"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

lunes, 4 de febrero de 2013

Naciones y Uniones

Wolfgang Münchau no es muy optimista sobre la Unión Bancaria Europea. Dado que él lo considera la pieza clave para estabilizar definitivamente el euro, se puede decir que no es muy optimista respecto al euro.

En realidad la dificultad de tal Unión no es otra que la de siempre en la historia de la UE. Cuando se rozan los poderes nacionales, suena la alarma en ciertos países que son, no casualmente, los más nacionalistas, y además resulta que son los más grandes. Primero fue Cameron, que dejo bien claro que a él no le imponían unas normas foráneas sobe su banca, sobre todo teniendo en cuenta que RU no es miembro del euro. ¿Se puede imponer desde un poder monetario distinto normas de regulación y supervisión sobre la banca de un país? Pues suena difícil. Puede haber una colisión de intereses de padre y muy señor mío.

Pero no hace falta que el país suspicaz tenga una divisa distinta. Como nos cuenta Münchau, Alemania y Francia han pactado unas normas reguladoras propias, que van a suponer una barrera definitiva para la Unión de los "crédulos". En realidad, lo que les preocupaba a estos dos gigantes de la UE es que la seguridad bancaria de, digamos, España, no sea a costa de sus (de ellos) contribuyentes. Entre otras razones, porque sus bancos no están tan sólidos como declaran.

De manera que los dos grandes se han cerrado, y los proyectos minimos de avance hacia la Union, como la de cobertura uniforme del seguro de depósitos y la separación de actividades de banca tradicional y de inversión, han sido de hecho desarticulados.

Lo cual demuestra que la Unión monetaria, bancaria, fiscal y los que se quiera, será desigual y dominada por los dos grandes, o no será. Ahora estamos bajo el hechizo de la OMT de Draghi, esa fantasmada benefactora que calmó los mercados en junio del año pasado. Sin embargo, para lo que se hizo (o mas bien se anunció) no ha funcionado: no se han desatascado, dice Münchau, los canales de transmisión de liquidez del sistema. Si las primas de riesgo han caído ha sido porque el anuncio enfrió la especulación: daba miedo arriesgarse a que el BCE pudiera comprar deuda soberana y que sus precios subieran si estabas apostando a la baja. Sí, tiene razón Münchau:


The priority now should be to end the continuing fragmentation. The ECB’s Outright Monetary Transactions programme was officially justified as an effort to unclog the eurozone’s transmission of monetary policy. After six months, we know that it brought down government bond yields, but did absolutely nothing to improve the transition mechanisms. Companies in northern Italy continue to suffer from higher interest rates on bank loans than their Austrian neighbours. Only a fully-fledged banking union could end such discrimination. But that would require common deposit insurance and effective bank resolution policies. Neither is going to happen.
The other priority should be to do what the Franco-German legislation purports to do, but on a grander scale: provide adequate insurance that banks do not bring down the economy and hold taxpayers at ransom. A combination of full separation of investment and commercial banking, bail-in rules, and transparency requirements would be a useful, yet possibly still incomplete, series of steps.
None of this is happening – and yet a lot of people have become more optimistic about the eurozone, in some cases even euphoric. Hardly a day passes by without someone declaring the end of the crisis. But its two most dangerous aspects are unresolved – zombie banks and macroeconomic adjustment. OMT has actually contributed to making the banking crisis worse, by taking away the political pressure to create a genuine banking union. The pressure was clearly present in July last year, but had evaporated by September.
The renationalisation of banking means that the monetary union is as unsustainable today as it was in July last year – and now the policies needed to fix this problem have been abandoned.
Pero acabar con la fragmentación es precisamente derribar el muro de la soberanía nacional, cosa que a lao alemanes y franceses no les gusta un pelo, aunque a nosotros nos importe una higa. No lo van a hacer jamás. Que lo consideremos racional o no, les da igual. Nosotros desde luego no les vamos a hacer cambiar de opinión.

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