Aquí, en Der Spiegel, un artículo muy crítico sobre Alemania y el euro (gracias a Pablo Bastida). Muy buen artículo, con gran objetividad, sobre las responsabilidades que elude sistemáticamente Alemania.
Es una pena que la política no esté a la altura del pueblo llano. Hoy he pasado un domingo excelente en Berlín. Berlín, con buen tiempo y una bicicleta, es una ciudad increíblemente poco urbanita, como si estuviera hecha para goce único de las familias y demás bichos en perfecta armonía. Berlín está lleno de barrios tranquilos, llenos de parquecitos, de casas de tres a cuatro pisos, en los que apenas pasa un coche de vez en cuando. Es como si dieran la espalda a ese centro político tan contundente como feúcho del que les hablé hace poco.
Con una bici todo está a mano. En un parque desgalichado (como casi todo aquí) se celebra un mercadillo en el que se mezclan gentes de toda Europa. Oigo hablar español, italiano, inglés y francés, aparte de alemán, claro. Algo de ruso también me parece que se oye. Como todos los mercadillos, hay poco que comprar barato, pero la mezcolanza de tanta gente relajada, dominguera, sin prisa, es una incitación a dejarse llevar. Una mujer argentina expresa perfectamente lo que se siente: "y ahora, hay que ir a casa a comer, ¡jódete!"
Nosotros no tenemos que ir a casa. Nos vamos a otro parque, este más pequeño, de una manzana, rodeado de casas envidiables por su posición frente al jardín arbolado. Aquí se respira más tranquilidad aún. Me dedico a ver jugar a un niño con su padre a tirarse el disco. La madre, a pocos metros, está sentada el el césped, ensimismada en la lectura de un libro. Se ha colocado al sol en esa postura que sólo la mujeres pueden tomar: de lado, como una "écuillère" en su caballo, o como la sirenita de Copenhage, con la espalda inverosímilmente recta. El pelo cobrizo le cae por la nuca hacia un lado. Lleva un vestido cómodo, amplio, con los hombros al aire y las piernas en medias de las que llamo de celosía.
Nunca verás a un hombre leer así. Es cosa de mujeres, una de tantas cosas que hacen parte de su encanto. En esa postura, con la espalda recta, lee. Está concentrada. El niño intenta hacerle una foto, pero ella ni se inmuta. Una vez se pasa el dorso de la mano por la boca y la barbilla, con esa manera inverosímil que tiene ellas de hacerlo cuando un cabello se les suelta y les hace cosquillas. Lo hace sin dejar de leer, sosteniendo el libro en la otra mano, ensimismada. Mientras, el niño y su padre se paran a ver si ella les mira. Pero está concentrada. Los tres hacen una estampa dominguera perfecta. Mi curiosidad insaciable me incita a no perderla de vista; espero a que se levante a ver si de pie es digna de la figura que tan grácilmente ha compuesto
No. De pie pierde mucho. Pero no creo que haya muchas que lean tan grácilmente sentadas en el césped de un parque. Se van los tres. Nosotros también: ya es hora de comer.
Vamos a comer en una de tantas terrazas, miles, que hay en esta ciudad. Siempre hay una a mano. Es casi lujurioso sentarse bajo un sol casi primaveral que adormece pero no quema, a comer una salchicha y beberse un par de cervezas, que son suaves y entran bien. De cada sitio me he ido con pena, y ahora estiramos la comida con un postre y un café, y luego otro, para no movernos de ahí. Todos los ruidos en esta ciudad están perfectamente armonizados: los pájaros, las voces, los artistas callejeros, y los pocos coches que pasan, quizás con silenciador. No crean que no hay conciertos callejeros, pero sólo los oyes si te acercas. Las bicis son las que no paran de pasar llevando chicas que no sabes donde las fabrican tan guapas e incontables.
Berlín: tranquilidad, ruidos aparentemente coordinados entre sí, parques, terrazas, bicicletas. El pueblo parece en perfecta simbiosis con el entorno. Se encuentra uno a gusto un domingo en Berlín.
Me da por soñar: ¿sería posible la unión de los pueblos por debajo de los políticos, como si estuvieran encerrados en una jaula para loros locos, y nosotros libres sin hacerles caso? Una utopía.
"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James
There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)
2 comentarios:
Don Miguel, el enlace con Der Spiegel no funciona, conduce a una página en blanco.
Lo arreglo ahora mismo, pero tienen el link en el comentario de Pablo en post anterior
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