"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

sábado, 17 de agosto de 2013

La ley de Say y su papel crucial en la economía clásica

La ley de de Say dice que toda oferta (vendida) produce su propia demanda, porque el dinero cobrado no tiene rentabilidad: tanto el asalariado como el empresario irán al mercado correspondiente a gastarlo. Lo pueden gastar en consumo, en bienes de capital, o en activos financieros (ahorro) que financian a otros los bienes de capital. Lo que no hay es interrupción entre el cobro del salario, o la venta, y el gasto en otro mercado, sea este real o financiero. No hay, por lo tanto, elección: se sabe lo que se quiere consumir y no consumir, y eso es el ahorro que en todo caso va a comprar activos. No hay atesoramiento de saldos dinerarios estériles.

Esa es la ley de Say en esencia. El dinero es un velo que ayuda a mover las transacciones, pero nadie quiere tener más del tiempo necesario para cobrar y vender, porque es estéril.

Ahora sabemos que eso no es cierto. Friedman admite que hay periodos cortos en que la desconfianza desvía la demanda hacia el dinero, lo que reduce la velocidad de circulación y contrae la economía. Puesto que la demanda ha caído. Pero el Banco Cantral tiene poder suficiente para aumentar la liquidez en circulación u compensar lo que se ha quedado en los bolsillos. Si la velocidad de circulación cae, porque la demanda de lividez ha subido, el aumento de la oferta por parte del emisor es suficiente para restablecer la confianza. El banco central puede volver a colocar el tipo de interés en el tipo natural, que es el tipo a largo que mantiene la senda de máximo crecimiento igualando el ahorro y la inversión. Friedman creía en el tipo de interés natural de los austriacos, lo adoptó sin reticencias. Las temporales turbulencias monetarias desvían el río de mercado del natural, pero se puede restablecer en poco tiempo la igualdad. A ese tipo, el ahorro y la inversión se igualarán de nuevo a su máximos potencial (que no es el de pleno empleo, pues eso depende de la flexibilidad salarial).

Keynes prolonga un poco más la agonía y la agrava. El BC puede verse impotente para alcanzar el tipo natural si la demanda de liquidez se hace insensible al interés. Esto pasa cuando la incertidumbre se sobrepone a todo, y la gente desdeña una rentabilidad que conlleva el riesgo de perderlo todo. No es una elección entre distintas inversiones con sus rentabilidades, es una elección entre el dinero líquido, no rentable, y todas las demás colocaciones posibles. Por mucho que el BC inyecte dinero en los bolsillos de los agentes, estos lo retienen y no lo gastan, así como los bancos lo retienen en forma de reservas y no prestan. Esta elasticidad infinita de la demanda e dinero es tanto más pronunciada en el tiempo cuanto más deudas hayan quedado del periodo anterior.

A la gente le da igual la rentabilidad de otros activos si no confía en que vuelvan a su nivel de antes, o al menos se muevan en ese sentido. El BC puede llegar a emitir al cero %, que la demanda de atesoramiento seguirá siendo infinita, porque el coste de financiación de la inversión tendría que ser negativo para realmente estar interesado el empresario en ampliar capital. La rentabilidad estimada de capital en el futuro ha caído fuertemente por la caída en la confianza. Hemos pasado de una fase de decisiones graduales y jeraquizadas a otra de ina sola elección: liquidez. El ahorro puede aumentar mucho porque la gente este asustada ante sus deudas, pero eso no va a financiar activos de riesgo, sino activos líquidos cuasi dinero. La brecha entre el ahorro y la inversión puede durar indefinidamente. La caída de los precios de la activos que representan la inversión productiva no se restablecerá repentinamente.

Friedman es un clásico pragmático, que acepta durante cortos periodos de desconcierto de los agentes que llevan a la deflación, y eso aconseja durante un corto periodo una política expansiva del BC.

Keynes dice que los periodos de equilibrio con depresión y desempleo pueden ser prolongados, y que el BC no es omnipotente para arreglarlo. No dice que sea contra productivo (cosa que muchos keynesianos dicen) sino que es insuficiente.

En esta crisis los hechos ha apoyado más a Keynes que a Friedman. La politica monetaria expansiva, donde la ha habido, ha sido torpedeada por la política de austeridad fiscal; por lo menos en un sentido, se ha demostrado que la política de dejar los estabilizadores automáticos y contraer tan brutamente el déficit público hubiera ayudado a la política monetaria.

Pero la diferencia crucial entre unos y otros es la creencia en las fuerzas equilibradoras, que se basan, desde Say, al racionalismo de los agentes y al funcionamiento de los,mercados. La ley de Say garantiza la neutralidad del dinero, que quiere decir que no afecta a los precios relativos, que son los importantes. Los mercados se "conjuran" para volver al equilibrio a través de los ¡cantos de sirena" de las turbulencias monetarias, que mueven el nivel de precios, pero deja ver a su través los precios relativos y lo salarios relativos de equilibrio.

Hay un tipo de interés natural que equilibra el deseo de ahorro con la demanda de inversión, lo que hace que no haya saldos estériles de fondos sin usar a ese tipo natural.

La ley de Say es crucial en el equilibrio clásico. Sin ella, aún con el impulso de los agentes a ser racionales y aceptar el mejor precio para todos -el precio que vacía los mercados- sin ella, como digo, podría haber interrupciones u cortacircuitos entre distintos mercados que llevara a exceso de oferta y demanda no satisfechos que desviaran los precios de su nivel de equilibrio. Pero no mucho tiempo, porque las fuerzas equilibradoras son superiores a largo plazo, no hay, por lo tanto, movimientos acumulativos de caídas de producción y empleo.

Un lindo cuento de hadas. Su debilidad está en los espectaculares resultados que obtiene, pero en un mundo paralelo en el que domina el análisis normativo -cómo debería de ser- no el positivo - cómo es-.

¿Existe realmente esas fuerzas equilibradoras? Existen fuerzas, que a veces parecen comportarse en ese sentido. Pero Minsky dice que, cuanto más equilibrio aparente, más apetito por el riesgo se desarrolla, lo que empieza a desarrollar una afición creciente por la especulación. Pero es difícil valorar hasta que punto el desarrollo de un nuevo producto, el crecimiento constante, la ausencia de inflación y también de paro, es especulación o la explotación de una nueva fuente de riqueza que todos desean rozar.

Las fuerzas de la economía no son equilibradoras por sí mismas, sino que conllevan dentro ciclos que dan origen a fases de caídas acumulativas.

Con la ley de Say no hay posibilidad de ciclos si la oferta monetaria es constante. Las deflaciones son buenas porque ajustan el valor real de los saldos monetarios (Pigou). El nivel de precios se relaciona con los saldos monetarios, es el precio de esos saldos. Si el nivel de precios sube, el valor de los saldos baja, la demanda cae, los precios bajan hasta que los saldos reales vuelven a su valor original. Eso no perturba el ajuste de los precios relativos.

Por lo tanto, en una economía de trueque no hay ciclos. Hay cambios de suerte de unos y otros, debido a a choques tecnológicos. Es la visión de los clásicos, viejos y nuevos, una economía con dinero pero como si no existiera. Un dinero que hace su papel pero que nadie quiere. Es un "Velo" que permite ajustar los precios y vaciar los mercados, y luego de nuevo todos los días lo hace,

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