"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

sábado, 22 de junio de 2013

La imposible Union Bancaria

En la Cumbre de la semana que viene, se volverá a hablar de la unión supervisora bancaria. Sin embargo, el borrador pactado entre Francia y Alemania, un borrador de mínimos, no suscita muchas esperanzas de que se avance realmente en este tema crucial. Parece más bien que asistiremos como siempre a una montaña pariendo un ratón. 

En The Economist, un análisis de la posibilidades reales de una unión supervisora bancaria: muy muy difícil.
Almost a year ago, as the euro crisis raged, Europe’s leaders boldly pledged a union to break the dangerous link between indebted governments and ailing banking systems, where the troubles of one threatened to pull down the other. Yet the agreement that seems likely to emerge from a summit later this month will be one that does little to weaken this vicious link. If anything it may increase risks to stability instead of reducing them.
La unión bancaria, para ser efectiva, debería tener tres patas: un sólo supervisor para todos, aplicando nuevas normas comunes para todos. Ese supervisor debe tener poder legal y ejecutivo para decirle a un Banco cualquiera que está en quiebra o ha de recapitalizarse. Para que sea creíble debe disponer de una capacidad financiera ilimitada, que confirme y convenza de que las fugas de depósitos serán frenadas sólo con anunciar que están bien cubiertos, sea en España, sea en Alemania.
Almost everyone involved agrees that in theory a banking union ought to have three legs. The first is a single supervisor to write common rules and to enforce them uniformly. Next are the powers to “resolve” failed banks, which is a polite term for deciding who takes a hit; these powers also require a pot of money (or at least a promise to pay) to clean up the mess left by bust lenders and to inject capital into those that can get back on their feet. The third leg is a credible euro-wide guarantee on deposits to reassure savers that a euro in an Italian or Spanish bank is just as safe as one in a German or Dutch bank. National insurance schemes offer scant reassurance to savers when sovereigns are wobbly and insured deposits make up a big chunk of annual GDP (see chart)

En el gráfico, el riesgo potencial que supone para la haciendas públicas de los países la cobertura de los depósitos. En España, por ejemplo, supone un riesgo del 60% del PIB. Esto ya explica lo difícil que es que Alemania, como país acreedor, acepte la transferencia de parte de esa carga al bolsillo de los contribuyentes alemanes. The reasons for this paltry progress are partly political and partly legal. Creditor countries such as Germany are understandably reluctant to have their taxpayers cough up for the mistakes of bank supervisors abroad. The politics are seen as especially toxic when it comes to deposit insurance because, in the words of one official, “it is close to people’s pockets”. He dryly notes that Germany couldn’t even force its own savings banks to join its national deposit-insurance scheme.

The legal challenges are also enormous. Each country in the euro has its own bankruptcy code. A change in the treaties governing the European Union would probably be needed to give a new resolution authority the power to seize bank assets and impose losses on creditors.

Todo esto requiere una movida de cambios legislativos incalculable. Supone la cesión (de nuevo) de soberania a un ente supranacional que debería garantizar ser independiente, lo que hasta ahora se ha demostrado quimérico. Como el BCE es el candidato natural a ser ese supervisor único, podemos hacernos una idea de la independencia con la que actuará, cuando ya le están cercenando desde Alemania las alas judicialmente cuando necesita actuar como banco central. El mismo BCE es reluctante a asumir la responsabilidad, y ayer anunció que la retrasaba a finales de 2014. Y es que uno se evita si tendrá la fuerza legal y moral para señalar a un banco como defectuoso, decirle lo que hay que hacer, quien o que banco ha de comprarlo, si ha de cerrar, y tener el dinero ilimitado para taponar posibles corrimientos de riesgos sistémicos.
Cuando se diseñó el euro no se tuvo en cuanta estas cosas. Las virtudes de la moneda única eran ilimitadas, taumatúrgicas. Especialmente, en la cuestión de la estabilidad financiera se delegó explícitamente a los países miembros. Una gran irresponsabilidad, vistas los perfiles de la crisis de hoy. También es verdad que nadie esperaba una crisis financiera de enormes proporciones. Sólo se temía la quiebra individual de un banco, en el problema de "Too Big to Fail", pero no en una crisis sistémica que ya se estaba larvando en los balances bancarios. Se confiaba que la innovación financiera había logrado trasladar los riesgos a las santidades deseosas de tomarlos, lo que dejaba a las otras limpias y en disposición de aumentar sus créditos.
En EEUU se ha cambiado la legislativo PM para reducir esos riesgos sistémicos (aunque muchos dicen que es insuficiente y mal orientada). En Europa del euro, estamos en pañales y no precisamente en un buen momento. En España se ha hecho especialmente mal el rescate, por prurito de los,políticos (Zapatero y MAFO primero, Rajoy y Linde ahora) de no meter dinero público, ante el santo temor de la sociedad española que es al parecer izquierdista- mostrenca.
El dinero del pobre va dos veces a la tienda. La cicatería de la reforma, que ni ha cerrado suficientes entidades ni ha puesto suficiente capital, que ha fusionado bancos inviables con otros salvables, hundiendo a los dos, compromete su resultado, pero además echa para atrás a los países acreedores de asumir una Unión Bancaria en la que fueran ellos los que tendrían que poner la pasta. Ahora se vuelve a opinar desde distintos foros la necesidad de otros 10 mm de €, lo que el gobierno niega, claro.
Y dinero ha cada vez menos, pues el déficit aumenta y la deuda también, diga lo que diga Montoro, seea de sus imaginarias hazañas fiscales, o de los DNISES de las infantas e infantes de España.
Aquí, las burdas falacias de Montoro desmontadas.



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