijonhufvud fue el introductor de los niveles de deuda como decisivos en las post crisis financieras, aunque, como explica en el artículo, de pronto se enteró que eso ya había sido inventados por Irving Fisher, en su Debt Deflation Crisis, algo que no se entiende bien por qué desapareció de los planes de estudio desde 1933 y sólo ahora ha sido resucitado por Krugman. Bueno, si se entiende; lo que de verdad no se entiende es por qué su discípulo más destacado, Friedman, los quitó del centro de su modelo. En su famoso libro "La Historia Monetaria..." No se hace hincapié en eso. Ni siquiera para diferenciar la gravedad de la crisis del 29 frente a la anteriores; ni siquiera en el famoso aurícula sobre Japón, algo que era evidentísimo. El problema de las deudas desapareció entre 1970 y 2008, porque se suponía que ya no habría una crisis como aquella. Sin embargo, la desregulación financiera comenzada en 1980 fue el despegue de la lenta pero segura dinamitación de la estabilidad financiera.

A veces esto me recuerda una película de Truffaut "La Noche Americana" (cineasta francés) en el que el personaje que interpretaba él mismo le explicaba al alocado y enamoradizo Antoine: "el cine no es como la vida; en el cine las cosas fluyen, aún en la mayor de las tragedias, los trenes andan, en ellos pasan cosas increíbles, maravillosas o no, los barcos navegan, si hay tormenta es para realzar el drama... El desierto puede resultar muy atractivo. La vida no es así. Las cosas chocan chirrían, hay dolor, muerte, pobreza, lo desagradable, que nosotros filtramos y seleccionamos en el cine."

Sí, menuda película se han montado Lucas y sucesores.

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